Detenidas seis personas vinculadas a la UGT - Editorial
Han sido detenidas seis personas vinculadas a la dirección de UGT Asturias tras el registro de tres de sus sedes en Oviedo. El sindicato ha sacado un comunicado en el que defiende la correcta actuación conforme a la ley y la normativa a la que siempre ha estado sujeto el proceder de la organización. Habrá que esperar por aquello de la presunción de inocencia que tanto exigen los políticos de uno y otro lado cuando les han “pillao con el carrito del helao”, más pensando en ver si pasa algo más gordo que desvíe la atención mientras tanto, que en la certidumbre de la propia inocencia de aquellos miembros que hayan sido aludidos y que se hayan visto salpicados por algún que otro caso de corrupción. Es, por supuesto, una sensación mía, nada más, no pretendo darlo como una realidad palpable, sino más bien como un pálpito personal. Desde la dirección del la UGT han añadido además que colaborarán con la justicia en todo momento y en todo lo necesario. Bien, eso está muy bien. Esperemos que en este caso no haya que lamentar la destrucción de ningún ordenador ni nada. Es muy triste que alguien robe, que alguien estafe, que alguien cometa un delito, sea el que sea y sea quien sea, pero lo es más, si cabe, si ese alguien es además un representante de alguna entidad, organización, institución o colectivo a quien se suponen características benefactoras, protectoras, dadivosas, filantrópicas o preocupadas por el bien común. Si un ladrón recurrente cualquiera roba un coche está mal, si el mismo coche lo roba un presidente de una ONG, está igual de mal y hace el mismo estropicio al dueño, pero choca más, hace más daño socialmente y es mucho más devastador el efecto del acto, porque en él seguramente mucha gente habría depositado su confianza, si no algo más. El mensaje que se lanza a la sociedad tiene un efecto dañino multiplicador. Pues bien, con actos como el que la UCO (Unidad Central Operativa) parece sospechar que algunos miembros de la UGT Asturiana vinieron cometiendo desde tiempo atrás y que se resume en un presunto fraude continuado en la administración y gestión de subvenciones destinadas a la formación, pasa lo mismo que con ese presidente ficticio de la ONG que hubiera robado un coche, que tan solo la apariencia del hecho, hasta que no se demuestre lo contrario, hace mucho más daño que si ese mismo acto lo hubiera llevado a cabo un delincuente común. Ojalá todo quede en un equívoco, del mismo modo que, de verdad, todos esperamos en el fondo de nuestro corazón que los que estén siendo juzgados por ser presuntos malos, queden libres porque no lo sean. Ojalá el dicho que reza “Piensa mal y acertarás” nunca se confirmase, pero me temo que la verdad, en demasiadas ocasiones, se nos viene encima cargada de decepción.












