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Pablo Rivero vuelve a compartir su lado más turbio
“Soy un friki del terror, el miedo, el thriller…”
No volveré a tener miedo, la novela debut de Pablo Rivero, nos descubrió que tenía un lado turbio que queda muy alejado del Toni que estamos acostumbrados a tener en nuestras casas a través de Cuéntame. El actor cumplía el sueño de publicar una historia del género que le produce una mayor fascinación.
Ahora, tres años después, regresa con Penitencia, una segunda novela en la que Jon, un actor muy mediático, abandona su personaje de asesino en serie que lleva interpretando dos décadas, para retirarse en soledad a una casa que se ha construido en el campo y en la que vivirá una situación extrema con su vecina. Y como en la primera ocasión, en esta novela parte de un suceso real que da lugar al resto de la trama.
Psicología de unos personajes con muchas mochilas que nos llevarán a presenciar escenas muy dramáticas a través de giros inesperados. Inevitable no hablar de terror, morbo, música, MasterChef, cuarentena, política e incluso compañeros de profesión, en una charla con el autor.
Soy muy friki del terror, el miedo, el thriller...
Recuerdo que cuando hablamos tras publicar tu primera novela, titulé la entrevista como ‘El lado más turbio de Pablo Rivero’. Parece que no lo hemos abandonado… te va el lado oscuro.
Me va el lado oscuro, ese soy yo. Quiero decir, soy un tipo muy majo, muy familiar, con mucho sentido del humor, pero precisamente por eso la gente no se lo espera, pero soy muy friki del terror, el miedo, el thriller… desde pequeño veía todas las películas de serie B, Viernes 13, Hannibal Lecter, La matanza de Texas, los vampiros…es como mi cultura de siempre.
¿Y te ha dado miedo alguna vez ese tipo de terror?
Muchísimo. Yo creo que por lo que se me da medianamente bien transmitirlo es porque lo siento. Estoy super convencido de que el que sabe transmitir el miedo es porque lo tiene que experimentar de manera muy bestia.
Y cuando escribes historias tan inquietantes, ¿luego no entra paranoia si estás solo en casa?
Mira, las dos naces de experiencias bastante terroríficas que he tenido, pero con las dos me pasa una cosa y es que cuando llego al final, que a lo mejor ya lo he trazado, lo tengo pensado desde hace tiempo, cuando llego son taquicardias. Vivo en paralelo el viaje…ahora es el momento en el que ahora descubre… tututututu… es como… no sé cómo explicarlo… es como un éxtasis de adrenalina.
Pero, ¿escribes esas cosas solo en casa o siempre te rodeas de alguien?
No, solo. Ahora en el confinamiento he escrito una historia y en esta sí he tenido que frenar porque la base era un caso real y he tenido que frenar. Lo he dramatizado más y lo he convertido en otra historia porque si me metía ahí, sí que me daba mucho miedo, muchísimo miedo.
¿La próxima novela?
Sí, sí.
Has sacado partido a la cuarentena, entonces.
No te lo imaginas, ni yo me lo creo. Lo que hago normalmente, porque estoy con teatro, la serie, estudiando, con rodajes… ahora en dos meses tengo el primer borrador. Estoy muy contento.
No volveré a tener miedo o Penitencia, ¿cuál te ha costado más?
Yo creo que No volveré a tener miedo. De lo que me estoy dando cuenta ahora, es de dos cosas. Una, que esto es un oficio y al final se trata de ejercitarte, practicar, leer, leer, leer y leerte y escribir y tachar. Se trata de eso, ir perfeccionando. Y luego, que me doy cuenta de que todo lo que ha sido un hobbie, obsesión o frikada, al final ha sido mi escuela, me sale solo. Penitencia se me ha alargado por temas personales y porque de pronto te sale una obra de teatro, ensayas dos meses, dos meses de funciones, gira… y la última parte la he tenido que escribir a trozos, no tan seguido como a mí me gusta.
En la primera ocasión dejaste la serie un año para poder centrarte en la novela. Para esta, al ser la segunda, ¿ya no necesitaste tanto retiro?
No volveré a tener miedo llevaba ocho años con ella, tenía varios borradores y cuando entré en la editorial sí me propusieron como un año para trabajarlo bien. En esta no. La historia la tenía desde hace mucho tiempo, la base. Esto es de cuando yo vivía en otra casa, tiene años.
Partes de una experiencia personal con una vecina que te hizo la vida imposible, ¿qué te pasó?
