Una vida a lo grande: Lo que sí y lo que no nos ha gustado
Matt Damon encogido a escala uno diez
No es el mejor momento en la carrera de Matt Damon ahora que ha decidido dar a conocer al mundo entero que no empatiza en absoluto con los problemas de las mujeres acosadas y abusadas en Hollywood así que igual sería un momento precioso para que tomara la decisión de su personaje en Una vida a lo grande, Paul, y se redujera a doce centímetros de tamaño y marchara a ese mundo ideal para personas pequeñas.
La película se ha vendido como una sátira social en la que se promete una vida de lujo y brillos a los que tomen la decisión de dejar el mundo de los 'normales' y se embarquen en esa vida pequeña en la que todo es, evidentemente, más barato.
Alexander Payne, al que conocimos con películas como Entre Copas, dirige esta película de ciencia ficción con un planteamiento original que no llega a funcionar del todo.
A Matt Damon lo acompañan Kristen Wiig, Christoph Waltz y Hong Chau en una película con algunas luces y algunas sombras.
Lo que sí
La dirección de Alexander Payne: La película técnicamente no es sencilla, obviamente, y el mundo en miniatura que se representa, sobre todo durante la segunda mitad, no era fácil de conseguir pero el director lo hace.
Christoph Waltz: Sus papeles de bon vivant siempre son un gustazo. Verlo haciendo lo que sea siempre es un gustazo.
Lo que no
La película es un tótum revolútum en la que hay, aproximadamente, cinco historias que comienzan y nunca llegan a acabar.
Matt Damon: Hay que ubicarse.
El falso trasfondo humanista de la cinta: El mundo se va a acabar igual nos reduzcamos o no. Las desigualdades van a seguir existiendo. El mensaje buenrollero se queda corto y un poco infantiloide.
En ocasiones uno no sabe si la película ha sido un encargo del que el director no se ha podido escabullir.