Especial
Dragon Ball Fighterz es un sueño hecho realidad
Dos días en la Beta y no quiero saber nada más del mundo
Por fin ha llegado ese fin de semana en el que Namco Bandai reparte chocolatinas de Willy Wonka y unos pocos elegidos pueden entrar en la fábrica a jugar a Dragon Ball Fighterz (me ha quedado un poco rara la metáfora, pero vale...).
Tras un fin de semana en Dragon Ball FighterZ puedo y quiero decir que tiene todo lo que quería que tuviera.
De pequeños, los que nacimos en los 80, conocimos y flipamos con los juegos de Super Nintendo, con sus pantallas partidas por una barrita, kames grandotes y la máxima fidelidad para con la serie (dentro de lo que permitían los 16 bits), más tarde llegó Shinbutoden de Saturn, que acercaba un poquito más todavía ese mismo sistema al look de la serie original y ya en los tiempos que corren, empezaron a llegar Budokais y Budokai Tenkaichis que cada vez hacían más atractiva la experiencia tridimensional.
Pero hemos tenido que esperar hasta 2017 para probar el juego con el que todos habíamos soñado.
Un juego de lucha bidimensional (aunque esté construido con polígonos) con una mecánica rápida y fidelidad absoluta con el anime original; esto es, ataques devastadores, escenarios destructibles y personajes enormes creados a partir de movimientos vistos. Todo puesto a funcionar bajo un formato 3 VS. 3 que hace todavía más caóticas las batallas, como dictan los cánones de Toriyama.
Visualmente, Dragon Ball FighterZ es una barbaridad.
Creado por Arc System Works utilizando el mismo motor y método usado para Guilty Gear Xrd, todo ha sido creado con polígonos para acabar con un acabado cell-shading y coloreado plano que hace que todo lo que se ve en pantalla parezca un dibujo bidimensional.
De momento hemos podido probar los 11 primeros personajes presentados.
Los saiyans principales; Goku, Gohan, Trunks y Vegeta; amigos como Piccolo y Krillin, los androides 16 y 18 y los villanos reglamentarios; Freeza, Cell y Bu.
Lo más importante y mi principal inquietud resuelta; los personajes son diferentes entre sí; muy diferentes.
Sí, comparten movimientos como la persecución o los "kamecitos" básicos, pero cuando empiezas a estudiar movimientos, velocidades y golpes especiales, los personajes se distancian muchísimo y cada uno tiene su lugar.
El Androide 16, por ejemplo, es "el Zangief" del juego; grande y lento pero muy letal.
Krillin, por el contrario, es escurridizo y difícil de alcanzar.
Hay personajes como Trunks, mixtos, que tienen ataques para todo, pueden "zonear" desde lejos para impedir el avance o ejecutar una super de agarre justo al lado del contrincante.
De verdad, cuando pierdes tiempo con los personajes te das cuenta de que Dragon Ball FighterZ no es la versión en consola de sobremesa del Extreme Butoden de 3DS, aquí hay ciencia y material para entrenar.
Los escenarios son brutales, enteramente destructibles y algunos tienen transiciones.
Un buen golpe en el momento oportuno del combate y vuestro oponente saldrá volando destrozando montañas hasta llegar a un nuevo paraje en el que partirse la cara.
O, ¿por qué no acabar arrasando por completo el planeta Namek para acabar peleando entre tierra y lava a punto de estallar?
No puedo expresar con suficiente acierto el nivel de fidelidad que tiene este "FighterZ" con el material original y, por tanto, a qué nivel se convierte en un sueño hecho realidad para muchos.
Además, es un muy buen juego de lucha, desarrollado por uno de los mejores estudios del sector, con grandes posibilidades de abrirse hueco en las competiciones profesionales.
Si te mola Dragon Ball, deberías tener FighterZ reservado desde ya. Toca esperar a 2018 para hablar del tema con más detalle.