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Kapo 013 comparte su visión del freestyle y habla de Iba Llanos, Jaime Lorente, Ester Expósito o Gerard Piqué

Confiesa que está agotado de la infantilización de una disciplina que le apasiona

Kapo 013 nos sumerge en el mundo del freestyle en su primer libro. / Foto cedida por Grupo Planeta

Bruno Pol Feliu García era apenas un chaval cuando descubrió de manos de su padre lo que era el rap. Su interés le llevó a buscarse un apodo, Kapo 013, y sumergirse en el freestyle. Un mundo nuevo y minoritario por aquel entonces que le cambió completamente la vida.

Fue uno de los referentes en los inicios del género en España y acabó convertido en juez en las principales competiciones mundiales. Ahora cuenta su historia en Amor y dolor riman siempre, un libro que ofrece una visión general de lo que es este mundo desde una perspectiva muy personal.

Jaime Lorente le ha hecho el prólogo y Blon, el epílogo. Y también ha participado su amigo Ibai Llanos, que le ha regalado una frase para el faldón: “Un libro fascinante. Es como vivir los orígenes del freestyle en primera persona. Bruno, eres el mejor”.

Comparte su pasión por este género con la que siente por el periodismo deportivo y en alguna ocasión tuvo que elegir, pero conoció a Gerard Piqué. No solo a él, su estatus en el freestyle también le ha llevado a tener anécdotas, por ejemplo, con Ester Expósito y de todo eso hemos hablado con él. Todo un placer.

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Hijo de una cantante y un productor musical, está claro que no estabas destinado a un trabajo convencional, ¿no?

No, la verdad es que no. Trabajos convencionales igual sí que he visto en casa, pero siempre relacionados con el arte. Mi madre ahora es comisaria de exposiciones de arte y fotografía, que pasó de cantante a eso y mi padre sí que ha estado siempre vinculado a la producción de eventos musicales. Estaba claro que no iba a estar en una empresa haciendo nóminas ni contando ganancias ni nada así. Con arte tenía que estar relacionado.

El freestyle “es una forma artística más que sirve como vehículo del amor”. Eso son palabras de un enamorado, ¿podemos considerar este libro como una declaración de amor?

Totalmente, además, una declaración sincera, no esta imagen del amor romántico idealizado, sino del amor con sus claroscuros, con lo que implica querer tanto a algo que el miedo a perderlo o a no reconocerlo te haga sentir ese dolor, incertidumbre, esa inseguridad. Es una declaración de amor al freestyle absoluta. El otro día hablaba con FJ que ha sido competidor y juez y le decía, ‘es que nosotros, viniendo de realidades económicas y familias que ese tipo de cosas no iban a pasar, por lo menos a corto plazo, con 18 años nos habíamos recorrido media España, a dedo o autobús y teníamos 200 amigos en todas las ciudades y todas las provincias del país, y con 22 estábamos cenando un día en un restaurante en el barrio de Barranco, a pie de mar en Lima, un ceviche, por simplemente ir a tope con lo que nos gustaba y nos divertía’. Tampoco es que estuviéramos ganando dinero en ese momento, pero tener ese tipo de experiencias y abrirte al mundo de esa forma a través de algo que te apasiona y que es tan chiquitito al principio, es una experiencia artística te une con mucha gente y te abre de miras.

Así contado parece todo muy bonito, pero luego hablas del miedo, la ansiedad y las inseguridades que también te ha generado el freestyle.

El hecho de que se haya masificado todo esto y de convertirnos en figuras públicas, en los entornos digitales y más jóvenes, tiene un peso a nivel emocional muy grande. Pero creo que no es más que una representación proporcional de lo que vive cualquier chaval o chavala joven. Me imagino lo que debe sentir un niño de 11 años de sexto de primaria que ve que un compañero de clase tiene el cuádruple de interacciones en TikTok que él… eso afecta. Esa desvinculación del yo y esa duplicación de lo que es mi percepción real del mundo a través de lo que dice la gente con la que tengo contacto, veo su cara, oigo su voz, sé cómo se mueve, y estas interacciones que están en otro plano y permiten expresarse de una forma que a la cara nunca harían por vergüenza propia a veces, es peligroso.

Hemos empezado hablando de amor y el freestyle va mucho de confrontación, aunque sea en un escenario, un mundo de mucha contradicción.

