Robos de cine: las mejores películas de atracos para superar el final de ‘La casa de papel’ (parte II)
Si te has quedado con ganas tras terminar la cuarta temporada de la serie del momento, LOS40 te recomienda una selección de lo mejor del cine de 'robos y atracos'

Imagen promocional del reparto de 'La casa de papel' / Imagen promocional (Netflix)
En la primera parte de este reportaje hemos visto que existían dos tipos de perfiles dentro del cine de atracos: el de los atracadores que robaban por simple necesidad y el de aquellos que lo hacían por maldad y avaricia, auténticos villanos que no respetan las normas sociales ni la vida humana y se lanzan a una sangrienta aventura para volverse ricos. Pero existen tantos perfiles como queramos, y en este caso hemos decidido dividirlos de la siguiente manera:
Atracadores 'cool'
A veces malvados, otras bienintencionados, pero siempre con estilo: hay un tipo de atracadores que destaca por querer hacer las cosas con la mayor elegancia posible. Son los atracadores más "cool" (guays) del cine, como los que protagonizan la trama de Ocean's Eleven y sus sucesivas secuelas, unos profesionales ladrones de casinos que deciden dar el golpe de su vida y que se inspira en una cinta clásica de 1960 protagonizada por Frank Sinatra llamada La cuadrilla de los once.
En este grupo también podrían incluirse los seis criminales que protagonizan fuera de las cámaras el golpe a una importante joyería en Reservoir Dogs, la ópera prima de Quentin Tarantino, cuya trama incide –flashbacks incluidos– en las consecuencias de un robo semi-fallido y en tratar de encontrar al topo (el señor Naranja, Tim Roth) que ha avisado a la policía para tratar de evitar el golpe, todo con el aderezo de violencia explícita que caracteriza el cine del director de Pulp Fiction y Kill Bill.
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Aunque quizás quien mejor popularizó el cine de los atracadores con estilazo fue Guy Ritchie en Lock & Stock y Snatch, cerdos y diamantes, ambas centradas en ladrones de poca monta pero con un gran ingenio que urden –siempre bajo el influjo un cínico humor negro– perfectos planes para hacerse con amplias sumas de dinero. Un cine con el sello made in England que se inspira en comedias negras como El quinteto de la muerte y que a su vez influyó en interesantes películas de mafiosos británicas como Layer Cake (Crimen organizado), con la que Daniel Craig se dio a conocer.
Basados o inspirados en hechos reales
Quizás las historias que más suelen atrapar al espectador son aquellas que se basan en hechos reales. Cuando nos encontramos ante una película de ficción podemos empatizar con los personajes y ver, como voyeuristas hitchcockianos, cómo ascienden y caen, nacen y muere, aman y son odiados, pero al salir de la sala sabemos que todo era una ilusión, una telaraña de ensoñaciones.
Sin embargo, cuando nos enfrentamos a productos cuyas tramas provienen de la vida real (siempre con ciertas licencias artísticas propias del arte), sus personajes nos resultan aún más atractivos y las historias que los rodean nos generan impronta. Hasta somos capaces de convertirlos en iconos de una causa o en representantes de movimientos sociales transversales por todo aquello que simbolizan, que generalmente suele ser rebeldía o la ruptura del status quo.
Quizás una de las películas más relevantes de los años sesenta y que contribuyó a configurar una de las grandes leyendas de los robos y atracos fue Bonnie & Clyde de Arthur Penn, donde mostraba la historia de dos forajidos enamorados que recorrían diferentes estados de Estados Unidos robando bancos.
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Esta historia está basada en la vida real de Bonnie Parker y Clyde Barrow, dos delincuentes sanguinarios a los que la prensa idealizó y transformó en héroes populares durante un tiempo y llegó a llamarlos los nuevos Robin Hood de los años treinta porque supuestamente repartían parte de sus botines. Todo hasta que sus asesinatos de policías a sangre fría pusieron contra ellos a la opinión pública y su trágico final (tiroteados con más de 150 balazos por un equipo especial de los Rangers) acabaron con su banda en 1934.
