Tino Casal, el giro a la modernidad del David Bowie español
El músico asturiano contribuyó a llenar de color y modernidad la oscura España de los últimos años setenta
Fue un 22 de septiembre de 1991, un día muy lluvioso, cuando en una carretera castellana, un coche se salió de la carretera y se estrelló contra una farola. Dentro viajaba Tino Casal, uno de los grandes artistas de nuestro país al que la historia no le ha colocado en el lugar que merece. En ese momento, con tan solo 41 años, perdió una vida dedicada al arte, a la música, la pintura, la escultura y la moda.
Asturiano de nacimiento, más concretamente de Tudela Veguín, José Celestino Casal, que así se llamaba, se empezó a interesar por la música desde joven, y ya a los 16 años empezó a componer y a tocar junto a sus amigos.
En aquella época, la apertura que proporcionó la entrada en la ONU en 1955 y la relajación del régimen franquista después de una dura autarquía, propiciaron la llegada a España de algunas tendencias internacionales que impregnaron todas las artes. La llegada del rock n roll, el glam, las guitarras eléctricas y la moda de fuera rápidamente le llamaron la atención.
Los Zafiros fue la primera agrupación de la que formó parte Tino Casal, en 1963. Poco después se fue a Los Archiduques. Allí, por primera vez se escuchó en una canción el sonido de una gaita asturiana en una producción moderna, en el tema Lamento de gaitas. No duró mucho en el grupo, y a principios de la década de los 70 se fue a Londres.
En la capital inglesa fue donde más bebió de todo lo que esta le ofrecía. Allí abrió su abanico de disciplinas y se dedicó a la pintura y la escultura. También fue el momento donde conoció e hizo suyas las grandes tendencias musicales de la zona, especialmente el punk y el glam, que siempre formarían parte de él desde entonces.
A su vuelta a España, en 1975, uno de los puntos fuertes de su estilo es que sonaba a lo que se hacía fuera. Esta evolución se debió a su estancia en Londres en la fructífera década de los 70, donde se empapó especialmente del glam-rock con referentes como Bryan Ferry y David Bowie, uno de sus grandes ídolos.
A partir de ese momento, Casal inició una carrera musical en solitario, con la que firmó con Philips para lanzar un disco. No obstante, la discográfica no quiso destacar la faceta aperturista y glam que había adquirido en el extranjero, y quiso convertirlo en un nuevo Nino Bravo, recién fallecido.
Tino Casal se atrevió a ir más allá de la Movida, e incluyó en la música corrientes de todo tipo, sin miedo a incluir movimientos como el techno o la new wave. Se refugió en la pintura y la escultura después de la mala primera experiencia en la música. Después llegarían Neocasal, Etiqueta negra, Hielo rojo y Lágrimas de cocodrilo, discos en el que se pueden descubrir todas esas texturas y experimentación que tanto ejercía Casal. Sin duda, su música era completa, elaborada y a la vanguardia, como buen amante de la tecnología.
El músico era una estrella emergente, pero un capítulo muy oscuro de su vida lo llevó a alejarse de la música durante un tiempo. Fue en 1985, cuando sufrió un esguince que se complicó debido a una mala cura, de forma que lo llevó a sufrir una necrosis que lo llevó a usar una silla de ruedas durante un tiempo.
Después de esa mala experiencia volvió con la producción de varios éxitos con los que llegó a lo más alto en las listas de éxitos, pero también fracasó con varios proyectos que no llegaron al éxito.
"No, no fuimos héroes / ya todo estaba escrito / mutilaron nuestros sueños, cantaba Casal en uno de sus últimos éxitos, publicado en su último disco, Histeria (1989). De esta manera, se refería a los Heroes de David Bowie, el hombre que había sido su referente durante todos sus años de trayectoria. De hecho, la leyenda sitúa al Duque Blanco en el entierro de Casal, en Tudela Veguín, un gris 24 de septiembre de 1991.
Daniel Garrán
Jefe de producto de LOS40 Classic