Como show, como espacio teatral, la batalla de improvisación tiene el foco en la confrontación de los personajes, en herir al rival de forma argumental, pero que no necesariamente el argumento tiene que ser una tesis doctoral, puede ser sencillamente ‘tienes el pelo como la fregona de mi cocina’ y ahí nos quedamos en lo más básico del mundo. Pero esa confrontación tiene mucho sentido por de dónde nace el freestyle. Sale de una vertiente del rap muy basada en el egotrip, en el yo soy mejor que, tú eres peor que, y cuando se suman dos mega egos que son los personajes de los improvisadores en el escenario, ocurre todo eso.

Al final esas batallas son ficción, pero, ¿tú crees que todo el mundo lo tiene tan claro?

No, realmente no todo el mundo lo tiene claro. Un espectador que nunca ha visto una batalla puede ver uno de estos que, incluso en un momento en el escenario, hay algún empujoncillo como si se fuera a pasar de lo verbal a lo físico y creerse que, realmente, no es una intención escénica lo que hay ahí, y puede malinterpretarlo. Es importante entender que todo lo que se diga en una batalla, aunque sea ficción, no significa que esa frase no la haya construido la persona que hay detrás del personaje.

Osea, que al final hay una responsabilidad con lo que se dice.

Si yo tiro una frase mega ultra racista en una batalla, aunque yo no sea racista, sí que estoy eligiendo que mi personaje lo sea y sí que significa que esa frase en concreto, de carácter racista, sea en boca de otro o a través de mi pensamiento, ha pasado alguna vez por mi cabeza. No es una cosa inventada y abstracta, que golpea de cualquier manera que dice un personaje inventado de un videojuego. Al final soy yo sobre un escenario interpretando una versión que quiero proyectar de mí mismo y diciendo lo que digo de una forma muy repentina. Aunque no se pueda medir con la misma vara que si estoy compareciendo en el Congreso de los diputados. Es una ficción hasta cierto punto. Pero lo bonito es que, si tú te pasas un fin de semana en una convivencia, en una jornada de la FMS, te das cuenta de que el cien por cien del rato que no se está encima del escenario se está compartiendo de risas, de bares, en la habitación de uno jugando a la play o la switch y que no tiene nada que ver con el escenario.

Dice Jaime Lorente que ojalá te hayas curado con este libro, ¿ha sido así?

Sí, por supuesto. He ahondado en la herida. al principio dolía porque escarbabas en recuerdos que tenías olvidados. Reflexionabas y decías, ‘de todas las experiencias malas que he vivido yo con esto, en cuáles quiero hacer hincapié y por qué’. Es un ejercicio complejo que yo nunca había hecho a través de la escritura tan longeva como la de un libro.

En el libro hablas de tu adolescencia y la música que escuchabas en aquella época: Estopa, Beatles, bandas sonoras de videojuegos, recopilaciones horteras de canciones del verano… supongo que nada que ver con una playlist actual, ¿no?

No te creas, es bastante variopinta mi playlist. Sí es verdad que predomina el rap y la música urbana, bastante, pero hay de todo. Alguna canción de LOS40 tengo cien por cien, tipo alguna canción de Aitana, es que la tengo también. Tampoco es la playlist de un rapero purista. Tengo rock, algo de música electrónica, mucho R&B y ahora mismo estoy obsesionado con el disco de Rosalía que me parece maravilloso y estoy todo el rato motomamizado. Rap así, old school, con el que yo me crié, debe ser de lo que menos escucho ahora mismo.

¿Sigue habiendo algo de Eminem, el que te descubrió las batallas de gallos a través de 8 millas?

Sí, alguna cosita queda. Pero los mega clásicos, de ahora no tanto. Lo último que me vicié un poco fue cuando tuvo el beef con Machine Gun Kelly que me moló bastante. Pero en lo más reciente no estoy muy metido. Ahora mi musa cuando quiero estar relax es Jorja Smith, que me flipa y que por fin voy a poder ver en el Primavera este año si no cae un tsunami o alguna cosa rara. Llevo tres años con las entradas y tres años que se retrasa.

Por cierto, que mencionabas a Rosalía, ¿las uñas que sueles lucir son antes o post Rosalía?

No tienen que ver con Rosalía, pero sí que son post. Tienen que ver con una colega que es increíble haciendo las uñas, el nivel de detalle es una barbaridad. A mí estas tonterías estéticas, en general, siempre me han gustado mucho. Incluso hubo una época en la que iba siempre con una tirita aquí en la mejilla, cosas así random, a mí me gustan. Pero claro que Rosalía marca mucho con las uñas y Bad Gyal, también tuvo influencia fuerte.

Cuando tú te acercaste al rap, no era un género tan mainstream y eso te hizo formar parte de una comunidad minoritaria, ¿cómo recuerdas esos tiempos?

