Santi Balmes (Love of Lesbian) sobre el sexo: “Hay una anestesia y una sobredosis”
Hablamos de ‘Bajaré de la luna con tirolina’, su nueva novela que nos lleva a la adolescencia
No hace falta conocer en profundidad a Santi Balmes para darse cuenta de que no es como los demás. Tiene un sentido del humor bastante surrealista e irreverente y una forma de ver la vida muy particular. Y todo eso lo ha volcado en su nueva novela, Bajaré de la luna con tirolina en la que nos lleva a la adolescencia de un Déibid, un chaval que vive el divorcio de sus padres, el alejamiento de su hermano mayor y la intolerancia con su mejor amiga transexual. Y todo metido en el contexto de una pandemia que ha removido muchos hogares.
El cantante de Love of Lesbian parece que ha cogido carrerilla con su faceta literaria, aunque a diferencia con su anterior novela de tintes autobiográficos y de una sesuda profundidad, ahora llega con algo más frívolo y relajado. Aunque también nos hace reflexionar sobre diversos asuntos, pero, sobre todo, nos llena de la nostalgia que puede llegar a sentirse por una etapa de la vida tan crucial para todos.
Empezaste a escribir esta novela en el confinamiento… ¿con qué idea?
La idea era evadirme un poco de esa claustrofobia que estaba sintiendo en esos momentos y lo cierto es que había acabado el disco de Viaje épico hacia la nada y tenía por delante un desierto sin horizonte claro ni oasis a la vista, con lo cual, tuve la suerte de que mi agente literaria me llamara y me dijese, ‘oye, eso que habías escrito que me enviaste 40 páginas que era como un borrador de la vida de un chaval, que me reí muchísimo, por qué no aprovechas la pandemia y lo haces’. Y fue una gran idea porque dejé de comer cacahuetes y mirar series, de engordarme como un cochino y me puse manos a la obra para imaginar a ese chaval. Déibid me ayudó.
Cada capítulo lleva el título de una canción que luego se escucha en la historia, ¿qué vino primero el huevo o la gallina?
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Primero viene la historia, demandaba música a cada momento. Me daba cuenta de que las referencias musicales estaban surgiendo porque es una época de descubrimientos, es una época de boca a boca, de aconsejar a tu hermano pequeño o descubrir por ti mismo. Hubiera sido imperdonable que no hubiera aparecido una banda sonora como esta. Está un poco fuera de la generación de estos chavales, pero, particularmente, es lo que me interesaba, situarlo en un contexto diferente, más nerd.
Como dices, no es la banda sonora que probablemente escogerían muchos jóvenes de hoy en día, pero en la que encontramos también artistas como Nathy Peluso, ¿de dónde sale eso?
O Agorazein, la primera banda de C. Tangana. Era inevitable que también hubiera una parte de la música que se escucha en esta generación. Tengo hijas y me llega todo lo que está sonando ahora en estos momentos.
¿Para bien o para mal?
Creo que han desarrollado un criterio bastante espectacular, o quizás es que conocen mis gustos y con sus amigos comparten unos temas y conmigo comparten otros.
Por cierto, que Nathy Peluso, Agorazein, Albert Pla y Love of Lesbian son de los pocos artistas que podemos escuchar cantando en español en esa banda sonora, están claras tus influencias de fuera, ¿no?
Absolutamente, no voy a negar que, para mí, la música anglo, significó una variedad, una excelencia. La capacidad que tenía esa época de hacer mis cábalas de ver de qué iba la letra, era muy gracioso cuando luego la acababas traduciendo e iba más o menos de lo que te habías imaginado. Eso daba lugar a múltiples interpretaciones y todo estaba mucho más abierto, cosa que cuando escuchábamos la música en tu idioma era más conciso, cerrado y no podías poner parte de tu imaginación. Supongo que es por eso por lo que escuchábamos música en inglés.
¿Ahora sigue predominando en tus playlist?