Era una persona que… yo tenía una terraza en el centro de Madrid y ella tenía dos ventanas que daban a mi casa. Se enfrentaba a mí, desde el principio. Ese tipo de personalidad como de marcar territorio desde el principio, que luego la sensación muy Hitchcock de que tienes todo el rato a alguien que te está mirando, que te está observando, que te está escuchando o que te riega o te tira algo. Cómo alguien puede romper tu paz y te puede poner muy al límite y saca lo peor de ti y eso es lo que me interesaba abordar en Penitencia de punto de partida. Cómo un actor que huye de un personaje de asesino en serie porque pretende cambiar de vida, de imagen, otro estilo, de pronto empieza a vivir en la realidad, situaciones peores que las que ha vivido en la serie.
A partir de ahí, todo es ficción, pero con conexiones personales. Jon lleva 20 años interpretando a un asesino. Tú llevas 20 años dando vida al mismo personaje, ¿te ha llegado a desquiciar en alguna ocasión?
A desquiciar no pero sí es verdad al final son personajes que van muy en paralelo con tu vida, son muy absorbentes. A veces la gente tiene un prejuicio, parece que te conocen o tienen una idea muy clara de ti y a lo mejor no tiene nada que ver contigo. De esto habla Penitencia también. No, lo que pasa es que a veces te planteas, ‘madre mía, mi vida va en paralelo con esto’.
¿Se llegan a desdibujar las barreras entre persona y personaje?
Yo lo he utilizado porque dramáticamente viene muy bien para hacer el juego. El otro día en una crítica lo comparaban un poco con Black Mirror, en el sentido de que hay algo de que ficción y realidad se mezclan. No, yo no he tenido ese punto. Creo que los personajes sí te marcan, y te enseñan muchas cosas y que tienes que estar abiertos, personajes, directores y guiones, y meterte en cosas que no te hubieras imaginado. Y sí es verdad que un personaje te deja como una esencia. Yo, por ejemplo, en No me digas que te bese porque te besaré, de Albert Espinosa, que es un tío tan tierno y tan bueno, yo hacía un chico con una deficiencia y estaba basado en no tener filtro, decir las cosas honestamente, basado en la humildad, el amor y sí es verdad que tuve una temporada muy feliz y como muy recobrando mi adolescencia y la niñez, una energía muy buena. Y cuando rodé La noche del hermano que era un parricida, recuerdo ir a un centro comercial y, de repente decir ‘ostras’, mirando con una oscuridad, una manera de plantearte las cosa que dices ‘uy, es muy raro.
Pero esos personajes son muy puntuales y de una etapa muy determinada de tu vida, pero Toni lleva acompañándote 20 años.
Pero Toni, al final, está ahí y confío tanto en que es un personaje que llega un momento en el que yo ya me desenmascaro, me quito la careta y lo interpreto con todo mi yo. ya no intento crear un personaje para diferenciarme.
Aquí hay un actor, en tu primera novela la madre era actriz… ¿homenaje a tu profesión o zona de confort?
Creo que es que leo mucha novela negra y, a veces, está demasiado estereotipada y creo que muchas veces es A+B+C. Están muy bien escritas, pero no deja de ser la policía con… A+B+C. Yo intento hablar de cosas que entienda, y cosas que pueda dar un aporte. ¿Por qué cuento esta historia y qué tengo yo de especial para contar esta historia? Que sean actores no tiene tanto que ver porque sea importante en sí sino por lo que quiero transmitir en la trama. La madre quería llamar la atención, ser querida, quería ser vista y que el padre volviera, darle celos…eso es una actriz. Además, era una actriz frustrada que quería fama y gloria y estaba encerrada en una casa con dos hijos que nunca había querido. Me venía muy bien para transmitir todo eso. En el caso de Jon, el perfil es genial, hay un punto muy carismático. En No volveré a tener miedo era todo muy tétrico, muy triste y daba angustia y eso es todo lo contrario, es un actor de éxito, tiene una casa con una cristalera estupenda, con vistas, botella de vino… y luego le van ocurriendo las otras cosas.
Solo quiero que me reconozcan cuando yo quiero, eso está en la profesión.
Jon está obsesionado con que no le reconozca nadie y con que nadie sepa que él está viviendo allí, ¿te ha llegado a agobiar tanto la prensa en algún momento?