Era maravilloso. Era difícil para alguien de 16 años con mis pintas, entrar, mucho más difícil de lo que puede ser ahora. Sí que te miraban raro y te llevabas algún insultillo, sobre todo de parte de señores calvos que pesaban 100 kg más que tú y te sacaban dos cabezas, porque había peña durilla en el rap cuando era una movida más marginal, pero era super divertido. Era super divertido la dificultad para encontrar maquetas, ir a un mercadillo y encontrar un casete, había un punto de frikismo por la falta de internet. Te bajabas la música por el Ares y te salía más porno que música, pero era otra movida. Me encantaba el punto friki, el punto de coleccionista. Creo que se ha perdido un poco el valor de los conciertos en el sentido de que hay tanto videoclip y streaming que a tus artistas los ves todo el rato, que no tiene nada que ver con ver la música en directo.

Pero no es lo mismo, antes te sorprendía más ver a tu artista sobre un escenario.

Yo cuando iba a un concierto el mero hecho de ver cómo se movía, cómo caminaba, ya era interesante. Más allá de ver el directo de la música, que eso se sigue manteniendo, el hecho de ver cómo se expresaba físicamente… porque igual solo había visto tres fotos de él, y era super divertido. Y además, como era tan chiquitito el rap, era muy fácil estar en una primera fila, era muy fácil acabar de borrachera con no sé quién que había escuchado su música. Ojalá cuando aparezcan nuevas subculturas se desdigitalicen un poco más y se recupere ese espíritu porque me parece la hostia.

Claro que las compañías que frecuentaban por aquel entonces no sé si serían las que quisiesen unos padres para su hijo.

A mis padres también les ha pasado lo mismo de chavales. Había mucha empatía y mucha comprensión. Confiaban lo suficiente en mí como para dejarme equivocarme, como para no estar poniendo excesivas normas ni limitando en exceso mi toma de decisiones más allá de decirme su opinión sincera, pero sin reglamentarlo. Me han dejado equivocarme y estoy muy agradecido en ese sentido. Es importante equivocarte. Hay gente que siempre ha vivido de manera muy recta y luego, cuando se equivocan, siendo adultos y teniendo la libertad que no han tenido de pequeños, toda equivocación se convierte en una avalancha de problemas y al final, el ser humano consiste en equivocarse el 80% del tiempo.

Ser freestyler es aparentemente un trabajo fácil. El libro deja claro que quien piense así está equivocado, ¿crees que poco a poco se conoce mejor lo que implica esta profesión?

Creo que se conoce más, pero también creo que cada vez se está polarizando más el tipo de comentarios, como que el público exige mucho y da muy poco, al menos en esa faceta del feedback, porque luego en un evento en directo es otra cosa. Pero creo que se está infantilizando un poco cómo se opina del freestyle y me imagino que la masificación es un motivo, pero hay un punto que entiendo de dónde nace porque no creo que se esté haciendo peor freestyle que antes, ni mucho menos más infantil, más bien todo lo contrario. Creo que es bastante más maduro los conceptos que se trabajan, que se elaboran con más profundidad, es más complejo el duelo argumental que se ve en una batalla y el público cada vez insulta más y no sé por qué ocurre. Ojalá saberlo y ojalá poder reencauzarlo de nuevo.

En este camino que recorres en el libro ha habido idas y vueltas como freestyler, ¿en qué punto estás ahora?

Ahora estoy en un punto bastante de salir un poco de la escena, no de forma permanente ni decisiva, pero estoy un poco agotado. Me siento que necesito un refresh y empaparme de otras cosas que no tengan que ver con el freestyle para volver con las pilas cargadas y tener ganas de seguir comunicando y de seguir divulgando alrededor de este mundo, pero con un poco más de ilusión. Estoy un poco quemado, es como que últimamente todos los eventos terminan en polémicas y hay mucha creación de contenido por parte de otros youtubers muy alrededor de hablar de las polémicas y se está volviendo un poco Salsa rosa, un poco amarillista y a mí, justamente esa faceta, no me interesa lo más mínimo, a no ser que esté viendo un reality show a las 11 de la noche viniendo de trabajar 12 horas y quiero desconectar cinco minutos viendo a gente que ya sabe a lo que ha ido. Nadie de los que estamos en el freestyle queremos que esto se convierta en el Sálvame Deluxe.

Y eso que tú para explicar los lazos que se crean en estas competiciones como lo que se vive dentro de Gran Hermano.

