Yo (no) fui a EGB: una postmillennial en el evento más 'classic' del año

Tengo 23 años y he ido al primer concierto de la gira 'Yo fui a EGB'. Este ha sido el resultado

Bonnie Tyler actúa en julio de 2019 en Vilagarcía. / Cristina Andina/Redferns

El Wizink Center reunió el pasado sábado a miles de adeptos de la cultura musical y televisiva de los años 70, 80 y 90, con la excusa de haber cursado la EGB. Yo fui a EGB la Gira, con Carlos Latre como maestro de ceremonias, prometía, a través de la nostalgia, revivir ciertos recuerdos de la infancia y adolescencia.

Entonces, citando a los Burning, "¿Qué hacía una chica como yo en un sitio como ese" si lo que yo cursé fue la ESO y no la EGB? Porque, efectivamente, "los años me delataban, ese no era mi sitio" y los minutos previos al comienzo del evento así me lo confirmaban: a mi alrededor no había prácticamente ninguna persona que se acercara remotamente a mi edad (23 años).

A pesar de sentirme como un pulpo en un garaje, yo estaba dispuesta a abrir bien los oídos y a disfrutar de música en directo, me sonara la melodía o no. Dream 3 Team fueron los encargados de calentar al público y prepararlo para lo que estaba por venir, y ahí me di cuenta de que canciones como Voyage voyage, YMCA o The rhythm of the night siguen sonando aún a día de hoy, ya sea en su versión original o sampleada y hecha remix.

Conforme iban pasando las actuaciones, la sensación que predominaba en mí era la de haber escuchado todas esas canciones y artistas de forma indirecta; es decir, o bien a través de mis padres, o bien a través de la televisión o del cine actual (Ej. The Never Ending Story cantada por Dustin en Stranger Things, 2019). Quizá nunca los habría conocido de no ser por la herencia cultural que me han dejado mis progenitores, ni por los programas de televisión que se nutren de la nostalgia de una generación tras otra.

Porque, aunque me hacía mucha ilusión ver a artistas que nunca pensé que llegaría a ver en directo, como Bonnie Tyler, sus letras no significaban mucho para mí, o al menos no significan lo mismo que para el resto de asistentes. Por poner otro ejemplo, escuchar Total Eclipse of The Heart me transportó a una de las primeras actuaciones de One Direction en The X Factor. Me encontraba en un lugar alejado del sentir común en el recinto, con total desapego que me hizo disfrutar del concierto de una manera diferente.

Chiquilla, 20 de abril o Necesito respirar... son canciones con las que yo he vibrado -y sigo vibrando- en cualquier verbena de pueblo que se precie. Con esto no quiero desprestigiar a Seguridad Social, ni a Celtas Cortos ni a Medina Azahara, tan solo señalar la manera en la que yo he descubierto estos grupos. No me transportan a recuerdos de mi infancia, ni a la primera vez que las escuché, naturalmente. Tan solo me hacen pensar en las anécdotas que mis padres me han contado y en cómo esa es la banda sonora que compone su juventud.