No, ahora ya no tanto, pero porque quizás te llama la atención cómo fluye una letra en nuestro idioma. Ahora sí que quiero conocer la historia. Es curioso porque las chicas, lo he visto sobre todo con Love of Lesbian, entran antes en ser más de la banda que los chicos. Los chicos entran como cinco años después, de media, y es porque las chicas son mucho más proclives a escuchar la letra, a entenderla, a analizar los dobles sentidos. Esa capacidad de escucha, esa capacidad verbal, se les desarrolla mucho antes. Y me incluyo yo entre los chicos que no le daban importancia a las letras cuando era joven.
En un momento de la novela dices que las canciones mejor escribirlas en época de desamor, ¿basado en la experiencia?
Creo que sí, lo que pasa es que te puedes llevar una imagen de que eres una persona atormentada y no, es que de esos cinco minutos de desamor o de discusión los acabas eternizando en formato canción y es muy curativo. Es cierto, como digo en el libro, que cuando escuchas una canción de amor super feliz es como pasear por un barrio pobre con un descapotable. Hay una cierta búsqueda de equilibrios que tenemos todos y sí es verdad que puede haber una canción super divertida, que pegue un pedo en youtube acojonante, que se viralice y al cabo de unos años no la está escuchando ni Dios.
Yo diría al cabo de un mes, va todo muy rápido.
O un mes, exactamente, hay fuegos artificiales que son muy divertidos. A mí me encantaría hacer una canción frívola de estas y que lo petara, pero realmente te das cuenta de que cuando explotan en el cielo no queda nada.
Estas generaciones no tendrán clásicos que recordar dentro de unos años porque el consumo tan rápido y tan diseminado hace que no se creen clásicos, ¿no?
Por eso quizás en la playlist he puesto canciones que consideraba que tenían un empaque emocional y una belleza que trascendía de las épocas con el ingenuo ánimo de que algún chaval que lea el libro tenga esa curiosidad por hacerse la playlist.
Si hay una palabra que podría definir esta novela es surrealista (aparte de costumbrista), ¿inherente a tu sentido del humor?
Sí, sobre todo que no quería hacer algo que fuera excesivamente sesudo. Lo último que había escrito era El hambre invisible, una especie de ensayo autobiográfico que trabajé durante muchos años y estuve a punto de abandonarlo unas cuantas veces. Este tenía la necesidad de que fuera cercano, tierno, que estuviera en un momento en lo que sería en un momento dado entre Corazón de Edmundo de Amicis, que a mí me marcó de pequeño porque me emocionó muchísimo la vida de una clase en Italia a finales de siglo, y también quizás, algo tiene de El guardián entre el centeno, pero pasado por una variante un poco más punk, con esa cosa que tienes los adolescentes de querencia por la escatología y por todas las cosas que te dan la sensación que pueden llamar la atención. Al final da un quiebro y te das cuenta de que es una catarsis, tiene algo de redención entre los dos hermanos y humaniza mucho al chaval. Me emocioné mucho cuando escribí el final porque se refleja que toda su fantasía es una coraza para no reconocer que tiene miedo.
Déibid tiene 11 años, no tengo claro que todos los niños a esa edad sean tan espabilados, pero, ¿qué te ha hecho irte a esa época que ya te queda un poco lejana?
Porque creo que a partir de mi edad ya poca interesante hay. No hay demasiados descubrimientos, es la edad de la supuesta madurez y de la serenidad… creo que no es nada creativo en realidad. La contradicción que tiene un adolescente, en esa lucha entre el hombre y el niño que conviven en un mismo espacio físico y mental durante un tiempo determinado, condiciona todo lo que vamos a ser a posteriori. Nuestros traumas, nuestra manera de vernos a nosotros mismos, nuestras capacidades o defectos, ver para qué servimos y para qué no, si somos de ciencias o somos de letras, nuestras tendencias sexuales… todo se cuece ahí y es super creativo. Lo pasamos como una época maldita y no queremos mirar mucho, tenemos las extremidades muy largas y si vemos fotos de aquella época nos preguntamos cómo íbamos así y como mi madre me había peinado así, y este bigotillo… pero ahí está todo.
Pero, ¿tú con once años eras tan espabilado como Déibid?
