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‘El año de la furia’: ¿Qué harías si en tu país hubiera un golpe de estado?
La nueva película de Rafa Russo, protagonizada por Alberto Ammann y Daniel Grao, utiliza el contexto de la dictadura uruguaya para contarnos una historia universal
Una de las grandes virtudes de El año de la furia es que se trata de una película universal. La historia se remite al año 1973, aquella turbia época de plomo en la que Uruguay pasó de ser un oasis democrático en Latinoamérica a padecer una cancerígena dictadura militar que acabó con las libertades de millones de personas. El director, Rafa Russo, ha decidido que ese contexto sea un pretexto para contar la historia de cómo la vida de un grupo de personas se va a pique por culpa de la injusticia y el miedo.
"A mí me interesaba contar una película sobre la antesala del horror", nos explica el cineasta. "Es un tema más interesante que contar el horror en sí. Me fascinaba Uruguay porque siempre ha sido un país que ha estado a la vanguardia en derechos humanos y progresismo y que, de repente, se deslizó al precipicio del totalitarismo". Quizás sea esa universlidad la que hace que todo lo que vemos en El año de la furia sea tan cotidiano, tan cercano, tan real.
La película presenta la historia de dos guionistas de un programa de humor televisivo que ven cómo su libertad creativa queda cercenada por la férrea imposición de ideas dictaminada por parte de las altas instancias de la cúpula militar. La lucha de las Fuerzas Armadas uruguayas contra el movimiento Tupamaro fue implacable, y cualquier persona cercana a ideas revolucionarias, izquierdistas o, simplemente, contraria al militarismo, era reprimida, a veces "desaparecida". Una situación de incertidumbre y caos que, lamentablemente, se puede extrapolar a cualquier tipo de dictadura.
Humanismo frente a barbarie
Alberto Ammann (Narcos) interpreta a Diego, uno de los protagonistas. Con un cigarrillo en una mano y un mate en la otra, el actor cordobés –de la Córdoba argentina– me responde que si miramos a la historia, El año de la furia podría haber sido una película situada en la Guerra Civil española, en la dictadura argentina, brasileña, chilena o nicaragüense. "Lo que vemos es cómo los seres humanos reaccionamos a una situación en la que constitucionalmente se están violando nuestros derechos, se nos está arrinconando y se está persiguiendo a gente que piensa de una manera concreta", explica, con su marcado acento argentino.
El actor se califica a sí mismo de "humanista", una persona que "pone como valor central al ser humano y a la naturaleza que lo contiene más allá del capital, de la comunidad y de la sociedad". Lógicamente, me siento tentado a preguntarle cómo habría reaccionado un humanista como él en una situación de caos golpista.
"No sé cómo actuaría un ser humano en esas circunstancias límite", responde Ammann, aunque cree que lo más probable es que él habría hecho lo mismo que Diego, su personaje: "Por eso creo que me representa tanto. A mí me interesaba que la gente se hiciera la pregunta: '¿Qué haría yo en estas circunstancias? Yo, que no estoy afiliado a ningun partido político ni formo parte de un movimiento social', que no es mi caso. La mayoría de la gente mira la política con una distancia bastante grande. Vota, sí, pero no está participativamente implicada. Por eso me interesaba que la gente pudiera sentirse identificada y hacerse preguntas".
La universalidad del miedo
Es difícil no hacerse preguntas cuando nos enfrentan a la "antesala del horror", como define Rafa Russo el contexto que retrata en su película. El año de la furia buscaba escapar de ese estilo frío y desapegado de Costa-Gavras en Estado de sitio –un brillantísimo retrato en tono casi documental sobre el golpe de estado– y ha decidido apostar por la introspección de los personajes y retratar sus problemas; cómo cada uno mira al miedo y actúa en consecuencia según sus fortalezas o debilidades.
"Da igual el país: de lo que hablamos es de unos cómicos que ven la sombra de la censura como primer aviso de lo que se viene", explica Daniel Grao, otro de sus protagonistas, quien interpreta a un militar que está en el bando de los torturadores golpistas, un personaje esencial, Rojas, que sirve para humanizar a aquellos que cayeron en el bando de los opresores. "Yo creo que mi personaje refleja que debemos plantearnos lo que nos inculcan desde siempre, aquello para lo que estás adiestrado social y familiarmente, y la necesidad de mirar más alrededor y ver si esto está produciendo un daño", explica el actor.
"A veces uno está en piloto automático, programado. En Rojas [su personaje] vemos a un perro amaestrado que empieza a dudar y que acaba estallando. Él evidencia toda la duda y el miedo; cómo en esencia no existen los bandos, sino que existe un ser humano con dudas y temores. Todos creemos que tenemos la verdad y que nuestra posición es la idónea. Y algo tan grande como esto arrasa a todo el mundo. Al final a mí lo que me encanta de esta película es la visión que le da Rafa: desde un micromundo cotidiano construye algo socialmente enorme" y, podríamos añadir, transversal a cualquier tipo de cultura que haya experimentado en sus carnes el horror de la falta de libertades.
El propio Rafa Russo lo define mejor que nadie: "Me interesaba contarlo desde el punto de vista desde la gente de la calle, cómo poco a poco la bala del miedo va paralizando a la sociedad a todos los niveles y lo impregna todo hasta que ya nadie se puede sustraer. De alguna manera las relaciones sociales, laborales, amorosas; todo se ve afectado por ese progresivo recorte de libertades".
El año de la furia llega a los cines el 28 de mayo de 2021. La película está dirigida por Rafa Russo y protagonizada por Alberto Ammamn, Joaquín Furriel, Daniel Grao, Martina Gusman, Sara Sálamo y Maribel Verdú.