Cuando Zack de la Rocha dejó Rage Against the Machine: 25 del final (temporal) de la incendiaria banda
El cuarteto de rock y rap fue uno de los más combativos de finales de los noventa
Zack de la Rocha, durante un concierto de Rage Against the Machine en Los Ángeles, en agosto de 2000. / Bob Riha Jr
A finales de 2000, Rage Against the Machine era una de las bandas más poderosas y comprometidas del planeta. Su mezcla explosiva de rock, rap y furia política había redefinido el sonido de los noventa. Pero el 18 de octubre de ese año, el vocalista Zack de la Rocha anunció su salida del grupo, provocando una fractura que parecía inevitable. Aquel día, Rage Against the Machine dejó de ser lo que había sido: no solo una banda, sino un movimiento.
En aquel momento, el cuarteto formado por Zack de la Rocha (voz), Tom Morello (guitarra), Tim Commerford (bajo) y Brad Wilk (batería) se encontraba en la cima de su carrera. Acababan de publicar The battle of Los Angeles (1999), un disco que debutó en el número uno de Billboard y los consolidó como una fuerza imparable del rock político. Sus giras eran auténticas manifestaciones, sus letras se coreaban como consignas y su discurso contra el sistema capitalista y las injusticias sociales conectaba con una generación desilusionada. Eran, en esencia, la banda más incendiaria del cambio de siglo.
Te recomendamos
Pero la tensión dentro del grupo venía creciendo desde hacía tiempo. De la Rocha, siempre introspectivo y radical en su activismo, se sentía cada vez más incómodo con la maquinaria mediática que acompañaba al éxito. RATM había pasado de ser un colectivo underground a llenar estadios y aparecer en MTV, una contradicción que no todos los miembros procesaban igual. Mientras Morello, Commerford y Wilk se inclinaban por mantener viva la banda y su alcance masivo, Zack dudaba de que se pudiera seguir siendo auténtico desde dentro del sistema que criticaban.
Las discusiones internas se agudizaron durante la grabación de su cuarto disco, un álbum de versiones que incluiría temas de artistas como Bruce Springsteen, Cypress Hill o Bob Dylan, y que se publicaría meses más tarde bajo el título Renegades (2000). El vocalista no estaba satisfecho con la dirección que tomaba el proyecto y, sobre todo, con la falta de consenso en las decisiones artísticas y políticas. Según reconoció después, “la disolución de nuestra visión colectiva” fue el detonante. El 18 de octubre de 2000, Zack emitió un comunicado anunciando su marcha: “Siento que la toma de decisiones en el grupo se ha estancado. Ya no puedo seguir adelante con algo que compromete lo que considero artístico y políticamente íntegro”.
Aquella renuncia fue un golpe devastador. Rage Against the Machine se disolvió oficialmente poco después. Renegades, lanzado en diciembre de 2000, sirvió como epílogo involuntario: un álbum potente, pero sin el fuego de un grupo unido. Para millones de fans, la salida de Zack fue el fin de una era. La banda que había llevado el mensaje de rebeldía a la radio comercial se apagaba justo cuando el mundo se preparaba para entrar en un nuevo siglo, más polarizado y corporativo que nunca.
Rage Against The Machine - Killing In the Name (Official HD Video)
Tras su salida, Zack de la Rocha se mantuvo fiel a su espíritu combativo, aunque su actividad musical fue esporádica. Se involucró en proyectos de hip hop político y colaboró con artistas como DJ Shadow, Trent Reznor y Run the Jewels. Durante años trabajó en un álbum en solitario que nunca llegó a publicarse por completo, aunque algunos sencillos, como “Digging for windows” (2016), mostraron que su talento seguía intacto. Paralelamente, se dedicó a causas sociales, apoyando movimientos de justicia racial y derechos de los inmigrantes en Estados Unidos, siempre alejado de los focos mediáticos.
Los otros tres miembros, en cambio, decidieron seguir adelante. En 2001 formaron Audioslave, junto al vocalista de Soundgarden, Chris Cornell, un proyecto que duró hasta 2007 y publicó tres discos de notable éxito. Morello, además, desarrolló una carrera como guitarrista y activista incansable, convirtiéndose en uno de los símbolos más visibles del compromiso político en la música contemporánea.
La historia de Rage Against the Machine no terminó ahí. En 2007 se produjo una esperada reunión que los devolvió a los escenarios durante varios años, con actuaciones memorables en festivales como Coachella y Reading. En 2020, cuando el mundo se agitaba entre protestas y pandemias, la banda anunció una nueva gira mundial que, aunque interrumpida por motivos de salud de De la Rocha, confirmó la vigencia de su mensaje.
Veinticinco años después de aquella ruptura, Rage Against the Machine sigue siendo una referencia ineludible. Su música, con su mezcla de riffs incendiarios y rap combativo, anticipó el discurso de una era en la que la protesta volvió al centro de la cultura popular. Y la salida de Zack de la Rocha, lejos de borrar su legado, lo engrandeció: demostró que incluso en el rock, la coherencia puede ser más fuerte que el éxito.
Si algo queda de aquel 18 de octubre de 2000, es la imagen de un grupo que se atrevió a incendiar el sistema desde dentro, sabiendo que, antes o después, las llamas también podían alcanzarles. Porque como gritaban en una de sus canciones más emblemáticas: “It has to start somewhere, it has to start sometime” (“Tiene que empezar por alguna parte, tiene que empezar en algún tiempo”). Y ese tiempo —para Rage Against the Machine— empezó con una ruptura.