Especial
El proyecto de la bruja de Blair cumple veinte años
Fue la primera película de terror viral tal y como las conocemos
Quizá los más jóvenes no conozcan lo que supuso la llegada de El proyecto de la bruja de Blair a los cines. O quizá ni siquiera les suene el título, pero lo cierto es que la película que se vendió como una suerte de found footage (metraje encontrado) de unos kamikazes que se metían en los bosques para comprobar si una leyenda que se contaba era cierta o no. Y el espectador tampoco sabía si era cierto lo que veía o no.
Una leyenda que hablaba de energías un tanto demoníacas en uno de los bosques de Maryland. La película, ya en 1999, se anunciaba a través de una página web en la que se detallaba que Mike, Josh y Heather se habían puesto a investigar aquello que no debían y habían desaparecido después dejando tras de sí tan solo unas cintas de vídeo sin editar.
Esas cintas que en realidad no muestran mucho, montadas de manera un tanto cutre y poco más fue lo que compuso la película que llegó a los cines en 1999 y que contaba con el respaldo de esa comunidad un tanto freak que había llegado a creerse lo que decía internet (prácticamente recién nacida) de aquel documental con cámara al hombro.
El proyecto de la bruja de Blair no era un documental y no contaba ninguna historia real. Se hizo así a propósito dirigida por Eduardo Sánchez y Daniel Myrick y reventó todos los récords que hasta entonces una película independiente había conseguido.
La cinta costó 60000 dólares y recaudó 249 millones. Esto, cómo no, llevó a una innecesaria secuela que se estrenó en 2000 (El libro de las sombras) y cuyas terribles críticas y su mal funcionamiento en taquilla llevaron a terminar con las ansias de franquiciar la historia. Afortunadamente.
El proyecto de la bruja de Blair consiguió convencer a los cineastas que se podían rodar películas con medios tan precarios como una cámara al hombro o un móvil inteligente como se hace hoy en día. Así surgieron sagas como Paranormal Activity o películas tan memorables como Cloverfield, de J. J. Abrams. El trasfondo es el mimso: poca inversión, mucha creatividad y grandes ingresos.
Además, la película consiguió asustar de una manera que pocos habían hecho antes. La película asusta más por lo que no muestra, por lo que se deja fuera del encuadre de la pantalla, que por lo que se ve. Y desde luego eso la convierte en una de las piezas que cambiaron la forma de contar historias de terror a lo largo de los tiempos.
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