Metro: Exodus sale del subsuelo para renovarse
La supervivencia sigue siguendo muy dura en esta nueva entrega de la franquicia
Hay pocos juegos en la industria que me hayan producido una verdadera situación de angustia al jugar. Dead Space, Resident Evil, Metro 2033 y no muchos títulos más. El desastre nuclear que arrasó el mundo y obligó a los hombres a refugiarse bajo tierra emergerá de la misma el próximo 15 de febrero en una nueva entrega: Metro Exodus (Xbox One, PlayStation 4 y PC).
Un juego que renueva en cierto sentido la franquicia pero en el que la supervivencia sigue siendo extraordinariamente dura aunque ahora la sensación de claustrofobia en los túneles se verá sustituida por la impotencia de encontrar recursos suficientes para enfrentarse a lo que pasa en el mundo abierto.
Tras muchos años en el subsuelo, el aire de la superficie parece respirable lo que ha desatado la euforia del grupo que resiste junto a Artyom, el gran héroe de esta trilogía. El viaje está a punto de llegar a su fin si averiguamos lo que ha pasado con el gobierno.
A esa tarea me puse manos a la obra en el hands-on que pude disfrutar durante un evento en Londres al que fui invitado por Koch Media España. Los grandes y pequeños medios especializados y no especializados en videojuegos estaban allí para ver cómo 4A Games y Deep Silver han hecho cristalizar la tercera entrega del bestseller de Dmitri Glukhovsky.
Primer contacto con Metro Exodus
Una vez que el juego se pone en marcha en el Volga nos parece mentira ver la luz del día y que estemos jugando a la franquicia Metro. Pero ahí está el mechero, la máscara de gas, el mapa, la brújula, la vista en primera persona y ese tono ruso que tanto nos ha marcado desde hace años.
Diseminado ante nuestros ojos podemos ver un horizonte que se extiende casi hasta donde alcanza la vista y cuyo apartado gráfico es sobresaliente. Igual que la idea de liberar la exploración de Artyom que para sobrevivir tendrá que recorrer amplios pasajes del juego y encontrar recursos. Lanzarse a la aventura y sin explorar nos garantizará una muerte casi inmediata ya que el mundo abierto es tan o más peligroso que la oscuridad de los túneles.
En el agua y en la tierra viven unas monstruosas criaturas afectadas por la radiación a las que no les caemos demasiado bien. Además de aprender cómo se mueve el juego la primera lección que recibiremos será a ser curiosos e inteligentes: de nada sirve disparar a lo loco. La infiltración y el sigilo cobran el protagonismo que ya tenía el silencio en las primeras entregas.
Deep Silver ha hecho un gran esfuerzo a nivel gráfico y ha incluido también el ciclo de tiempo que nos permitirá compartir misiones de día o de noche. Nosotros decidimos como también sobre el equipamiento que queremos llevar encima. Para garantizar el éxito de las misiones, sean principales o secundarias, es recomendable usar las mesas de los refugios que encontraremos repartidos por los mapas para conseguir munición, armas, kits de curación...
En el Volga comenzarán a aparecer algunas novedades sutiles en este Metro Exodus como la posibilidad de remar en barcas (o conducir camionetas como se ha visto en el nivel Caspìan), algo lógico si contamos que los escenarios han multiplicado su tamaño. Sin embargo, en esos escenarios la IA de nuestros enemigos, sean humanos o no, no se ha incrementado en proporción y con algunos movimientos básicos podremos esquivar a las bestias y la atención de los humanos.
Al aire libre y bajo tierra
Si el nivel del Volga es una demostración del poderío gráfico de los exteriores de un juego acostumbrado a los interiores oscuros, Caspian es la demostración de que el estudio ha sabido combinar ambos universos.
Nos desplazaremos entre secuencias en el ferrocarril llamado Aurora al mando del Coronel Miller y tendremos como principal compañía a nuestra mujer Anna. Llegado el momento encontraremos en el desierto otros grupos de resistencia que también han estado escondidos durante mucho tiempo y que se quieren hacer con el control de los suministros y las antenas de comunicación.
Una tormenta de arena nos da la bienvenida a un nivel en el que tendremos que explorar con cuidado de no morir a manos de mutantes, infiltrarnos para ayudar a aliados, sorprender a enemigos en cuevas y finalmente llegar a un laberíntico laboratorio que nos ha recordado a los orígenes del juego. Ahí abajo el tiempo es oro y la máscara no dura para siempre.
Las armas de Metro Exodus
Hasta aquí habéis podido leer en un par de ocasiones el excelente trabajo gráfico del mayor juego concebido hasta la fecha por Deep Silver y 4A Games. Pero es que la ambientación sonora también es clave en el juego. No serán muchas las oportunidades que tengamos de liarnos a tiros, pero en caso de necesitarlo, la experiencia sonora no puede ser más realista.
El sonido que producen las diferentes armas (todas ellas personalizables) no es siempre el mismo y eso da valor al realismo con el que han querido tratar el juego. Entre las armas que tendremos a nuestra disposición me ha gustado especialmente manejar la ballesta, probablemente el arma más letal del juego y con posibilidad de recuperar las flechas disparadas.
Con este arma y una buena dosis de paciencia tiene uno la sensación de convertirse en un experto cazador pese a haber salido a mundo abierto. Un mundo abierto en el que los peligros no han disminuido sino que han aumentado.
Si tengo que ponerle algún pero a este Metro Éxodus además de la IA de algunos de los enemigos podría hablar de algunas texturas y animaciones y de la imposibilidad de saltarse algunos diálogos que tampoco añaden demasiada información al desarrollo del juego.
Acción, sigilo, exploración, survival... Metro Exodus sale del subsuelo para renovarse y convertirse en una de las grandes sorpresas del 2019.
Juan Ignacio Herrero
Redactor de LOS40 desde 2005