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Spidey: Spider-man, versión exprés
Es apetecible pero no es imprescindible
La colección 100% Marvel estrena "tapa dura" con el cómic Spidey; como decimos, la versión "exprés" del trepamuros de la casa.
Una serie rápida, y de consumo instantáneo gracias a sus capítulos auto-conclusivos. Creada quizás para todo aquel que se perdiera los primeros pasos de Peter Parker bajo la máscara o para el que quiera revivir sus primeras aventuras a toda velocidad.
Por si has estado en coma los últimos años y no has tenido oportunidad de ver la serie de dibujos de los '90 y las pelis de Tobey McGuire; hablamos del Doctor Octopus, el hombre de arena, El Lagarto o El Buitre... entre otros.
Cada capítulo tiene su mini-altercado de arranque, su villano principal y alguna pincelada de la vida de Peter como estudiante de instituto de 15 años, repartidor de pizzas o fotógrafo del Daily Bugle.
Del guión no hablamos, porque no tiene nada de especial. El dibujo de los tres primeros capítulos recopilados corre a cargo de Nick Bradshaw, que se encarga de convertir un producto hecho por encargo para vender trillones a gente despistada en un tebeo de interés. Muy "cartoon-ero" y correcto; con reminiscencias de la etapa de John Romita Jr., incluso. El lío llega cuando entra André Lima a sustituir, con viñetas mucho más vacías y un dibujo infinitamente más plano (que no malo, simplemente menos adecuado para un super-héroe como Spiderman).
En conjunto, el apartado artístico del volumen cumple. Un arranque espectacular para llegar a una meseta interminable de corrección.
Spidey recuerda a aquel "Ultimate Spider-Man" que intentó adaptar al personaje al tiempo presente. Un regalo perfecto para pequeños que se incorporen al mundillo del cómic americano y un "primer volumen" para todos los que hayan llegado tarde al resto y tengan ganas de empezar una colección del trepamuros.
El mismo Peter Parker avisa en sus primeros bocadillos: "Vale, asombroso probablemente sea demasiado... ... ¿Qué tal Spidey?". Lo dicho, la versión 2017 y exprés de un clásico. Es apetecible pero no es imprescindible