Día Mundial contra el Cáncer de Mama: ¿por qué el deporte es tan importante?
Según los estudios y las declaraciones de la oncóloga María Fernández Abad

Una joven practicando el fitboxing / Drazen_
Este 19 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cáncer de Mama, una fecha que nos recuerda la urgencia de seguir visibilizando esta enfermedad que, según datos de la Organización Mundial de la Salud, representa uno de cada cuatro casos de cáncer diagnosticados en mujeres. En nuestro país, además, se ha convertido en la principal causa de muerte entre mujeres de entre 35 y 55 años, con más de 6.000 fallecimientos cada año. Unos datos que no pasan desapercibidos en absoluto.
Son múltiples las causas y, en muchos casos, impredecibles, pero hay factores que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecerlo. Uno de los más efectivos es el ejercicio físico, especialmente el entrenamiento por intervalos de alta intensidad (HIIT), que no solo contribuye a la prevención, sino que también mejora la calidad de vida durante el tratamiento y en la recuperación posterior.
Te recomendamos
"Existe evidencia científica sobre los beneficios del ejercicio físico en la prevención del cáncer de mama, en la mejor tolerancia al tratamiento durante el tiempo de su administración y a largo plazo en la supervivencia, y se ha comprobado que el ejercicio físico puede mejorar la calidad de vida de los pacientes que lo realizan de forma regular", explica María Fernández Abad, oncóloga médica del Hospital Ramón y Cajal, asociada y miembro del Comité de ejercicio físico oncológico de GEICAM.
LOS40
LOS40

Lazo rosa en referencia a la lucha contra el cáncer de mama / SandraMirey Photography

Lazo rosa en referencia a la lucha contra el cáncer de mama / SandraMirey Photography
La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) ha señalado que mantener una rutina de actividad física puede disminuir hasta en un 30% la probabilidad de desarrollar varios tipos de cáncer, entre ellos el de mama, colon, vejiga urinaria, endometrio, esófago y estómago. Además, el riesgo de fallecer por cáncer se reduce hasta en un 20% en personas activas. A esto se suma un estudio internacional liderado por GEICAM y el consorcio TRIO, que ha demostrado que un índice de masa corporal elevado puede afectar negativamente la eficacia de ciertos tratamientos como la quimioterapia con taxanos en mujeres con cáncer de mama en fases tempranas. Por tanto, mantenerse en forma no solo es una cuestión de salud general, sino también de mejorar las posibilidades de éxito terapéutico.
En este contexto, disciplinas como el fitboxing se posicionan como una opción atractiva y eficaz. Este entrenamiento combina movimientos de boxeo sin contacto con ejercicios funcionales y cardiovasculares, todo al ritmo de la música. Lo practican mayoritariamente mujeres —un 70% de sus usuarios— y ofrece beneficios físicos y emocionales que van más allá del deporte.
Este deporte se puede practicar en cada vez más clubes en España, como es el caso de Brooklyn Fitboxing, entre otros. Han desarrollado un sistema que adapta cada sesión a las capacidades individuales de sus participantes, incluso en clases grupales. Este enfoque inclusivo permite que mujeres que están atravesando un tratamiento oncológico o que ya lo han superado puedan entrenar de forma segura, sentirse acompañadas y mejorar su bienestar físico y emocional.
El ejercicio físico, por tanto, se convierte en un aliado fundamental no solo para prevenir el cáncer de mama, sino también para acompañar a quienes lo enfrentan en su proceso de recuperación. Disciplinas como el HIIT y el fitboxing ofrecen una vía para fortalecer el cuerpo, cuidar la mente y construir comunidad. Porque cada golpe cuenta, y cada gesto suma en esta lucha que es de todas.














