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David Otero conquista el Circo Price con su carisma y diversión
Momentos entrañables, invitados especiales y mucho, mucho baile
David Otero daba el pistoletazo de salida a la gira que sucede a su nuevo disco, 1980, este viernes 22 de septiembre con un concierto en el teatro Circo Price de Madrid. Después de su visita a nuestra redacción, teníamos buenas vibraciones. Ahora podemos decir que no nos falló la intuición.
Antes de entrar a la sala, nos llamó la atención la gran variedad de gente congregada en la puerta. Hombres y mujeres de todas las edades charlaban con ánimo y compartían sus expectativas sobre el concierto. Mientras tanto, niños y niñas correteaban de un lado para otro. Nuestra primera pregunta fue ¿conseguirá David conquistar a un público tan variopinto?
Una vez dentro, entendimos el porqué de su elección del teatro como lugar encargado de acoger el concierto. Un espacio cuya capacidad para albergar personas comienza a ser ambiciosa sin caer en la ostentosidad, con una disposición que facilita la visibilidad desde todos los ángulos y alturas, y dotado de asientos de los que, a decir verdad, el público asistente hizo poco uso.
Y es que nada más comenzar el espectáculo, después de una cuenta atrás seguida por la multitud a voces y con un juego de luces encerradas en focos que emulaban cubos de Rubik (un guiño al famoso rompecabezas comercializado como juguete en 1980), todos y todas se pusieron en pie para recibir a David y a su banda con un caluroso aplauso al que seguían los primeros acordes de Jardín de flores, el tema elegido para dar apertura.
A partir de ahí, fue un no parar. Micromagia, Me enciendes, No te voy a olvidar y Aire eran los temas que seguían al primero, encadenados uno tras otros de forma dinámica y con una única pequeña pausa en la que rápidamente el artista aprovechó para dar la bienvenida y agradecer al público su presencia.
Tras ellos, le tocó el turno a Peter Pan, una canción que, aunque la costumbre asocia a la voz de Dani Martín durante la época de ambos en El Canto del Loco, está compuesta por David. Su interpretación fue más suave y melódica en comparación a la original, logrando que el tema resultase aún más conmovedor.
A nuestro alrededor pudimos ver cómo la gente seguían el ritmo de los temas con el cuerpo. Aplaudían, levantaban los brazos y los más y las más pequeñas giraban sin parar. No nos quedaba duda, el espectáculo de David es un plan perfecto para compartir en familia o en cualquier tipo de compañía, la diversión que desprende no deja indiferente a nadie y, tanto el carácter de las canciones como su interpretación en directo, hacen que su música sea accesible a todo tipo de público y gusto musical.
Otro de los descubrimientos de la noche fue la voz de Cristina Rubio, encargada de los coros y el teclado, a la cual escuchábamos por primera vez cantando algunas partes a dúo en Castillo de arena y que posteriormente superaba el reto de sustituir a Rozalén en Baile. El resto de la banda estaba compuesto por los músicos Raúl Galván (guitarra), Gelu Galván (bajo) y José Muñoz (batería), que se convertían en la combinación perfecta para alcanzar un gran sonido grupal, donde se dejaba notar la confianza e implicación entre ellos.
Hacia el final del concierto, cuando ya habían sonado Muerde el amor, Azul y blanco, Al otro lado del mar, Loco de amor, 12 horas, Como ya no estás y Gira, David nos regaló un medley donde mezcló varias de sus obras de El canto del loco, como Llueve en mí, Un mundo para ti, Por las calles de Palermo, Puede ser (en cuya versión original participó Amaia Montero), Bestias, Peces voladores, La luna va y viene y El pescao.
Cuando el público aún contaba con actitud suficiente para aguantar una buena dosis de adrenalina musical, David anunció el cierre. Y para quitar todo atisbo de tristeza comenzaron a tocar Buscando el sol, tras la cual estallaron los aplausos y el famoso cántico “otra, otra”. Parecía que no había nadie en disposición de despedirse.
El equipo lo sabía, y por eso en los bises aún quedaban sorpresas preparadas de la mano de invitados muy especiales. La incorporación en el escenario de su productor Tato Latorre acompañado de un teclado Fender Rhodes con el que interpretaron juntos Precipicio al mar y Manuscrito logró conmover al público. Pero el momento más inesperado y enloquecedor de la velada fue la invitación a Luis Cepeda, que había estado presente durante todo el concierto, para cantar junto a él el famoso Tal como eres.
David Otero tiene un carisma especial que se deja notar cada vez que habla. A pesar de sentirse abrumado en el escenario, logra dirigirse al público con un cariño que crea un ambiente familiar en sus conciertos, pero que no por ello le resta de la potencia necesaria para enfrentarse a grandes masas.
De la gira que ahora le espera, podemos asegurar que el grupo sabrá hacer de cada uno de los conciertos un momento inolvidable. Desde LOS40 no podemos sino seguir deseándoles mucha suerte.