Especial
Comienza la compra-venta de arte digital a través de la tecnología Blockchain
El mundo se está volviendo loco y no te estás enterando.
Hace pocos días dimos un cursillo (muy) acelerado en el que hablamos de la tecnología Blockchain, los NFT (Non-Fungible Tokens) y las cripto-monedas, que tanto revuelo, alegrías y disgustos han generado en los últimos años (no estaría mal que le pegaras una leída antes de seguir con esta pieza).
Durante los últimos meses ha saltado una nueva liebre en el mercado de los NFT y es que la gente está comerciando con arte digital, algo que hasta hoy no tenía sentido alguno precisamente por eso, por ser digital.
Uno entendería que el arte digital se puede explotar pero no “vender”. Yo he creado una pieza y si la revista “X” quiere usar esa imagen tiene que venir a mi y negociar un precio para explotar esa imagen por un tiempo determinado en un número determinado de esa revista. Hasta ahí estamos todos.
Pues bien, ahora el arte digital también se puede vender. Y diréis: '¿Cómo va a venderse una pieza de arte que puedo guardar en mi disco duro con el botón derecho de mi ratón o haciendo una captura de pantalla con el móvil?' Y tendréis gran parte de razón pero, aún así, hay gente pagando miles de dólares por este Nyan Cat.
La novedad llega, como siempre, de la mano de la tecnología Blockchain; esa cadena única, ese registro inalterable que permite que cualquier transacción quede confirmada y registrada por el resto de usuarios.
¡Ojo! Un apunte importante es que no se venden “las imágenes” per sé. La transacción sólo canjea la propiedad legítima de la pieza, que da derecho a mostrarla en público y a decir “que eres propietario”. Nada más. Encriptar una pieza de arte digital en la blockchain sería un malgasto de energía mayúsculo, amén de un movimiento absurdo, sabiendo que esa imagen se ha podido ( o podrá) copiar y pegar en cientos de ocasiones (seguramente).
Los vendedores suelen dar acceso a las imágenes en sí a través de un servidor descentralizado conocido como IPFS donde -imaginamos- se incluirá el proyecto original o la imagen en la calidad máxima que un ordenador puede dar hoy pero, insistimos, las imágenes en Internet “se pueden copiar”, la propiedad ahora será legítima e indiscutible.
Caso práctico: "¿Qué pasa ahora si una revista quiere utilizar una imagen creada por “Fulanito” pero que ha sido vendida a través de la blockchain a “Menganito”?" Aunque pueda parecer confuso, el ‘copyright’ no cambia y será “Fulanito” el que continúe teniendo el derecho de explotación de la imagen así como de crear más copias de la misma si quisiera. Además, “Fulanito”, recibirá dinero como ‘royalties’ cada vez que esa “prueba de propiedad” que ha vendido a "Menganito" cambie de manos.
Todas estas transacciones se están haciendo a través de “mediadores” o portales que se encargan de añadir tu pieza a una blockchain a cambio de una tarifa que se conoce como “gas fee” y es que, como hablamos el otro día, mantener una blockchain tiene un gasto energético importante que asumen los usuarios que “minan” a cambio de “tokens”. Ese dinero va para ellos.
Con este ‘boom’, los artistas digitales han comenzado a vender sus piezas vinculando la transacción a la blockchain; el certificado de autenticidad de una obra que podría darte cualquier galería al comprar una pieza original en sus instalaciones, ahora te lo puede dar el mismo autor, en una transacción que quedará registrada para los restos y nadie, jamás, podrá discutir que esa obra “te pertenece”.
Luego están las tiradas “limitadas” que, como las impresiones autentificadas en el mercado físico, también tienen cabida en el mercado digital. Un artista puede vender su arte como “pieza única” o puede vender “x” unidades en forma de tirada limitada. Incluso existe la opción de vender una pieza a cuanta gente pague por ella por un tiempo limitado de tiempo, lo cual generaría un mismo certificado de propiedad para diferentes usuarios.
Este nuevo mercado ha puesto Internet “patas arriba”; gente vendiendo gifs de gatos, memes y obras de todo tipo y artistas digitales considerados encontrando un mercado en el que vender sus piezas y en el que hacerse millonarios. Porque sí, porque Internet es así y cuando algo es nuevo nace sin control.
Estamos ante el nacimiento de la propiedad artística en internet, algo comparable al mercado del arte que conocéis por museos y casas de subastas que, por supuesto, nace en el mundo digital invitando a la especulación. Si lo que uno quiere es disfrutar del arte, sólo necesita un monitor de ordenador o un teléfono móvil para hacerlo, no tiene que pagar cientos, miles o cientos de miles de dólares para ello.
En este caso necesitaremos el sabio consejo del paso del tiempo para salir de dudas respecto a la validez de este ‘boom’.
Es lógico que los oleos o las acuarelas tengan un precio; la propiedad va ligada a la obra única y el formato físico es la mejor forma de admirar la belleza de una pintura o una escultura. Nada falla en ese razonamiento. En el arte digital la propiedad no siempre irá vinculada a la tenencia exclusiva de la pieza por lo que, al menos en ocasiones, el argumento podrá ser discutible.
Uno de los casos más sonados de las últimas semanas es el de Beeple, un prolífico artista digital al que hemos visto alguna vez en acción por Youtube, concretamente en el canal de Corridor Crew.
Beeple generó 3.2 millones de dólares vendiendo piezas de arte en un fin de semana (todo ello con piezas que había creado y mostrado a internet de forma gratuita durante los últimos años) y se ha posicionado como uno de los artistas vivos más valorados vendiendo una pieza por 70 millones de dólares en una subaste de Christie’s (la primera de la prestigiosa galería). Os dejamos con su reacción, que no tiene precio:
Como veis, una tecnología que nació en 2017 vendiendo dibujos de gatitos podría permitir que en el futuro exista la profesión de “artista digital”. Pero no hablamos del que dibuja como freelance para un cliente a cambio de dinero, hablamos del artista que dibuja por pasión y vende sus creaciones al mejor postor, algo que hasta hoy era impensable.