Especial
Ecologistas franceses 'okupan' un bosque para impedir su tala
Las autoridades planean construir en el lugar un gigantesco depósito de agua que, entre otras cosas, servirá para alimentar la nieve artificial de una estación de esquí.
Con sus casitas de madera y su precioso campanario, La Clusaz es uno de esos pueblecitos franceses cuya belleza y encanto quedarían bien en cualquier postal. Ubicado en el departamento de Alta Saboya, en plenos Alpes, sus 2.000 habitantes viven fundamentalmente del turismo que genera la estación de esquí, situada en el mismo corazón del pueblo. El entorno está dominado por un omnipresente verde que se tiñe de blanco en la temporada de invierno, lo que contribuye a otorgar a la fotografía un aura de lugar idílico, en el que la vida pasa despacio y sin grandes contratiempos.
En las últimas dos semanas, la tranquilidad de La Clusaz se ha visto alterada por la presencia de activistas locales, pero también de un nutrido grupo llegado de otras partes del país y de periodistas que preguntan por ellos. La localidad es noticia gracias a la acción de un grupo de ecologistas de la organización Extinction Rebellion que, el pasado 19 de septiembre, se instalaron en uno de los bosques cercanos. ¿Su objetivo? Impedir la tala de una importante cantidad de árboles para la construcción de un depósito de agua.
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Las autoridades justifican la construcción del nuevo depósito, que tendrá capacidad para 148.000 metros cúbicos –lo que equivale a unas cuarenta piscinas olímpicas– fundamentalmente en tres razones: garantizar el suministro de agua potable a la ciudad, generar nieve artificial durante la temporada de invierno y servir de apoyo a las actividades agropastorales, la otra fuente de ingresos de los habitantes de La Clusaz. Sin embargo, nada de ello pareció convencer a los habitantes del pueblo, que han manifestado su oposición al proyecto en una consulta popular.
58 especies, en peligro
Los activistas no sólo denuncian la destrucción del patrimonio natural: también la privatización de los recursos hídricos del lugar. Asimismo, recuerdan que ya existen otros cuatro depósitos similares en las inmediaciones de la estación, por lo que construir un quinto sólo respondería a intereses especulativos.
“Tenemos la intención de quedarnos hasta el final”, ha declarado uno de los activistas al diario Reporterre, al tiempo que explica sus críticas al proyecto. “El agua será bombeada tres kilómetros más abajo desde una fuente potable para ser almacenada en una balsa al aire libre. Una vez estancada, ya no será apta para el consumo y puede estar sujeta a una evaporación cercana al 50%” , ha declarado al citado medio. “Todo eso, sin mencionar el impacto que el proyecto supone para las 58 especies protegidas que viven en este bosque”.
La encuesta a la población reveló que el 76% de los vecinos se oponen a la construcción del depósito
“Más allá del desastre ecológico que supone y del impacto ambiental de este proyecto, estamos ante todo ante un problema democrático: la encuesta a la población reveló que el 76% de los vecinos se oponen a la construcción del depósito. Eso nos da la legitimidad para ocupar este lugar y exigir que se cumpla la voluntad popular”, explica otra activista a Reporterre.
De entrada, el objetivo de los ecologistas se ha cumplido: llamar la atención sobre los planes de construcción del nuevo depósito. También, ganarse el favor de los vecinos. Y en última instancia, poner encima de la mesa la necesidad de proteger el medio ambiente frente a los que lo entienden únicamente como un negocio.