‘Soul’: una película madura, sensible e inclusiva que rinde homenaje al jazz
La nueva cinta de Pixar está protagonizada por un profesor de música negro: una declaración de intenciones en tiempos del Black Lives Matter
Soul es una bomba de emociones. Para empezar, porque no es una película para niños. Su mensaje, sus reflexiones sobre la vida y la muerte y la construcción de la personalidad y los elementos demiúrgicos que forman el alma humana, aquellos nos hacen ser quienes somos, son dignas de ese cine cargado y contemplativo que nos regalaron los grandes autores del Séptimo Arte. Cierto que está aderezada con los componentes propios del cine de animación, que tiene esos personajes adorables y chillones que tanto gustan a los críos y que está envuelta en ese universo colorido como el de Coco o Del revés, pero su moraleja no tiene nada de infantil.
La película nos recuerda la importancia que tiene vivir, y estar pegado a una pantalla de teléfono móvil, enganchado a las redes sociales o inmerso una rutina alienante e injusta que no nos da para llegar a fin de meses no lo es. De hecho, los directores de Soul, Pete Docter y Kemp Powers, asocian ese tipo de condiciones a un síntoma de dependencia y sufrimiento; una situación psicoemocional que han decidido representar en unos inquietantes seres espectrales que vagan perdidos por un espacio interdimensional.
Soul nos explica, además, que perseguir nuestros sueños de forma delirante e impulsiva tampoco es estar realmente vivo, y reflexiona sobre la importancia de cumplir las metas que nos proponemos sin obsesionarnos con los resultados inmediatos. A veces sacrificar algunas pretensiones excesivas, como el deseo de fama, de éxito, de ser alguien importante, nos puede ayudar a crecer y madurar. De lo contrario, cuando conseguimos nuestros objetivos, nos sentimos tan vacíos como su protagonista, Joe Gardner, un profesor de piano que quiere convertirse en una estrella del jazz. La obsesión por el éxito ha obnubilado tanto el juicio del protagonista que ha acabado por encerrarse a (y en) sí mismo.
Gardner no sabe nada de su mejor amigo, su peluquero, porque no hace más que hablar de música. No es capaz de comunicarse con sus seres queridos porque siente que le rechazan, cuando es él quien no sabe expresar sus emociones. Tiene que quedar en coma tras un accidente y viajar a otra dimensión, aquella en la que se forman las personalidades de las almas humanas, para encontrarse con 22, un ser primigenio que tiene miedo de vivir y que, curiosamente, le da una lección vital que le hace percatarse de lo engañado que estaba. Joe Gardner vive en su cabeza, en sus sueños, metas y objetivos no realizados, y cuando los cumple no disfruta porque ya ha cumplido todo lo que tenía que cumplir. ¿Y ahora qué? Soul nos enfrenta a esa pregunta y nos muestra que el foco no debe estar en la meta, sino en el camino. En el aquí y el ahora. Carpe diem.
Además de plantear esta interesante cuestión humana sobre la facilidad que tenemos para desviarnos del camino y distraernos con nuestras ensoñaciones, Soul es una excelente película inclusiva que presenta, por primera vez, a un personaje protagonista íntegramente negro. Una decisión excelente en tiempos del Black Lives Matter y más que coherente con el leit motiv musical de la película: el jazz, el soul y el rhytm and blues, cuyas piezas musicales, la mayoría compuestas por Jonathan Batiste, Trent Reznor y Atticus Ross, son el verdadero alma (soul) de la película.
Soul se estrenará en Disney+ el 25 de noviembre de 2020. La película está producida por el estudio Pixar y dirigida por Pete Docter (Del revés; Up; Monstruos, S.A.) y el debutante Kemp Powers. La cinta cuenta con las voces de Jamie Foxx (Joe), Tina Fey (22) y Alice Braga (Jerry) en su versión original.