Claro, es que estoy de acuerdo, esas hiperventiladas de golpe dices, ¿cómo puede ser si se conocen de hace tres semanas? Yo he tenido convivencias de cinco días, me acuerdo de una en Buenos Aires, que en cinco días con un chaval de allí que prácticamente nunca había hablado con él, cuando me fui me eché a llorar. Luego pasa el tiempo y se te pasa, pero esas intensidades de cuatro días con una persona y volverte loco, suceden.

Tal vez esa intensidad de vivir las cosas es la que hace que con 30 años estés cansado, porque si no, no se entiende ese hartazgo tan joven.

No es que me haya cansado tampoco, pero sí que siento que necesito oxígeno porque el freestyle es cada día, todo el rato, es full time, hay competiciones cada semana y como creador de contenido es todo el rato analizando y hablando y dando tu opinión de la manera más respetuosa, aunque luego lo que te vuelva sean raquetazos en la nuca fuertes y flojos. Y llega un momento en el que dices ‘a lo mejor me apetece estar un mes sin hablar de freestyle, hablando de otras cosas, y a lo mejor luego vuelvo más fresco’. Tampoco es un cansancio definitivo, pero es muy intenso. Y cuando lo consideras como un hijo, casi, duele que se embrutezca o que no salgan bien las cosas porque los que empezamos con esto cuando era una chorrada de cuatro frikis y ahora vivimos de ellos siendo una movida que forma parte del día a día de centenares de miles de personas en todo el planeta, es heavy, y cuando sale algo mal te jode de verdad.

Es lo que tiene llegar al mainstream. Yo no sé si viendo en todo lo que ha derivado sigues defendiendo tanto que gente como Arkano, Chuty y Aczino que fueron un poco la cabeza visible de este crecimiento industrial del freestyle.

Sí, al final el freestyle out of mainstream sigue existiendo. Esos viajes por todo el país en autobús siguen existiendo, hay muchas competiciones que están fuera de la gran escena. Creo que el error es que mucha gente ni siquiera se le pase por la cabeza la posibilidad de ir a una batalla, que igual es a dos paradas de metro de su casa en un parque, pero sí se le pasa por la cabeza estar cada tarde viendo directos de youtube sobre batallas y viendo en vídeo batallas, cuando a dos paradas de metro tiene una gratis con un montón de chavales que se van a convertir en colegas suyos para los próximos cinco años, eso sí me parece una pena. Pero que haya una industria como la que hay es maravilloso porque, por lo menos en mi caso, poder comer y pagar las facturas con algo que me apasiona tanto, aunque duela, es una relación de amor. Duele porque es algo que uno ama.

Eso ha potenciado una escena como la argentina con Trueno, Bizarrap, Duki… ¿qué tienen los argentinos?

Son el mejor público que yo he visto en mi vida en directo es el de Buenos Aires. Es mucho más apasionado, voluntarioso, no cejan en el empeño y tienen, como país, una riqueza cultural gigantesca, una escuela de rockeros espectacular, una escena de festivales y salas musicales espectacular, una fanaticada de las mejores del planeta y un carácter muy definitorio. Ya no los artistas que hayan salido de ahí, sino que todos provengan del freestyle y que sea la competición de calle más grande de la historia, El quinto escalón. Eran dos chavales con una go-pro en el parque de Rivadavia de Buenos Aires y ha sido la cuna de los seis, siete, ocho nombres de la escena más potente de la escena musical mundial urbana, ojo con eso. Cuando yo estaba en Buenos Aires, un taxista de 50 años me hablaba de El quinto escalón, era cultura popular a ese nivel. Aquí hablas de batallas de gallos a alguien y habrá mucha gente que sabrá, pero será gente que tenga hijos, pero no por interés propio.

Voy a ser un poco Broncano, ¿el free te ha hecho rico?

No. Si fuera por el free, te aseguro que yo no. Me ha abierto puertas que bien explotadas por mi parte y bien explotadas con la ayuda de mi manager me ha hecho, no rico, pero sí una personan con un tren de vida cómodo. No sufrir, no tener miedo a comprarme algo que me apetezca tener, pero no tengo ninguna propiedad, ni siquiera puedo pagarme la entrada de un piso que me guste, poco a poco. Modo humilde, pero económicamente me ha cambiado la vida, pero no el free por sí solo. Te aseguro que hay mucha gente que es profesional, top 20 de la élite del mundo del free, que tiene menos dinero en el banco y cobra menos al año que cualquier oficinista medio en España. Hay cuatro o cinco que sí realmente van a ser ricos gracias a esto, pero el resto vamos tirando con más o menos suerte.

Pasamos a Ibai Llanos que supongo que tenerle en el faldón de libro diciendo que tu trabajo es fascinante, supongo que ya te da muchos puntos.

