Crítica de ‘Happier Than Ever’: Billie Eilish demuestra la madurez musical que ha conseguido hasta ahora
Esta es nuestra reacción al segundo disco de la californiana
Billie Eilish llega con toda su artillería, dispuesta a callar las voces que hablan de un menor interés del público hacia ella. Porque si algo nos ha dejado claro durante los 5 años que suma ya en la industria musical, es que las críticas destructivas y las opiniones negativas hacia ella no le van a influir en absoluto. Billie va a seguir haciendo las cosas a su manera, y de paso, continuar consolidando un estilo icónico de componer que la han hecho reconocida en el mundo entero.
Hace apenas unos días conocíamos que la cantante sigue siendo una de las mejor pagadas de toda la industria a nivel mundial. Por supuesto, esto no se consigue porque sí, sino que es el resultado de ser también una de las artistas más escuchadas con los diferentes trabajos que ha publicado hasta la fecha. Y ahora toca aumentar esa variedad de temas para que sigamos hablando de ella durante mucho más tiempo.
Con Happier Than Ever, la artista escribe un nuevo capítulo dentro de su carrera y confirma nuestras sospechas: sigue fiel a los sonidos que la han hecho popular, aunque sin dejar de experimentar con otras corrientes inéditas en su música hasta ahora. Porque si algo ha caracterizado el estilo de Billie Eilish durante todos estos años, es una incesante ansia por revolucionar la industria y convertir en mainstream unas canciones que nunca hubiéramos imaginado que lo serían.
Billie Eilish y el trabajo más poderoso de su carrera
El que parecía que iba a ser el hermano colorido y alegre de When We All Fall Asleep, Where Do We Go? finalmente se ha convertido en un dardo envenenado al pasado más oscuro de Billie, y no lo decimos precisamente por la estética de su predecesor. Se puede definir como un canto a la esperanza, al dicho popular de que 'ya vendrán tiempos mejores' cuando las cosas no van del todo bien. Porque Happier Than Ever es, ante todo, un disco para celebrar que el final de ese mal trago ya ha llegado.
Con este nuevo trabajo, Billie ha lanzado al mundo un mensaje que todxs deberíamos grabarnos a fuego a la hora de hablar sobre su música: ella no es solo la cantante 'siniestra' que muchxs vieron en temas como Bury A Friend o el archiconocido Bad Guy. Pero tampoco es la cantante triste de When The Party's Over. Billie Eilish es mucho más que eso: es una persona con altibajos emocionales, como cualquier otra, y esto es algo que queda de manifiesto en las diferencias sonoras que encontramos en toda la tracklist de este álbum.
Debemos empezar por el final para darnos verdadera cuenta de este contraste, aunque para ello haya que hacer caso omiso a la recomendación de escuchar todas las canciones en orden que la propia Billie Eilish hizo a cuenta de su anterior disco. El tema que da nombre al disco, Happier Than Ever, se encuentra el penúltimo de la lista y coincide con la canción que ha lanzado como sencillo tras su publicación. Es en ella donde Billie desata toda su furia hacia quien fuese su novio tiempo atrás, y no hace falta recalcar que el punto final a esa relación no fue precisamente positivo.
Aunque las comparaciones son siempre odiosas, el nombre que cualquiera puede tener en mente tras conocer esta intrahistoria es el de Olivia Rodrigo. No en vano, tanto Sour como Happier Than Ever tienen en común ese momento empoderante en el que ambas se rebelan y convierten en canciones todo lo que llevaban tiempo deseando poder soltar. Por tanto, la palabra que mejor define a este final apoteósico no es otra que 'liberación'. Y en estos tiempos en los que por fin se empieza a poner de relieve la importancia de la salud mental, es algo que a cualquiera le puede venir muy, pero que muy bien.
El hecho de que hasta la publicación del disco ya conociésemos 6 de las 16 pistas que lo componen quizá haya restado parte de la magia que siempre tienen estos lanzamientos tan esperados. Pero esto no tiene por qué ser negativo para el conjunto del disco, sino que nos invita a dar un nuevo sentido a esas canciones que ya llevábamos largos meses escuchando. Y es aquí donde entra en juego el universo de contrastes al que nos referíamos anteriormente. ¿Cómo no nos vamos a venir arriba con la base discotequera de Oxytocin después de disfrutar de la ternura de My Future? ¿Y cómo no vamos a relacionar esas dos canciones de manera intrínseca desde ahora?
Otra de las sorpresas que Billie nos tenía guardadas era la inclusión en el disco de Not My Responsibility. Su poderoso alegato contra la sexualización de la mujer se publicó en forma de cortometraje hace ya más de un año y resulta de lo más chocante que, de repente, nos encontremos con ella sin cantar, simplemente dejando claro un mensaje que pone la guinda al pastel empoderador del disco.
Y con todo, este no es el último registro en el que hemos descubierto a una nueva Billie Eilish. Goldwing es, probablemente, la canción con la que tanto ella como su hermano e inseparable colega de producción FINNEAS sabían que sorprenderían. Lo que empieza como un coro gospel que llega incluso a mayores niveles de profundidad sonora que la antes mencionada When The Party's Over pronto se convierte en un tema lleno de ritmo, aunque sin dejar de lado un mensaje sobre abusos en la industria que posteriormente vuelve a remarcar en Your Power y NDA, dos de los temas que ya conocíamos de antes.
Happier Than Ever es la mejor confirmación de que, a sus casi 20 años y después de llevar en el mundo de la música desde que era adolescente, Billie Eilish conoce ya como nadie todos los tejemanejes que pueden rondar sobre una artista femenina y joven. Aspectos que, aún a día de hoy, pueden ser los desencadenantes de que incluso alguien tan reconocida como ella sufra todo tipo de injusticias que ahora se han convertido no solo en canción, sino en todo un álbum. Porque hay cosas que deben ser contadas antes de reventar.
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