'Punk is dead': crónica del ascenso y caída a los infiernos de los Sex Pistols
El grupo británico de Sid Vicious se rompió para siempre después de un caótico concierto en enero de 1978
Si echamos la vista atrás y valoramos la repercusión que han tenido en la música posterior, no hay duda de que los Sex Pistols han sido una de las bandas británicas más influyentes de todos los tiempos. Su estilo forjó el denominado garaje rock y sus letras sociales abrieron un nuevo camino de reivindicación a través de la música. La banda original nació en 1975 al calor de la ola punk que se extendía por el Reino Unido a la misma velocidad que el malestar de una generación por la situación política y social.
Unos jóvenes Johnny Rotten, Steve Jones, Paul Cook y Glen Matlock formaron la banda a mediados de los setenta, este último rápidamente sustituido por Sid Vicious. Pronto el carismático bajista sería la imagen más icónica de este grupo del que habitualmente se hablaba en los periódicos. Sus conciertos siempre se topaban con dificultades por parte de los organizadores y de las autoridades, sembrando el caos por donde pasaban. God Save The Queen llegó en 1977 como una bofetada al conformismo social atacando a una institución tan sólida como la Corona británica.
El verano de 1977 fue la época de mayor esplendor de la banda. Capitaneados por el mánager Malcolm McLaren, ganaron una enorme notoriedad en Reino Unido y se lanzaron a conquistar al público estadounidense con una extensa gira con la que pretendían extender por el país los mandamientos de la Biblia del punk.
Todo estaba pensado al milímetro: comenzarían en Chicago en la Navidad de ese año para continuar su periplo por Atlanta, Texas o Memphis. McLaren quería evitar a toda costa las ciudades grandes de Nueva York y Los Ángeles. Prefería, quizá sin haberlo pensado mucho, enviar a estos chicos groseros, incultos y maleducados a la América profunda, tensada racial y socialmente, tal y como dice RadioX.
Un problema con los permisos de trabajo hizo que el inicio de la gira se retrasara hasta el 5 de enero de 1978 en Georgia. Siete conciertos más tarde, les esperaba un enorme show en el legendario Winterland Ballroom de San Francisco, cuna del despertar hippie de la década anterior. Pero no iba a ser tan fácil. Durante ese viaje invernal atravesando el país el cantante Johnny Rotten contrajo gripe, el bajista Sid Vicious estaba inmerso en una ya muy seria adicción a la heroína y las tensiones entre los miembros del grupo eran cada vez mayores.
A todo eso hay que sumar la gran enemistad que unía a Rotten con su mánager. Los futuros planes que les esperaban, que incluían la grabación de un disco en Río de Janeiro, hacían que el cantante se sintiera como una mercancía, un producto que no tenía ya nada que ver con el espíritu original de la banda. El cantante tenía muy claro que el concierto de San Francisco sería el último. Y así lo hizo.
El 14 de enero de 1978, durante la última fecha de la gira, el vocalista de Sex Pistols abandonó el barco con su última canción, una versión de No Fun de The Stooges. Se detuvo en la mitad de la canción sentado en el escenario y sin poder aguantar exclamó "¡Oh cojones! ¿Para qué sigo con esto? ¿Habéis sentido alguna vez que os han estafado? Buenas noches", dijo antes de tirar el micrófono y dejar el escenario. Logró reunir suficiente dinero para volar a Nueva York, donde anunció que los Sex Pistols se habían separado.
Todo ello puso el broche final a un desastre anunciado. El mánager ya estaba cerrando el trato en Brasil, mientras que Vicious había terminado en un hospital en pésimas condiciones. Los restos del naufragio de los Sex Pistols siguió cojeando, y McLaren se concentró en preparar una película sobre su ascenso y caída. Vicious cortó sus lazos con McLaren e intentó convertirse en una estrella en solitario. Murió en febrero de 1979 de una sobredosis de heroína, con solo 21 años.
Ahora sí, al contrario que reza el tema más conocido de The Exploited, el punk había muerto.
Daniel Garrán
Jefe de producto de LOS40 Classic