'The Wall': guía rápida para entender el último gran disco de Pink Floyd
Más de cuarenta años después, el disco más oscuro y conceptual de Roger Waters sigue removiendo conciencias más allá de la música
El 30 de noviembre de 1979, la banda británica Pink Floyd presentó The Wall. Fue el undécimo álbum de estudio del grupo, considerado una referencia en el rock progresivo. Es un trabajo doble, conceptual, que retrata la vida de una estrella ficticia basado en historias personales de los miembros del grupo. Se grabó entre abril y noviembre bajo la dirección del productor Bob Ezrin y de algunos de los miembros del grupo, y es toda una referencia en el mundo de la música.
En su momento supuso un acontecimiento cultural: cinco semanas de número uno en el Reino Unido y quince en Estados Unidos. La banda nos habla en The Wall de una estrella ficticia bajo el alias de 'Pink', los temas nos adentran en la historia del personaje pasando por todo tipo de temáticas que van desde la vida a la muerte, la guerra en la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña en la época Tatcher, el fracaso, las drogas, la familia... un todo que al final resultaban 'ladrillos' con los que construir su propio muro, un muro con el que aislarse del mundo y de su propia autodestrucción.
The Wall ya es un clásico, un prodigio sonoro repleto de reflexiones sobre la muerte, el éxito, la educación o la locura
Un muro que creó otro muro
Nacidos a mediados de la década de los 60, rápidamente se convirtieron en estrellas de la psicodelia, en parte gracias a las surrealistas letras de su primer cantante, Syd Barret. La salida de este, propiciada por problemas mentales, hizo que Roger Waters y David Gilmour se pusieran al mando de la banda, llevándola a un plano más experimental y rockero, con su cumbre en The dark side of the moon, que con 45 millones de copias vendidas es uno de los más exitosos de la historia.
Precisamente este brutal éxito, combinado con la personalidad retraída e inestable de Waters, fue lo que le llevó a pensar en The Wall, el proyecto que, a la larga, terminaría con el grupo.
Una de las muchas leyendas del mundo del espectáculo cuenta que, en 1977, Roger Waters, incapaz de gestionar la fama y la notoriedad alcanzadas, escupió desde el escenario a un fan en un concierto en Montreal. Pronto se arrepintió de aquello, e imaginó en su mente un muro entre los músicos y el público. Precisamente ese germen en su cabeza acabó convirtiéndose, dos años más tarde en The Wall, un muro musical que, lejos de funcionar como salvavidas entre la música y los fans, iniciaría una cuenta atrás para el fin de Waters, Gilmour, Mason y Wright como agrupación.
Más allá de la música
The Wall no es un disco fácil, y contiene algunos de los temas más oscuros de Pink Floyd, pero también contiene la canción más mundialmente popular de la banda, Another brick in the wall (Part II), un éxito pop que ayudó a que el disco explotara en ventas.
Un año después de su lanzamiento, en 1980, el tema Another Brick in the Wall fue adoptado en Sudáfrica como himno entre los estudiantes negros. La usaban para protestar contra el apartheid que en ese entonces hacía estragos en las escuelas del país. A raíz de ello, la canción fue prohibida oficialmente por el gobierno de ese país por incitar a los jóvenes a realizar disturbios. Como curiosidad, los niños que cantaron no pudieron aparecer en el vídeo oficial porque no contaban con la acreditación como artistas.
Este disco fue capturado tres años después por la Metro-Goldwyn-Mayer y el director Alan Parker cuando filmaron la película basada en el concepto de The Wall, que sigue de cerca la estructura musical del álbum. Alan Parker construyó las pesadillas que la banda británica plasmó en el disco con la ayuda del propio Roger Waters en la elaboración del guión y utilizando el mismo simbolismo que acompañó a los temas con algunas pocas modificaciones, pero cuenta con una intriga específica, un aire distópico, asfixiante y buena narrativa.
The Wall ya es un clásico, un prodigio sonoro repleto de reflexiones sobre la muerte, el éxito, la educación o la locura. Casi 40 años después de su aparición, sigue sonando en las conciencias de medio mundo, y sin proponerlo, incluso se convirtió en una premonición sonora de la caída del Muro de Berlín. De hecho, el propio Waters organizó en 1990 un concierto en el centro de Berlín apoyado por grandes estrellas de la música.
Daniel Garrán
Jefe de producto de LOS40 Classic