Yo creo que a los que somos medianamente mediáticos nos pasa. Yo lo vivía mucho peor antes. Cuando entraba a los sitios y veías girarse las cabezas… yo lo he magnificado mucho en mi historia. Jon es muchísimo más mediático que yo, muchísimo más poderoso, es una estrella. Es muy distinto, mueve muchísimo más dinero, más contratos publicitarios, es la estrella de la televisión. Yo lo conozco en menor medida. Y con el paso de los años he aprendido a relajarme. Aquí hablo de todas las facetas de la fama. Hago una crítica. El personaje está obsesionado, les hace firmar, a todos, cláusulas para que nadie desvele que está en esa casa, pero, por otro lado, cuando él empieza a investigar y tiene que bajar al ayuntamiento para que le den unas actas, cuando no lo atienden, se quita la gorra y dice quién es. ¡Qué listo! y qué subjetivo es esto. Solo quiero que me reconozcan cuando yo quiero, eso está en la profesión. Es muy contradictorio. Yo siempre he dicho que prefiero que me reconozcan a que no me reconozcan, eso quiere decir que tu trabajo trasciende.
En la novela reflexionas sobre el tema del encasillamiento, ¿crees que es inevitable?
Yo siempre he dicho que el encasillamiento tiene que ver con que no haya más cultura para que se vena los trabajos. Yo no vivo Cuéntame como un encasillamiento, como algo negativo sino como algo positivo. Creo que el hecho de que la gente conozca muy bien un trabajo que tú haces te da el escaparate, que sepan quién eres y lo que haces y, segundo, que todo lo que hagas a partir de entonces, lo van a comparar. Si tienes la suerte de caer en buenos proyectos y cosas diferentes lo van a valorar muchísimo más.
Él se retira al campo, en tu IG he visto una foto en la que se te ve a través de la ventana, y bien podrías ser Jon en su casa de retiro, ¿no?
Jajaja… ¿Sabes lo curioso? Cuando yo comencé a escribir este libro yo vivía en el centro de Madrid, con una terraza muy grande que daba a un patio enorme que era una manzana entera. Las ventanas de la vecina daban a la terraza, pero yo vivía en el centro de Madrid. Tenía el carnet de conducir, pero no conducía. Hace dos años me vine a vivir cerca del campo. En Madrid, pero en frente del campo. De hecho, también por eso se ha retrasado la novela. Porque estuve metido en una obra de un terreno donde hice una casa y por eso se me ha retrasado el escribir. Curiosamente, la parte en la que no habla del campo tanto, es la que he escrito estando aquí.
Cuando hablamos de tu primera novela me contaste que espacios como ¿Quién sabe dónde? te habían inspirado. Aquí también tenemos algo de esos programas de desapariciones, ¿alguna pequeña obsesión?
Todo tiene que ver. Al final es que yo intento transmitir esas cosas que a mí me dan ese morbo, ese miedo, esa angustia, esa inquietud y yo soy muy susceptible en el sentido de que veo un caso real, un suceso en un periódico o un programa y me quedo tocado. Ahora lo que hago es que me los guardo, muchas veces, porque luego me sirven. Aquí hay un detalle que nace de una noticia que yo vi que es un señor que iba al médico y, de repente, el médico cuando ve el historial le dice ‘oiga, que usted está muerto’. Se habían equivocado en el registro y legalmente estaba muerto. Son joyas que tienes que aguardar, pero me afectan. En No volveré a tener miedo aparecía ¿Quién sabe dónde? y aquí aparece. Y en la siguiente novela también aparece, creo que es un recurso que refleja muy bien el terror dentro de la cotidianeidad.
Inevitablemente los crímenes, el mal, los cambios de personalidad, personalidades complicadas, atraen.
Has mencionado la palabra morbo, ¿va unido a suceso, terror…?
Inevitablemente los crímenes, el mal, los cambios de personalidad, personalidades complicadas, atraen. No lo descubro yo, todos los asesinos en serie… mira todos los documentales que hay, cada vez más, proyectan en la gente una fascinación, miedo, pero enganchan. Hay un imán, si no la gente no lo consumiría. El personaje de Jon refleja eso, se podría hacer un documental de él.
Te oigo hablar y me viene a la cabeza el documental que estuve viendo el otro día de Epstein que despierta ese morbo del que hablas.
Pero fíjate que no está bien ese documental porque se han basado sólo en la parte muy feminista que, por supuesto tiene la importancia del abuso con las niñas, pero es que este tipo era muchísimo más complejo. Se ha criogenizado la polla porque quería crear una raza mejor y había puesto una casa con 80 tías porque quería tener un hijo con cada una de ellas, crear una raza…
Y eso crea fascinación…
Charles Manson y todos estos tienen séquitos, la gente iba a verles a los juicios y eran asesinos en serie descabellados. Producen eso. El ejemplo que yo ponía es con los tiburones o con las ratas, me dan pavor, pero si sé que hay una, miro. O ves un accidente, que se ve en Tesis de Amenábar, y miras.