Sí, yo hacía pasar bastante vergüenza a mis padres. En este sentido el carácter que tiene es muy autobiográfico porque sí que mi espontaneidad dejaba a los adultos en estado de shock y algunas veces me llevé una reprimenda o empecé a auto regularme viendo las caras de las personas cuando comentaba depende qué cosas. No era un chaval al uso, por supuesto que no. Déibid es punk, muy iconoclasta, es una persona que se ha criado en un ambiente que está entre la burguesía y la clase obrera y quizás esa manera tan catalana que tenemos de ser tan terriblemente groseros e irreverentes, tal vez porque no hemos tenido nobleza ni aristocracia y va con nosotros, con nuestra naturaleza, ser muy irreverentes siempre. Y con una cierta manía a los poderes establecidos.
No sé si tus hijas están en esa fase adolescente, si es así, ¿te ha influido a la hora de crear la historia?
Ellas también han heredado esa manera, a veces pueden llegar a ser incómodas desde el punto que tú ya las ves desde el otro lado del campo y ves patrones que se empiezan a repetir de nuevo y te preguntas si has sido tú el que ha fomentado este tipo de diálogos tan surrealistas en casa o si ya lo llevan de serie, y te puedo asegurar que ya lo llevan de serie.
Tiene que enfrentarse al divorcio de sus padres, algo que ha sido muy habitual en esta pandemia, ¿tan mal se nos da compartir tiempo?
Sí que lo es y hasta cierto punto te diría que es antinatural. Me hace mucha gracia cuando dicen que los pingüinos son monógamos y viven toda su vida con la misma pareja y cuando se muere se pone muy triste y se quiere ahogar en un lago. Me parece una cursilada para empezar, y segundo, que no todo el mundo ha nacido para tener una pareja toda la vida y que de los cambios…te hablo yo que llevo treinta años con la mía… pero sé que no es lo normal. Lo normal es que el destino te lleve por aquí y al otro por allá. Y a muchas personas, como les sucedió a los padres de Déibid, confundieron el estar enamorados de verdad con un encoñamiento hormonal. Las fronteras entre lo que nos dicta la naturaleza para procrearnos y la pureza del amor son muy discutibles, al menos en la mayoría de los casos. Y entonces te encuentran como si hubieras firmado un contrato en este siglo XXI en el que ya se trabaja por proyectos. Si lo llevamos a una vida emotivo sería como, ahora tengo un poliamor con cinco y dentro de unos años tendré… no sé, me hace mucha gracia esto. En realidad, creo que tendría que haber tantas opciones como personalidades.
Me hace gracia esa apreciación de que seguir viendo una serie a espaldas de tu pareja es la nueva infidelidad, ¿eres muy infiel?
Aquí tenemos que valorar una cosa, si tu pareja se duerme porque tiene otros horarios delante del abogado puedes decir que querías seguir viendo Mad Men y el juez te daría la razón. Pero sí que pasa y a veces me ha pasado que he visto unos cuantos capítulos más y me los he tenido que tragado otra vez, calladito, porque es bonito ver una serie con tu pareja. Pero hay otras que es imposible. A mí me gusta mucho la ciencia ficción, por ejemplo, y sé que las voy a tener que ver solo.
Se han perdido relaciones y como refleja la novela, también se han perdido trabajos, ¿cómo lo has vivido tú?
Sobre todo, con nuestro equipo. Nuestro staff va más al día. Quien no tenía la suerte de tener una pareja que tuviera la suerte de tener un trabajo más fijo y de repente se encontraba con 50 conciertos que le salvarían el año, a cero, fue dramático. Ezequiel, el responsable de luces, tuvo la idea de que sacásemos camisetas vía web y los beneficios fueran a parar a nuestro equipo y con un orden de preferencia basado en repartir primero a la persona que lo estaba pasando peor o se encontraba más sola. Así se hizo, se consiguió mucho dinero y pudimos ayudar a pagar alquilares, a llenar la nevera de nuestros bros y fue una manera bonita de seguir adelante.
Es una etapa de despertar sexual, de primeros amores, ¿se pierde pronto esa inocencia?
