El pequeño de ‘Los problemas crecen’ confiesa que bebía con 4 años

Tras pasar por la exitosa serie de los 80 poco hemos vuelto a saber de él aunque ahora reaparece para hablar de su alcoholismo

Los detractores de que los actores empiecen a trabajar siendo unos niños, tienen un nuevo argumento para defender su postura. El eterno debate de la explotación o no infantil de los niños que trabajan en series de éxito no logrará poner de acuerdo a todo el mundo pero lo cierto es que, se entienda como se entienda, ha dejado muchos juguetes rotos por el camino. Uno de ellos, Jeremy Miller, el hijo pequeño de los Seaver, la familia de Los problemas crecen.

La serie estuvo en antena durante 7 años y le dio muchas alegrías a todos los que participaron en ella. Kirk Cameron se convirtió en ídolo de jovencitas que forraban sus carpetas y llenaban sus paredes de la habitación con sus fotos. Pero no todo fue tan bonito.

Cameron no volvió a repetir el mismo éxito y ahora es un fanático religioso de lo más extremista. Pero, tampoco le fue mucho mejor a su hermano pequeño en la serie, Jeremy Miller. Tras pasar por aquel proyecto desapareció del mapa y ahora ha reaparecido gracias a Oprah Winfrey y su espacio en el investiga qué fue de esos personaje que tuvieron éxito y nunca más se supo de ellos.

Miller ha confesado que es alcohólico pero nada de pensar que empezó a beber cuando vio que su carrera fracasaba, no, ya bebía de antes. De hecho, ha confesado que empezó a beber con 4 años. “Mis abuelos solían hacer fiestas en casa y yo corría después de que terminaran para acabar con todas las cervezas que quedaban abiertas y a medio terminar”.

De todas formas, piensa que su alcoholismo, en realidad, empezó cuando tenía 12 años y se emborrachó por primera vez. “Siempre he notado que había algo en mí que me hacía beber. No sé si es algo genético, mental o como quieras llamarlo, pero nunca encontraba el botón de apagar en mi adicción”, reconocía.

La cosa no mejoró con el tiempo sino más bien todo lo contrario. Pero como suele suceder en estas cosas, llegó un momento en el que tocó fondo, “lo entendí cuando me desperté en mi cuarto sin saber qué había hecho y mi novia estaba en un extremo de la cama, enfadada una vez más conmigo. Si me hubiera dicho que había matado a cuatro personas por la noche y que las tenía en el coche, no hubiera podido negarlo porque no me acordaba de nada”, contaba.

Fueron tiempos difíciles en los que el alcohol anuló su vida y su persona. “A veces pienso que menos mal que en aquella época no tenía una pistola en mi poder, no sé qué habría pasado entonces”, aseguraba.

Miller es un ejemplo de que el éxito no está unido, en absoluto, a la felicidad.