Jon se convierte en un cocinillas, ¿es tu caso?
Me gusta. No cocino grandes cosas, pero es verdad que disfruto cuando te sale alguien bien. Pero sobre todo el momento este de una copa de vino, con música y ‘voy a hacer tal’. Pero no soy cocinitas.
Entonces, ¿no te veríamos en un MasterChef Celebrity como a Félix Gómez?
Pues mira, por una parte, me encantaría, sobre todo por aprender y luego hacer comidas en casa y no tirar de cosas muy básicas. Pero no es mi caso.
Entre otras cosas, te lleva a una reflexión sobre la soledad, ¿tú cómo llevas ese tema?
He vivido muchos años solo y la he disfrutado mucho. Ahora he cambiado los horarios, pero he sido muy nocturno, de funcionar mucho de noche en la paz. Pero no, yo vivo muy acompañado, muy bien, y soy muy familiar.
Si hablamos de referencias, en cuanto a música, Jon escucha Norah Jones y canta We will rock you, ¿se acerca a ti?
Como has podido comprobar, estoy bastante obsoleto en cuanto a grupos musicales, es para matarme. Norah Jones me parece muy significativa de un estilo, muy armónico, sensual y lo asocio a eso. Pero hace años que no escucho un disco de Norah Jones y Queen es que me parecía que venía perfecto para el momento, el renacer del personaje otra vez.
Si seguimos con las referencias, y lo has mecionado hace un rato, en la novela aparece Black Mirror, una serie también bastante inquietante, ¿tu capítulo favorito?
Me pasa que unos capítulos me han gustado muchísimo y otros me han dejado igual. A mí la última temporada es de esas de por qué nadie ha dicho que es muy mala, porque lo es. No es que sea mala, es muy mala. En cambio, tiene episodios, como el primero, que son una obra de arte. Eso es historia de la televisión. Y tiene otros que te plantean cosas que son increíbles pero estos últimos han sido muy malas. En el libro hay una parte de esa esencia de verte dentro de la ficción, guiones, de repente, creer que el personaje te está mirando y darte cuenta de que esas secuencias tú nunca las has grabado, no sabes si es realidad o ficción. El actor dentro de la película.
Jon asegura que dos de sus películas favoritas son Tiburón de Steven Spielberg y Rebeca de Alfred Hitchcock… el blanco y el negro, vamos…
Yo con todo soy así, con la ropa, la música, con todo. ¿Por qué hay que encorsetar a la gente? Un día me pongo una canción super pizpireta y al día siguiente una banda sonora super tétrica. Al final tiene que ver con el estado de ánimo, con los géneros. Cuando te dicen, tu película favorita, ¿cómo voy a comparar? La película que más veces he visto creo que es Tiburón y la defiendo a muerte. Creo que es de las mejores películas que he visto nunca. Más allá del tiburón, cómo está construida, es maravillosa. Y está en Penitencia. Tanto ella como Rebeca son referencias. El tiburón aparece en la primera secuencia y luego no aparece, pero está todo el rato la sombra de que a aparecer y estás todo el rato pendiente. La banda sonora es maravillosa. Y Tiburón es más la relación de Brody con él, que es como la de Alien con Ripley, ese amor odio, enfrentamiento, obsesión, que uno depende del otro, que se buscan, hay una cosa ahí como muy magnética y se ha extrapolado a la serie de televisión. Ves Damages y otras en las que el villano y el protagonista están como obsesionados. Es un recurso muy trillado ya, pero en Penitencia pasa, hay algo que sabes que va a pasar y que todo el rato está la sombra ahí y cuando mueve los hilos, todo cambia.
¿Te gustaría dar vida a Jon?
Con No volveré a tener miedo siempre pensé que me hubiera gustado interpretar al vecino, a Nico y, sin embargo, Jon, me encantaría, creo que sería un peliculón, sería guay, pero… pienso en otros actores antes.
¿Cómo quién?
El primero que te viene a la cabeza por lo mediático y lo que cuento, sería Mario Casas, por ejemplo, pero podría ser Javi Rey. Hay muchos otros, pero hablo como de esa planta de tío…Javi Rey sería perfecto y Mario Casas sería perfecto.
¿A quién le darías el papel de Laura?
No lo sé. Me gusta María Hervás, mucho, porque le pega. Por cierto, ¿has pillado la referencia a No volveré a tener miedo? Que tengo curiosidad por saber si se está pillando.