Supongo que sí. A mí me ha dado muchos puntos en la vida en general. Ahora hace un tiempecito que no lo veo, es normal, si está un día haciendo un torneo de karts y al día siguiente de ala deltas y al día siguiente está con Piqué organizando las Olimpiadas del año que viene, al final me pierdo. Pero trabajar con él y conocerle y ver de cerca su manera de gestionar las cosas, de gestionar las oportunidades y tener muy claro siempre ‘solo voy a hacer lo que yo quiero hacer y como yo lo quiero hacer porque confío de verdad en mi visión’, esa falta de poner el culete que hemos puesto todos mil veces por dinero, ver a dónde le ha llevado tres o cuatro años después de conocerle me hace pensar, ‘Dios, lo que es tener la cabeza en su sitio y tener las cosas claras desde el día uno’.

Fue él quien te presentó a Gerard Piqué, ¿te sorprendió algo?

Me sorprendió la sencillez y la cercanía, mucho, el tener la sensación de que me habían presentado a ‘mi colega Gery’ y punto. El que alguien que sabe perfectamente que es una mega ultra estrella a nivel mundial, tenga ese punto de naturalidad en el trato con un desconocido, me pareció sorprendente, pero tampoco me sorprendió tanto su forma de expresarse y su carácter porque no finge ni un poco. El Piqué que tú ves en una entrevista de la tele es un pelín más comedido que el Piqué del privado, pero es más o menos la misma persona. Supongo que si conoces a Messi sí que tiene que haber una diferencia abismal entre lo que ves en la tele y lo que ves en el salón de una casa, pero a Piqué lo reconocía todo el rato. Una de las cosas que me dijo, y en ese momento iban octavos o décimos en la liga, es ‘esta liga la vamos a ganar seguro, te lo digo yo’. Esa actitud de Piqué de pa’lante.

Ya que hablamos de nombres propios. Si te volvieras a chocar con Ester Expósito, ¿qué le dirías a día de hoy?

Yo creo que nada, que huiría rápidamente por si acaso me reconoce. Fue tan lamentable, mi reacción fue tan de preescolar, de chocarme y hacer ‘jajajaja, Ester Expósito’ y seguir andando en plan, ¿cómo he reaccionado así con 30 años, cabrón, que no tienes 12? Yo creo que huiría despavorido.

Pero eso fue porque te gustaba demasiado o, ¿por qué?

No sé, me sorprendió. Hacía poco que había llegado a la fiesta. Sabía que habría influencers y peña de este rollo porque era una fiesta en la que estábamos todos los de la FMS internacional, pero que estuviera Ester Expósito ahí no me lo esperaba. Qué random. Fue el primer impacto porque luego en la fiesta sí que me crucé con el pequeño Nicolás, mogollón de peña random y ahí no me sorprendió nada. Cuando acabé con la medalla olímpica en el cuello, tampoco me sorprendía ya nada. Pero que el arranque fuera ese choque, sí que me descolocó un poco. Si esto es una fiesta de raperos, ¿qué hacemos aquí en una mansión donde están Ester Expósito o el pequeño Nicolás?

¿No intentaste arreglarlo a lo largo de la noche?

No, no coincidimos más y tampoco le di más importancia. Estaba más pendiente de Blon y mis colegas de toda la vida que de otra cosa.

Vamos a cerrar esta entrevista igual que tú el libro, con Blon que hace el epílogo, qué bonito, ¿no?

Es maravilloso, es una suerte. Todo el que sabe cómo es nuestra amistad que es muy pública porque hemos hecho un montón de cosas juntos de youtube, de directos, de Instagram, de todo, en todos lados se nos ha visto juntos, siempre pasa lo mismo, se llena de comentarios de ‘ojalá una amistad así’. Es una suerte. Cuando uno conoce a alguien que comparte tanto a nivel vital y tiene una realidad tan similar y la empatía en el trabajar un problema con un amigo o hablar de las cosas se puede llevar a otro nivel, es muy importante. Yo hay problemas que hablo con Blon que, si los hablo con mi pareja mismo, no los puede entender, porque no ha vivido de la forma que lo hemos vivido nosotros. Cómo era el free antes y cómo es ahora. De pasar de tener cuatro seguidores a los que tenemos ahora. De la presión de que todo el mundo opine de tu trabajo a un nivel masivo, es complicado. Y en este mundo de influencers y famoseo y todo este rollo, conoces a mucha gente, pero muy poca con la que sabes que realmente fuera de ese mundillo serías amigo de confesiones íntimas. Encontrar a alguien que durante tantos años ha sido ese confidente y compañero es una suerte.

Cristina Zavala

Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...

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