Minería submarina: la última frontera
Varios países piden que se autorice esta actividad. España se muestra en contra, en una posición que también comparten los ecologistas y la comunidad científica.
Los fondos marinos son uno de los grandes tesoros del planeta. Un lugar que guarda infinidad de secretos y que permanece en un 90% inexplorado por el ser humano. Y un espacio rico en biodiversidad como pocos: se calcula que entre el 50 y el 80% de toda la vida que alberga la Tierra está bajo la superficie del océano. Pese a ello, hay quien se muestra partidario de abrir la puerta a lo que se conoce como minería submarina. Para muchos, la última frontera que nos queda por traspasar como especie.
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Parte del futuro del mar se ha decidido estos días en Kingston, capital de Jamaica. Allí se ha celebrado la Asamblea de Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, en la que los países han debatido intensamente sobre la posibilidad de permitir o no la minería submarina.
La propuesta lanzada por Chile, secundada también por Costa Rica y Brasil, es clara: reconsiderar la norma que daría primeros permisos para comenzar a explotar en 2023 los fondos marinos que forman parte de las aguas internacionales. Una negativa a la que se ha sumado España, en una decisión que han aplaudido los distintos grupos ecologistas.
La posición de España es especialmente relevante. El año que viene, nuestro país pasará a formar parte del Consejo de la Alta Autoridad de los Fondos Marinos, asumiendo una gran responsabilidad en un momento crucial en el que se adoptarán decisiones sin precedentes en términos de gravedad y potenciales impactos a escala planetaria. “El Gobierno de España jugará un papel importante en la defensa de nuestros mares y océanos”, afirman en un comunicado conjunto Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace y WWF. “Esperamos y deseamos que España esté a la altura de las circunstancias y no se deje influir por el afán extractivista”.
Antes, el 15 de agosto, tendrá lugar otra cita clave: la reunión en la sede central de Naciones Unidas que finalizará el texto para la conservación de la biodiversidad marina en aguas internacionales, el conocido como Tratado Global de los Océanos. “Este texto podrá blindar a la minería submarina al menos el 30% de las aguas internacionales para 2030 y supondrá que se tenga una visión integral de la gestión marina”, advierten los grupos ecologistas.
La nueva fiebre del oro
El proceso de extracción de minerales del fondo marino es relativamente reciente. En el año 1965, la publicación del libro ‘Recursos minerales del mar’, de J. L. Mero, hizo que muchos vieran en el océano el nuevo paraíso para enriquecerse. El libro afirmaba que se podrían encontrar suministros prácticamente ilimitados de cobalto, níquel y otros metales clave para la fabricación de toda clase de productos.
Se desató una nueva fiebre del oro. En este caso, en el ámbito submarino. A lo largo de dos décadas, Estados Unidos dedicó millones de dólares a buscar minerales en el fondo marino… sin éxito. No fue hasta la pasada década cuando la minería submarina volvió a despertar el interés internacional, a raíz de la creciente demanda de metales preciosos en países como China, India o Japón.
El futuro del mar se está jugando estos días. Puede que no acapare grandes titulares en los periódicos ni abra telediarios, pero de ello depende buena parte de la sostenibilidad y la buena salud de mucha de la vida del planeta, de la que los seres humanos también formamos parte. Aunque a veces se nos olvide.