No caigo…
Cuando está ella contándole su vida le dice que estuvo en un reformatorio y tuvo un novio que parecía buen chico y luego le dijeron que había matado a sus padres y era Mario y le dice, ‘y encima me llamo como su madre’.
Por cierto, hemos visto que te has apuntado a la tendencia de cuarentena de raparte el pelo, ¿comodidad?
Me estaba creciendo mucho el pelo y ese momento terrible de o te peinas o siempre estás mal y estaba viéndome aquí tirado, siempre viéndome mal y dije, ‘buah’. Y si me conoces y haces repaso, siempre he llevado el pelo un poco así. A mí me libera muchísimo quitarme el look de buenecito. Y me apetecía un huevo hacerlo.
Durante unos meses hemos vivido aislados, casi como tu personaje, ¿cómo lo has llevado?
No he mirado nunca tanto todas las páginas digitales de los periódicos tantas veces al día. Creo que he estado pegado. He entrado en una cosa política en la que hemos vuelto como a las elecciones en las que cada uno te cuenta una milonga y según el medio que abras te lo cuenta de una manera o de otra. ¿Cómo puede ser este tan maravilloso que hablan de él en el New York Times y en el otro es el diablo? Así estamos. He intentado como mantener un hilo para a la hora de juzgar, votar u opinar, estar a la altura y han conseguido otra vez que sea imposible. Ha vuelto como una guerra de partidos y es imposible saber quién miente, quién no, es terrible. Eso sí que es inquietante.
No tiene nada que ver la valentía que han tenido los repartidores que se la han estado jugando que la que he tenido yo en mi casa sentado.
¿Te dolió el tema titiritero?
Cada uno puede opinar lo que quiera y si uno considera que mi profesión no vale, pues mira y, además, era muy aleatorio. Compararlo con los trabajadores que eran tan esenciales en ese momento y que lo son, por supuesto, no tiene nada que ver la valentía que han tenido los repartidores que se la han estado jugando que la que he tenido yo en mi casa sentado. Pero también hay una parte de responsabilidad que mucha gente ha podido leer tu libro, o ver tus películas… cada uno tiene su papel en la sociedad. Lo que no me gustaba es que al final levanta guerra, ¿no podemos estar todos en paz? Desde el respeto, es un poco lo que pasa en Penitencia, yo quiero estar bien y en paz, qué putada que me pongan como una moto.
Supongo que, además de escribir en esta cuarentena, habrás leído.
Mucho. Antes de ponerme a escribir siempre me viene bien, tiene un punto como de esclarecer. Viene ver códigos, lenguajes y tener ideas.
¿Alguno que te haya llamado especialmente la atención?
Con la novela negra soy bastante crítico. Ves los trucos y me he leído como los super best sellers y tienes muchas más expectativas y exiges mucho más. Si hubiera leído sin saber que habían vendido tantísimo, a lo mejor los hubiera disfrutado más. Aun así, los he disfrutado mucho.
Con ganas de hacer club de lectura, ¿no temes que te cuestionen el final?
Ese es el gran riesgo. Lo mejor que viví con No volveré a tener miedo fue el feedback con la gente, saber qué les ha parecido. Eso te lo dan las firmas de libros, pero como ahora no hay… están haciendo los directos estos que a mí me parecen un rollo patatero, pero bueno, a mí me cuesta horrores porque soy muy tímido. Pero hay gente que le hace tanta ilusión, pero esto que os cuento a los profesionales, por qué no se lo voy a contar a ellos y me parecía super chulo.
Para acabar, ¿qué sentimientos te genera Jon?
Es un alter ego muy exagerado. Me gusta, lo veo muy cinematográfico en el sentido de que tiene tantos momentos de las pelis que a mí me gustan. Cuando sale a correr, cuando observa, como Jodi Foster en El silencio de los corderos… toda esta parte que hay mucho en Hannibal Lecter de disfrutar de la música, el vino… es tan opuesto a mí. Por eso Javi Rey es tan perfecto, una especie de James Bond que se ve metido en esa historia tétrica. También me despierta ternura porque en el fondo es un pobrecillo, tiene mucha falta de cariño, de aceptación de sí mismo, en cuanto hay alguien que no le ve como a su personaje, se agarra…
Ahora con tanta producción en distintas plataformas, ¿has recibido oferta para adaptación audiovisual?
He recibido oferta para comprarme los derechos para película. Fue justo antes del covid y no he vuelto a hablarlo. No sabía si quería implicarme más o menos. Si quiero cederla o estar más involucrado.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...