Maribel Verdú: “El victimismo y la autocomplacencia me ponen enferma: la vida es actitud”
Conversamos con la actriz sobre la película 'El doble más quince', nueva joya del cine independiente español
Una mujer de 46 años que no sabe a dónde va, no soporta la rutina y se siente invisible ante el mundo, especialmente frente sus seres queridos. Un joven de 17 años de una familia destruida: su madre no llega a fin de mes y su padre, su héroe, ha fallecido.
Ambos se encuentran en un chat de sexo y mienten sobre sus edades. ¿Qué más da? Al encontrarse, descubren que tienen tantas diferencias como puntos en común. ¿Es capaz una mujer de casi cincuenta años de congeniar con un adolescente?
Mikel Rueda se ha propuesto lanzar más preguntas que respuestas en El doble más quince, una de las nuevas joyas del cine independiente español. Una cinta pausada y de planos largos donde solo hay dos rostros: los de Maribel Verdú y Germán Alcarazu. Dos almas heridas unidas por la soledad, aisladas de todo lo demás.
Durante la presentación de la película en Madrid tuvimos la ocasión de sentarnos a tomar un café con Verdú (11 veces nominada a los Goya, dos veces ganadora) y charlar sobre El doble más quince. Conforme la conversación avanzaba todo fluía con mucha naturalidad...
Se trata del encuentro entre dos personas, dos almas solitarias que un día se engañan. Tienen unas vidas peculiares, entran en Internet, se encuentran, ven que han mentido sobre sus edades y deciden pasar un día juntos. Es una relación donde dos personas pasan al lado del otro veinticuatro horas. Hablan y reflexionan sobre la vida. Ella encuentra en este chico a alguien mucho más maduro que otros, como su marido, que tiene cincuenta. Las mentalidades de las personas son tan diferentes que puedes encontrar la madurez en alguien más joven.
Yo conozco a tanto idiota… Gente mayor que no tiene cabeza y que dices: “ya tienes unos años”. Y de repente aparece gente joven con una mentalidad, unos valores y una ética tremenda. Luego habrá jóvenes impresentables y mayores maravillosos, claro, pero aquí justo se han juntado dos personajes maravillosos, valientes, solitarios, que reflexionan sobre la vida, la cobardía, la muerte y el paso del tiempo. Si esto fuera al revés nadie se hubiera planteado esta pregunta. Solo nos plantean esta cuestión los tíos, ni una mujer lo ha hecho.
Que nunca me hubieras hecho esa pregunta.
Te lo puedo asegurar. Sobre todo porque llevamos mucho tiempo con esto. La película se estrenó en Málaga y todas las mujeres periodistas que nos entrevistan llegan y nos dicen que se sienten identificadas como con el personaje. Los tíos siempre hacéis la misma pregunta.
Porque es algo cultural, atávico, que está ahí. Queda tanto por avanzar…
Pero es que no es una relación natural porque no es una relación. Se trata de una anécdota de la vida. Mira, la vida consiste en tener experiencias, vivir muchas cosas para el día de mañana decir que ha merecido la pena haber estado vivo. Un día esta mujer se hace un regalo. Y todo surge de una manera tan natural, tan poco sucio, tan bonito y tan tierno que dices… ¿Y? ¿Te crees que se va a casar con él? ¡No! No le va a volver a ver en la vida. Ese plano final sonriendo parece decir: “vuelvo con ganas a mi pareja, a plantear cosas nuevas en mi relación y decir: ‘estoy aquí, no soy transparente’”, y quizás eso refuerza su vida”.
Ella es una persona completamente transparente frente a su marido. Es una mujer que aparentemente lleva una vida convencional, como la del 90 o 95 por ciento de las personas. La sociedad te ha dictado unas reglas y tienes que seguirlas. Ser heterosexual, casarte, tener hijos y si puedes vivir en un chalet con perrito mejor. Pero luego hay tanta gente que se siente tan vacía teniéndolo todo y siguiendo los dictados convencionales que te ha marcado la cultura...
Absolutamente. Sí, totalmente. Yo te hablo de mí porque lo he hecho durante toda mi vida, desde pequeña. Me he disfrazado todo el rato de Pipi Calzaslargas. Quería ser Pipi. Quería ser libre, alguien alejado de las normas. Y lo he conseguido. Yo era así de pequeña. Tengo la vida que siempre he soñado: una vida fuera de lo normal.