Sí, se pierde pronto y más ahora. Yo creo que ni si quiera hay gente que la ha tenido ya. Si tienes un grupo de whatsapp de amigos que son suficientemente bestias te puede llegar cada imagen vía whatsapp sin que los padres se enteren que no las hemos visto nosotros hasta los 40. Hay una cierta inocencia que ya ni siquiera se ha experimentado ni se ha podido desarrollar y eso es un poco triste. Pero me da la sensación de que sí hay otros aspectos que les llega la información sobre el sexo demasiado confundida y eso es un poco preocupante.
Hablaba en una ocasión con una psicóloga que me decía que las consultas se llenan de jóvenes sin deseo sexual porque el exceso de imágenes e información y que ya no les supone ningún aliciente.
Hay una anestesia y una sobredosis en cuanto al sexo. Lo mismo que nos pasa a nosotros cuando vemos nosotros en las noticias un bombardeo en Israel o Siria y de repente acaba la noticia y aparece la última película de Tarantino, y se mezcla lo real y lo irreal. Los seres humanos estamos hechos para reaccionar por nuestro entorno inmediato y físico y cuando hay una pantalla por medio se produce una distorsión de la realidad que casi puedes ver una imagen cruel y estás tan anestesiado de imágenes bestias, o de películas bestias, que la realidad y ficción empiezan a confundirse de manera muy preocupante.
También introduces una realidad difícil de asumir por algunos como es la transexualidad, ¿una llamada de atención?
La generación de mis hijas, a pesar de que todo se está viendo ya, por la mayoría de ellos, con una relatividad y sus apetencias sexuales casi no han necesitado salir del armario porque nunca han estado dentro de él y se han abierto desde un inicio a múltiples posibilidades, me ha llamado mucho la atención. Hay ciertos aspectos, incluso para una persona como Dano, que es el hermano mayor, que se las da de tolerante que… creo que todos tenemos un punto en el que se nos pone a prueba y creo que hace falta comprender y escuchar mucho. El prejuicio visual, es muy importante en la época cuando tienes 17, 18 años, que alguien cambie de indumentaria, puede resultar hasta cierto punto muy chocante para el entorno y el adaptarse de nuevo a padres y amigos. Quería enfrentarlo a la percepción de Déibid que tiene una mirada más inocente y es un ‘vive y deja vivir’ que es lo que me encanta de él.
Al final es un libro de relaciones familiares, podríamos decir que ¿en su estado más crudo?
Si, al final tiene un punto bastante más conservador de lo que pudiéramos pensar. Es una reivindicación de la familia como núcleo, aunque no nos acaben de gustar los miembros que lo conforman, estamos un poco obligados a llevarnos bien entre todos y para mí es fundamental la figura del tío Vincent que es como el nuevo paradigma. Es tu ex mujer porque hermano, te has separado de ella, pero para mí siempre va a ser mi cuñada y la voy a querer. Una cosa que he visto en mi entorno. Esas relaciones que porque la pareja se rompa no es necesario que las relaciones que se han generado alrededor se tengan que romper. El concepto de familia tiene que ser sanguíneo, pero también histórico y hay que saber ser agradecidos con las personas que han sido buenas con nosotros y, por eso, Vincent piensa que siempre va a ser su cuñada.
Con el tío Vincent te has cebado: Esa pasión exacerbada por el fútbol, esa asociación de adultos con pañales…
¿Sabes que la asociación existe? Existe. Es un americano que le echaron porque empezó a hacer apología de su sociedad de adultos de amigos del pañal y su empresa se enteró que iba a trabajar con pañales y le echaron. A veces uno piensa que son cosas que han surgido en mi cabeza enfermiza y resulta que es verdad, existe esa sociedad. Y gente tan fanática del fútbol que suple sus carencias mediante el Barça, yo que voy al campo te puedo asegurar que es así, existen esos elementos y no solo hombres.
Tus hijas, ¿han leído ya la novela?
No, estaban de trimestrales y no las he querido agobiar. No he querido pecar de vanidoso. Mi vanidad me ha llevado a dejárselo encima de la mesilla de noche de cada una de ellas, pero no las voy a apretar para que se lo lean. Son muy cabronas.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...