17 años de 'I Am... Sasha Fierce', el alter ego de Beyoncé que redefinió su carrera

Tal día como hoy, pero en 2008, una joven de 27 años llamada Beyoncé Giselle Knowles hacía historia en la industria musical. La cantante estrenaba dos singles que acabarían definiendo su carrera: If I Were a Boy y Single Ladies (Put a Ring on It). Los lanzó como dos caras de una misma moneda, dos temas que se miraban el uno al otro desde posiciones opuestas, y que formaron parte de una de las eras más curiosas y conceptuales de la artista: la de I Am… Sasha Fierce.

Sasha Fierce no solo fue el título de su tercer álbum de estudio, sino también el nombre de su alter ego, una personalidad escénica que Beyoncé creó para explorar su lado más salvaje, atrevido y seguro de sí misma.

Con este trabajo, la artista se dividió simbólicamente en dos: por un lado, la Beyoncé emocional y vulnerable (I Am), y por otro, Sasha Fierce, su faceta más potente y empoderada. En Single Ladies vemos a esa Sasha Fierce en plenitud: liberada, enérgica, celebrando la independencia femenina pero sin dejar de reivindicar el valor del compromiso.

De algún modo, la canción lanza una crítica ligera hacia los hombres que no se atreven a comprometerse. Su coreografía, grabada en blanco y negro, se convirtió en un fenómeno global e hizo historia en la cultura pop.

En el lado opuesto está If I Were a Boy, una balada donde Beyoncé se muestra vulnerable y reflexiva, abordando temas como la reciprocidad emocional y la empatía en las relaciones. La artista imagina cómo sería ser un hombre para que él entendiera cómo la hace sentir. La canción fue tan exitosa que incluso grabó una versión en español titulada Si yo fuera un chico.

Así comienza y culmina una de las eras más icónicas de la artista, pero, ¿qué otras etapas ha vivido Beyoncé? Probablemente hablamos de una de las artistas más versátiles, polifacéticas y trabajadoras de la escena actual. En casi tres décadas de carrera, ha tocado prácticamente todos los géneros musicales imaginables, siempre con una identidad visual y conceptual muy definida. Con motivo del aniversario de este lanzamiento, repasamos algunas de sus eras más importantes.

Comienzos de Beyoncé: de trío a superestrella en solitario

Antes de lanzarse como solista, Beyoncé formó parte del grupo Destiny’s Child, junto a Kelly Rowland y Michelle Williams (y otras integrantes en los primeros años). Fue allí donde empezó a destacar como líder, compositora y figura central del grupo. Destiny’s Child fue un fenómeno en los años 2000: moderno, femenino y con un sonido R&B que definió toda una época. Temas como Say My Name, Survivor o Independent Women se convirtieron en himnos de empoderamiento femenino y abrieron el camino para la futura carrera de Beyoncé.

Su carrera en solitario comenzó con Dangerously in Love (2003). En esta era apostó por un sonido R&B mezclado con pop comercial, con una estética aún muy dosmilera, llena de sensualidad y sofisticación. Aquí nacieron temazos como Crazy in Love (con Jay-Z, su actual marido) y Baby Boy. Este disco marcó el inicio de su independencia artística y la consolidó como una estrella mundial.

Los 2010: un punto de inflexión en la industria

Años más tarde, en 2013, llegó BEYONCÉ, un álbum que revolucionó la industria. Lo lanzó por sorpresa, sin previo aviso, y cada canción tenía su propio videoclip. Fue su trabajo más experimental hasta el momento: fusionó trap, electrónica y R&B, con una estética muy acorde a la época, marcada por los tonos neón, el futurismo y una fuerte carga visual. En este disco habló abiertamente de la maternidad, el cuerpo, el deseo y la independencia, dejándonos temas como Flawless y Drunk in Love.

En 2016 publicó Lemonade, su obra más madura, política y conceptual. Fue otro álbum visual, pero esta vez cargado de simbolismo, dolor y poder. Mezcló géneros como el rock, el soul, el trap, el country y el R&B, y sorprendió a su público tanto por el sonido como por el mensaje. El disco explora la infidelidad, la resiliencia y la herencia afroamericana, con una estética inspirada en sus raíces sureñas y en el simbolismo de la cultura negra. Fue aquí donde muchos fans comenzaron a especular, con razón, que el disco hacía referencia a la infidelidad de Jay-Z, y así fue. Formation, Sorry y Freedom son algunos de los temas más destacados.

Sus eras más introspectivas

Con Renaissance (2022), Beyoncé dio un giro radical en lo sonoro y lo visual. Este fue su proyecto más reivindicativo en cuanto a identidad propia: un homenaje a la cultura negra, queer y dance, tanto de las décadas pasadas como de la escena actual. La artista explicó que el disco era un tributo a su tío Jonny, que falleció a causa de complicaciones relacionadas con el VIH. Musicalmente explora el house, el funk, la música disco y la electrónica, y visualmente brilla con una estética disco futurista llena de destellos. Más que un disco, Renaissance fue un movimiento: Beyoncé se convirtió en símbolo de comunidad, diversidad y celebración, con temas como Break my Soul o Energy.

Como una especie de continuación, pero con un cambio radical de estilo, en 2024 estrenó Cowboy Carter, la segunda parte de su trilogía Renaissance. En este proyecto, Beyoncé reivindica su identidad afroamericana dentro del mundo del country, un género históricamente asociado al público blanco, pero cuyas raíces también son negras. Con una estética americana y tradicional, reinterpretada desde una mirada contemporánea, la artista exige su lugar en la historia del country y rinde homenaje a quienes lo construyeron antes que ella. Texas Hold ’Em, Blackbiird o 16 Carriages son algunos de los temas más destacados.

Renaissance es una trilogía que cerrara en su próxima era, Beyoncé aún no ha revelado qué camino seguirá, pero todo apunta a que continuará explorando los orígenes de la música negra estadounidense. Sea cual sea la dirección, es casi seguro que volverá a hacerlo con una propuesta conceptual, visualmente impecable y musicalmente arriesgada.