La actitud de las personas lo es todo. Puedes tener de todo y estar todo el día triste, o quejándote constantemente. El victimismo y la autocomplacencia me ponen enferma porque conozco a tanta gente que le va como el culo y tiene una vida difícil y son luchadores y se ríen hasta de ellos mismos… Es todo una cuestión de actitud. Yo conozco a gente que tiene de todo… y dices, “tía, no puedes estar quejándote todo el día. No tienes vergüenza”. Eso va en uno. La vida es actitud. Todo es actitud. Todo. ¡Todo! Es lo que te salva y también lo que te derrota y te echa en un pozo. Se trata de una cuestión de carácter.
Nada, nada. Yo no tengo nada que ver con Ana. Si algo me parezco a ella es en ser valiente e ir a contracorriente para atreverse a salir de esa rutina y echarse la manta en la cabeza. No tengo nada que ver. A mí se me ponen los pelos de punta de solo pensarlo.
Es muy de cine independiente, pequeño, intimista. Esta película no la va a ver nadie, soy absolutamente consciente, pero no puedo dejar de hacer proyectos así porque me cautivan, me enamoran. Es admirable que directores como Mikel [Rueda] y algunos productores (que son los verdaderos héroes en esto) arriesguen a hacer proyectos así sin ayuda de ningún tipo de ayuda pública simplemente porque creen en la historia. Ahora mismo el cine independiente son las series de televisión y las plataformas, porque llegará un momento en el que no compense producir películas así.
Me gusta que el guion, el personaje y la situación me atraiga. Busco que me enganche mucho el director y con quién me va a rodear, quiénes son los actores. Nunca sabes cuándo algo va a ser comercial, porque si no producirían los bancos.
¡Antonio es la bomba con la cosas que dice! Y es completamente cierto, porque no sabes cuál es la clave del éxito. Cuántas veces han estrenado películas y ves carteles por todas partes y dices: “Madre mía con la promo, esto va a ser…”. Y luego tu madre, tú, todo el mundo, decide no ir a verla. Todo el mundo parece ponerse de acuerdo para eso. Es una cosa curiosísima.
Conozco a tantas parejas que se han conocido por Internet y están felices juntos y otras tantas que han sido un fracaso. La gente utiliza las herramientas que tiene a su mano para conseguir sus sueños, y cualquier herramienta, si no haces daño a los demás, es lícita. Yo soy terrenal, de aquí, yo necesito esto, el contacto, no tengo ordenador, no sé comprar por internet. ¡No sé ni cómo se hace! Soy una anormal. Solo tengo mi teléfono y una tablet para cuando me dan los guiones, porque es más cómodo leerlo allí. Pero siempre la tengo sin batería, porque no la uso. Cuando tengo algo de tiempo libre leo y voy al cine, y el teléfono me gusta para mi Instagram, nada más. No tengo nada que ver con este mundo que nos rodea. Estoy en él porque vivo en él, pero no me digas que compre un billete en tren o haga una reserva.
¡Me has llamado outsider! ¡Me encanta! (Risas)
Yo creo que sí, de verdad. Se hacen muchas películas comerciales pero también siguen esas producciones pequeñitas, como la de Oliver Laxe, Lo que arde. ¿Quién la ha visto? Nadie. Pero ahí está el runrún, todo el mundo sabe que existe gracias a los premios. Hay gente capaz de hacer estas maravillas, esas películas pequeñas que te llegan adentro. El cine cotidiano es el que de verdad me interesa, que a la gente le pasen cosas y yo diga “esto me puede pasar mañana”, o “esto le ha pasado a una amiga” y que yo me sienta identificada con las historias.
Han sido tantos… He hecho ochenta películas, he trabajado con directores tan maravillosos como Ricardo Franco, Fernando Trueba, Bigas Luna, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Francis Ford Coppola, Gracia Querejeta, Pablo Berger, Gerardo Olivares, Mikel Rueda, Emilio Martínez-Lázaro… Menos dos con los que me he llevado mal, el resto siempre me han aportado algo.
Los dos fallecieron ya, así que mejor ya no. Simplemente no me llevé bien con ellos, pero normalmente todos son mis amigos. ¡No me preguntes ahora los nombres de las películas! (Risas)