Bonnie & Clyde fue un hito, pero quizás edulcoró demasiado las figuras de Parker y Barrow, a quienes encarnaron con talento Faye Dunaway y Warren Beatty. Penn introdujo demasiados elementos cómicos y giros de trama que lastraron la visión original de Bonnie y Clyde. Y, sin embargo, es la visión que más nos creemos hoy en día, la que ayudó a configurar una versión más o menos acertada de quiénes eran aquellos dos sujetos.
Una legión de espectadores se obsesionaron con Bonnie y Clyde y los convirtió en un icono de la contracultura, cuando en realidad eran más parecidos a Mick y Mallory de Asesinos Natos (1994) que a unos Robin Hood. Ese es el poder transformador del cine, que nunca está exento de engañifas y manipulaciones (in)conscientes.
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Aunque quizás una de las películas más realistas y entretenidas del género de robos y atracos fue Atrápame si puedes, la historia real de un escurridizo suplantador de identidad, Frank W. Abangale (Leonardo DiCaprio), que constantemente cambiaba de "personalidad" (un médico, un piloto de aviones) para llevar a cabo sus golpes.
Steven Spielberg bordó el retrato de Abangale (siempre, insistimos, con las licencias propias del cine y las del propio Abangale, en cuyo libro se inspira la película), un joven "pequeño Nicolás" de los robos al que persigue un carismático agente del FBI, Carl Hanratty (Tom Hanks), que siempre va dos pasos por detrás de él, participando en una suerte de juego del gato y el ratón interminable.
Héroes trágicos
Finalmente está el perfil de los héroes trágicos, aquellos atracadores con los que acabamos empatizando por el largo tiempo que pasamos con ellos y sus penalidades pero que muchas veces están condenados al fracaso. Los propios protagonistas de La casa de papel tienen algo de esto. Quien haya visto el desenlace de algunos de los personajes lo entenderá.
Quizás este esquema de héroe trágico no es el más propio del género de robos y atracos, pero sí el más interesante: westerns modernos como Comanchería o pretéritos como Grupo Salvaje juegan con esos parámetros de (anti)héroes que tratan de redimirse pero que al final caen en la trampa de sus malas acciones o de errores que cometieron en el pasado.
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Comanchería trata sobre dos hermanos que preparan varios robos a sucursales bancarias en Texas, siempre con la premisa de robar al Gobierno y no a la gente. Uno de ellos lo hace para salvar la granja familiar; el otro por mera diversión.
Grupo Salvaje es mucho más bestia: los atracadores no tienen tantos escrúpulos y en el tiroteo inicial con los sheriffs y sus ayudantes hay una carnicería –sello de Sam Peckinpah, su director– en un pequeño pueblecito. Ambas películas acaban mal: con uno de los hermanos tiroteado (Comanchería) o con los protagonistas acribillados a balazos, a lo Bonnie & Clyde, en el final de Grupo salvaje.
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Esa tragedia shakespereana se llevaba repitiendo reiteradamente en el cine negro, y tanto John Huston como Raoul Walsh ya la habían popularizado enormemente con La jungla de asfalto (auténtica tragedia protagonizada por un agónico Sterling Hayden) y El último refugio, ambas cintas lideradas por un grupo de atracadores que se traicionan a sí mimos por avaricia o, siguiendo aquellos parámetros bastante machistas del Hollywood clásico, por culpa de una mujer, como ocurre con Ava Gardner en Forajidos.
Independientemente del bloque al que pertenezcan sus personajes, el cine de robos y atracos, en general, siempre es bien recibido por el espectador: contiene acción, adrenalina, a veces un trasfondo social (el que mueve a los personajes a robar) y siempre acaba entreteniendo. Independientemente de si las películas son más recientes o antiguas, todos los títulos aquí mencionados incluyen escenas memorables que cualquier cinéfilo debería conocer.












