Cobardes en redes sociales - EDITORIAL DE JUAN LUIS

Las redes sociales son un reflejo de la sociedad, ni más ni menos, con la diferencia de que si en la vida real tú insultas a alguien a la cara te arriesgas a que ese alguien te arree un guantazo o te deje en ridículo o te denuncie. Las redes sociales son un reflejo de la sociedad, sí, cargada de gente honesta, gente ocurrente, inteligente, bondadosa y agradable que solamente puede demostrar su honestidad, sus ocurrencias, su inteligencia, su bondad o su amabilidad con palabras, en la distancia y desde el universo virtual, pero también conviven en ese mismo universo canallas, acomplejados, cobardes, gentuza, odiadores, acosadores, trasnochados, que se ocultan tras un huevo dibujado o tras un mote encubridor para herir, vejar, difamar, insultar, aborrecer, maldecir y arrojar su bilis en la seguridad de que su mierda llega y la única consecuencia que tendrá para ellos será que tendrán que seguir acarreando con su cruz personal y que continuarán en la soledad que impone ser un desdichado. Eso es así, al menos, si no eres de los que hacen un chiste sobre Carrero Blanco, porque entonces te cae la justicia a plomo sobre la espalda.
Tras la muerte de Bimba Bosé a la que, por cierto, no tuve el gusto de conocer, tan solo de saludarla una vez, la gentuza reprimida, rastrera, esa que malvive en la calle y sobrevive en la red, alimentándose de sus propias vejaciones, difamaciones, insultos, aborrecimientos, maldiciones y empapando con su bilis a los demás, porque ese es el contenido de su despensa diaria, ha dado rienda suelta a su penuria existencial. Dan pena, sí y la misma pena dan quienes lo hacen desde su propia identidad, porque no esconderse para insultar en la distancia no implica más que un arrojo vano, una valentía insustancial. Me ha parecido asqueroso el vapuleo injusto al que han sometido a Miguel Bosé y a su familia tras el fallecimiento de Bimba y aunque ya sé que los delitos que pretenden imputar a la chica que hizo el chiste sobre Carrero Blanco o los que han llevado a condenar al cantante de Def Con Dos, me parezcan o no oportunos, son otros, porque quienes llevan esto de la justicia los juzgan por enaltecimiento del terrorismo, a mí me gustaría que se emplearan con el mismo furor en encontrarles a estos, a los odiadores del otro lado, una percha jurídica de la que colgar la repugnancia digital para, por lo menos, que se lleven un susto.
Como ya ocurriera con el torero Víctor Barrio o con el niño Adrián, los odiadores salen indemnes, incluso algún que otro gacetillero de pacotilla se ha visto en el derecho de dar rienda suelta a su mediocridad en forma de agravio desde su cuenta en las redes. Triste refugio para tanto anodino vital cuya integridad ocupa, como mucho, 140 caracteres.
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