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Watch Dogs 2 te da lo que no te dio el primero
Y además un hípster con gafas y bigotito
El género "sandbox", o "mundo abierto" para todos aquellos que pasen de tecnicismo, se ha convertido en un estándar para muchos. Las aventuras lineales ya no gustan, la gente quiere poder recorrer ciudades completas, elegir misiones y decidir cuándo y cómo hacer las cosas. Watch Dogs 2 viene para "enmendar" los errores del primero (que más que errores fueron falsas promesas, pero bueno).
El prota es Marcus, un hípster de color, con gafas y bigotito. Un hacker la mar de simpático que cae bien desde la primera escena y que, además, actúa como "vigilante" haciendo incursiones que no tocan en grandes corporaciones defendidas por su código moral de hacker. El juego insta a la infiltración; de hecho, la personalidad del personaje no "casa" demasiado con la violencia desmedida (que también habrá... y mucha) por lo que tenderemos casi sin darnos cuenta a evitar la confrontación buscando que la historia y sus personajes cumplan con esa personalidad. Resulta muy raro verles tranquilos, bromeando, tras una secuencia en la que hemos matado una docenita de civiles y otras dos de policías... no cuadra.
Muchas de las misiones siguen ese mismo patrón que esbozábamos; infiltración en un gran complejo altamente vigilado para robar documentos, hackear alguna base de datos o reventar alguna fuente de alimentación. Por regla general (por no decir "siempre"), encontraremos varias formas de completar nuestro objetivo; diferentes accesos, posibilidades de hacer avanzadillas usando drones... es una lástima que el juego no "premie" que las misiones terminen sin violencia, debería. Echad un vistazo al "modus operandi" de Marcus:
Cuando llega la violencia y las armas entran en juego, lo único que marca la diferencia con el resto de shooters es la posibilidad de usar herramientas de hacking en pleno combate; hacer estallar fuentes, electrocuciones a distancia, despistar enviando información falsa con drones o, por supuesto, hackeos en persecuciones sobre ruedas que, aunque dejan la ciudad "echa unos zorros", suelen ser de gran utilidad.
Cuando no estéis completando misiones de historia, estaréis deleitándoos con el generoso mapa de San Francisco que tiene para vosotros Watch Dogs 2. No es el más grande que hemos visto, pero sí uno de los más detallados, lleno de puntos reconocibles y zonas que esconden puzles de hacking para el divertimento de todos aquellos "completistas" que quieran acabar viendo el "100%" en su pantalla.
San Francisco, grande, bonita y llena de tipos raros:
Luego llega el online, que ya ha arrancado. Y que ofrece verdaderas experiencias diferentes a lo que suele marcar el patrón. Las "incursiones" en partidas ajenas son tremendamente divertidas y cambian el concepto lineal que hemos tenido siempre de un multijugador online. El modo "hacking" hará que alguien, de repente, irrumpa en vuestra sesión robando información y tendréis que impedirlo, descubrir al individuo y darle caza, por ejemplo.
Watch Dogs 2 es una gran opción para aquellos que piensan mucho cada compra buscando ese juego que no va a salir de la consola en tiempo. A pesar de la linealidad y el excéntrico diseño de sus personajes, que ciertos rangos de edad ya no tragarán con facilidad (en serio, el tio de la máscara LED con voz modificada es un poco "pasarse" ya), la historia fluye, las misiones, aunque se repitan, son entretenidas por las posibilidades que tienen y la ciudad de San Francisco cumple ofreciendo un entorno cuidado y con limites difíciles de alcanzar. Además, una experiencia multijugador diferente, hace que Watch Dogs 2 no sea simplemente "otro GTA" y sumará unas cuantas horas de entretenimiento al paquete.
Por nuestra parte, poco más hay que decir; unas navidades de "hacking" son unas buenas navidades.