Influencers que la lían en espacios naturales protegidos: ¿vale todo por un like?

Baños prohibidos, drones ilegales, acampadas en lugares no permitidos… La denuncia de la Guardia Civil a Alfonso Santaella reabre el debate sobre los límites de las redes sociales en la naturaleza.

Captura de uno de los vídeos del influencer denunciado, Alfonso Santaella.

La imagen es poderosa y atractiva: agua helada, montañas espectaculares y un influencer lanzándose de cabeza a una laguna glaciar. Miles de visualizaciones, centenares de likes y comentarios de admiración. Pero hay un problema: la escena ocurre en un espacio natural protegido y lo que para algunos es "contenido extremo", para el medio ambiente tiene un coste elevado.

El último caso en encender la polémica ha sido el del influencer Alfonso Santaella, con más de 430.000 seguidores en Instagram, denunciado hasta en seis ocasiones por la Guardia Civil por realizar actividades prohibidas en el Parque Regional de la Sierra de Gredos. En sus vídeos se le ve bañándose en lagunas glaciares tras romper el hielo, acampando sin permiso o volando drones en zonas de especial protección. Todo ello, en ecosistemas extremadamente frágiles.

En los últimos años se han multiplicado las publicaciones en redes sociales que usan la naturaleza como un decorado

Pero no es un caso aislado. En los últimos años se han multiplicado las publicaciones en redes sociales que usan la naturaleza como un mero decorado sin tener en cuenta las normas ni el impacto real de estas acciones. Búsquedas del tesoro en dunas protegidas, baños en parques nacionales o excursiones fuera de senderos marcados son solo algunos ejemplos de una tendencia que va a más, especialmente en periodos vacacionales.

El efecto llamada

Según Ecologistas en Acción, cualquier visita a un espacio natural genera impacto, aunque no todos los daños son iguales. El simple pisoteo, el ruido, salirse de los caminos, dejar residuos o usar vehículos y drones puede afectar seriamente a la flora y la fauna. En lugares de alta montaña o humedales, el daño se multiplica.

Los influencers tienen una importante responsabilidad a la hora de compartir contenido. / Yuichiro Chino

A esto se suma el conocido como "efecto llamada". Cuando un creador de contenido comparte la localización exacta de un paraje espectacular, muchas personas quieren repetir la foto. Si el espacio no está preparado para recibir tanta afluencia, el problema está servido. Y no solo eso: también se normaliza saltarse las normas para conseguir la imagen perfecta, como cruzar vallas o acceder a zonas restringidas.

En el caso de Gredos, la Guardia Civil recuerda que allí viven especies especialmente sensibles a la presencia humana y al ruido, como el águila real, el buitre leonado o la cabra montés. Actividades como volar drones o bañarse en lagunas glaciares pueden alterar su comportamiento, interferir en la reproducción y degradar hábitats únicos.

Entonces, ¿qué falla? Para los ecologistas, una de las claves está en la información y la conciencia. Muchas personas piensan que "por acercarse un poco más" no pasa nada. A veces no pasa. Otras, sí. Por eso es fundamental conocer las normas antes de visitar un espacio protegido y entender por qué existen. También, entender que las redes sociales no son el enemigo, e incluso pueden ser una herramienta poderosa para defender el planeta, pero no pueden ser una excusa para todo.