Especial
Oda al Walkman en su 43º cumpleaños
Los cambios que causó el dispositivo en nuestras vidas y en cómo nos relacionamos con la música y la tecnología siguen siendo relevantes
No es exagerado decir que el mundo de la música cambió para el 1 de julio de 1979. Ese caluroso día de hace 43 años, Sony lanzó el Walkman, el primer reproductor de música portátil que evolucionaría la forma de escuchar música de una forma que nunca ningún otro dispositivo había hecho antes. Bien es cierto que la radio portátil existía, pero el Walkman permitió que pudiéramos escuchar la música que quisiéramos en cada momento, otorgándonos una libertad nunca antes soñada a la hora de salir de casa.
Ya han pasado 40 años, y la revolución que creíamos definitiva, ha pasado inevitablemente a convertirse en un objeto vintage que guardar en un cajón y recordar con nostalgia. Fuera de modas como la de Guardianes de la Galaxia de Marvel o algunas ediciones especiales de nueva música, ya no usamos cassettes, ni siquiera CDs, y todos los móviles que tenemos ya pueden reproducir música, almacenar millones de canciones y trasmitir datos desde Internet a gran velocidad. Pero el hábito de llevar a música con nosotros a todas partes, de llevar nuestras canciones favoritas y crear nuestras propias listas de reproducción para cada momento, comenzó con el Walkman.
La firma holandesa Philips fue la primera en desarrollar tecnología de cassette magnético en 1963, lo que permitió el lanzamiento de equipos de sonido para el hogar capaces de reproducir cintas pregrabadas durante la toda esa década y declarar la guerra a los discos de vinilo. Sin embargo, fue Sony quien se dio cuenta del verdadero potencial del avance, liberando el negocio de escuchar música desde casa y haciéndolo móvil. 43 años después, los cambios que causó el Walkman en nuestras vidas y en cómo nos relacionamos con la música y la tecnología siguen siendo tan relevantes como siempre.
Aunque a menudo se imitaba al reproductor de cintas portátil, el original de Sony se convirtió en un clásico del diseño y sobrevivió hasta bien entrado el nuevo siglo, al verse desafiado nuevamente por Discman y otros reproductores portátiles que iban surgiendo más tarde. Y finalmente, dejó de producirse en octubre de 2010.
Fue el iPod de Apple y los reproductores de MP3 los que finalmente firmaron el acta de defunción del Walkman al eliminar la necesidad de citas previamente grabadas y de reemplazo, reemplazándolos con archivos digitales. El software de iTunes que lo acompañaba significaba que una biblioteca completa de todos sus discos favoritos estaba allí, en su bolsillo, y solo había que mover el pulgar hacia la derecha. Ya no necesitabas recordar llevarte el álbum que querías escuchar contigo cuando salías por la mañana. Pero en esa jungla cambiante de la electrónica de consumo, incluso el poderoso iPod finalmente sería conquistado por la llegada de teléfonos inteligentes y plataformas de streaming.
Sin embargo, como el vinilo, el Walkman ha sobrevivido como un icono kitsch de la tecnología y la nostalgia de los ochenta, e incluso se ha exhibido en museos a lo largo de todo el mundo.
Una de las razones del atractivo del producto fue que la tecnología de la cinta permitió a los consumidores grabar sus propias mezclas por primera vez en un medio barato, duradero, fácilmente disponible y transmitir el resultado, cuidadosamente curado, entre sus amigos.
Si bien los gustos de tecnología sucesora como iTunes y Spotify permiten a los usuarios crear listas de reproducción de sus canciones favoritas de forma rápida y cómoda, la evolución ya no tiene ese romanticismo de una cinta de cassette.
Aunque el formato de cassette fue reemplazado rápidamente por el CD con el cambio de siglo, casi dos décadas más tarde está viviendo un repunte que debido al culto al objeto y a la nostalgia que vivimos últimamente.
Según un artículo de The Guardian, las ventas se han disparado en el último año (125% más que en 2018), lo que representa más de 50.000 cintas de cassettes comprados en el Reino Unido , el mayor volumen en 15 años. Es una gran caída desde el punto máximo del formato en 1989, cuando los británicos compraron 83 millones de cassettes, pero también vivimos en un momento en el que Ariana Grande saca sus nuevos trabajos discográficos en este formato. La venta de segunda mano y los mercadillos también revitalizan el mercado de cassettes. Los coleccionistas de ahora se afanan en conseguir las referencias clásicas que se le perdieron en su época. Kanyen West, Nirvana o Eminem se buscan especialmente. ¿Por qué?
La afición por el pasado de la cultura pop se ha convertido en un fuerte atractivo de la cultura millennial: la industria del ‘marketing de la nostalgia’ ha crecido para las marcas que se venden a los menores de 35 años. Y así, Instagram está inundado de hashtag como #vintage o #cassette, y en Wallapop y otras plataformas, las réplicas del Walkman se venden por precios que nunca creíamos posibles.
Daniel Garrán
Jefe de producto de LOS40 Classic