Planeta Cómic resucita “X” de CLAMP, el manga del apocalipsis que nunca tuvo final (en papel)

Planeta Cómic estrena en Diciembre en las librerías españolas el primer tomo de X, la mítica serie de CLAMP, en una nueva edición. Hablamos de uno de los grandes iconos del manga de los 90: un cóctel de apocalipsis, drama adolescente y estilazo visual que marcó a una generación… y que, paradójicamente, sigue inconcluso en formato manga.

De regreso a 1999: el fin del mundo según CLAMP

“X” (también conocida como X/1999) arranca con una premisa sencilla y demoledora: el mundo está destinado a acabar en el año 1999 y el escenario del apocalipsis será Tokio. Allí regresa Kamui Shirō, un joven que, casi sin quererlo, se convierte en la pieza clave de una profecía. Su misión no es solo luchar, sino elegir de qué lado está en la batalla final: por un lado están los llamados Dragones del Cielo, dispuestos a proteger a la humanidad a cualquier precio; frente a ellos se alzan los Dragones de la Tierra, que consideran que la única forma de salvar el planeta es dejar que la humanidad desaparezca.

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Entre profecías, sueños premonitorios y rascacielos que se desploman, CLAMP construye un melodrama fantástico donde pesan tanto las visiones del fin del mundo como las relaciones entre personajes: amistades de la infancia truncadas, amores imposibles, familias rotas. Todo está envuelto en un dibujo barroco, lleno de plumas, flores y espadas imposibles.

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Un clásico maldito: por qué “X” quedó en pausa

“X” comenzó a publicarse en Japón en 1992 en la revista Monthly Asuka y se detuvo en 2003, cuando la serie quedó en hiatus indefinido, sin llegar al final que CLAMP tenía planeado. En total se recopilaron 18 tomos más un volumen adicional, pero la historia no alcanzó su conclusión oficial.

El motivo no fue la falta de ideas, sino el contexto: el manga mostraba terremotos, destrucción de edificios en Tokio y muertes muy violentas, elementos que empezaron a resultar incómodos a raíz de varios sucesos reales en Japón, como el terremoto de Kobe o casos mediáticos de violencia. La editorial japonesa pidió cambios y suavizar ciertos aspectos; CLAMP, sin embargo, se negó a modificar el final que tenían en mente y la serie quedó congelada en el tiempo.

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En España, Planeta recupera ahora X, con nuevas portadas; una puerta de entrada ideal tanto para quienes la descubren por primera vez como para quienes en su día la leyeron a medias o en ediciones ya descatalogadas. Eso sí, tenedlo claro, no leeréis el final.

Cuando el anime sí llegó al final

Que el manga esté inacabado no significa que no exista un final para “X”. La obra tuvo dos adaptaciones animadas que ofrecieron su propia versión de la historia: primero llegó una película en 1996 que condensaba el conflicto en un gran clímax trágico; años después, entre 2001 y 2002, se emitió una serie de televisión de 24 episodios producida por el estudio Madhouse, que se tomó más tiempo para desarrollar a los personajes y propuso un desenlace distinto, pero igualmente cerrado.

Como el manga nunca llegó a su conclusión, son precisamente estas adaptaciones las que se han encargado de dar forma a ese final soñado. El resultado es que, si el lector se enamora de la historia en papel, sabe que tiene un destino claro al que dirigirse: el anime está ahí para proporcionar la catarsis que el manga, por ahora, no ha podido ofrecer.

Empezar algo sabiendo que no termina

Leer “X” hoy, por mucho que te guste, será una experiencia agridulce. Es cierto que uno entra en la serie sabiendo que, al menos en su versión manga, no va a ver el final que CLAMP tenía en mente. Pero también es verdad que, si queremos acceder a ciertas obras “malditas” de la historia del cómic, a veces no queda otra que aceptar esas reglas del juego.

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A cambio, el lector se lleva uno de los grandes retratos del fin del mundo hechos desde el manga, un despliegue gráfico que sigue resultando impresionante tres décadas después y una pieza fundamental para entender la trayectoria de CLAMP, autoras clave en el cómic japonés contemporáneo. No es solo una obra de culto, sino también una cápsula del tiempo que condensa el espíritu apocalíptico y romántico de los 90.

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