Especial
Enrique Urquijo, 24 años de la muerte de un músico eterno
El líder de Los Secretos falleció un 17 de noviembre de 1999
El 17 de noviembre de 1999, hace 24 años, el cuerpo sin vida del músico Enrique Urquijo era encontrado en el portal número 23 de la calle del Espíritu Santo, en el barrio de Malasaña (Madrid). Tenía 39 años. La noticia fue un shock para todos.
Nacido en el madrileño barrio de Argüelles (15 de febrero de 1960), fue el segundo de cuatro hermanos: Javier, el primogénito y también vinculado al mundo de la música; Álvaro, el tercero, y actual líder de Los Secretos tras la muerte de Enrique y Lidia, la benjamina de la familia. Su madre sabía que Enrique era el más frágil de los cuatro y por eso siempre lo protegía: "Si caíamos los tres enfermos cuando éramos pequeños, él era el que peor se ponía. Siempre que venía el médico a casa era por Enrique", recuerda Álvaro Urquijo.
Las personas que conocieron a Enrique coinciden en que no era una persona triste, tal y como se podría deducir de la letra de sus canciones que por lo general revestían un aroma melancólico. Al contrario señalan que, en el trato personal, era una persona risueña con un gran sentido del humor. Era honesto, divertido, pero hipersensible. Todo lo que a todos nosotros nos afecta, a él le afectaba mucho más. "Cuando muere mi abuelo, Enrique no salió de la habitación. Ya ahí demostraba que ante las cosas trágicas tenía una gran incapacidad para negociarlas. No quería saber nada de las tragedias. Vivía protegido por una red invisible que formábamos mi madre, bendita sea, y yo, que ejercía de enfermero, guardaespaldas, hermano, secretario, arreglista de canciones y compañero de habitación", cuenta Álvaro.
Parece que en la vida siempre hay un precio y a Enrique le llegó el éxito muy pronto, pero también las drogas. En ocasiones creía que la droga era un buen vehículo para componer buenas canciones, utilizando las cosas malas que le pasaban en la vida para justificar sus depresiones acompañadas de consumos, pero estaba equivocado. Era una persona que no quería vivir todo lo desagradable del mundo, él quería vivir en la burbuja de su música.
Llevaba años tratando de lidiar con su adicción a las drogas. Siempre había mostrado su disposición a salir de aquel oscuro bucle. Sus familiares y amigos manifiestan que el nacimiento de su hija María en 1994 supuso un renacimiento para el artista y que, conforme iba creciendo la pequeña, Enrique comenzó a ser cada vez más y más consciente de la necesidad de recuperarse, de dejar atrás viejos hábitos y de dedicarse en cuerpo y alma a su hija. A ella le dedicó dos de los temas más bellos de su repertorio: 'Agarráte a mí María' y 'Pero a tu lado'.
En 1999 llevaba varios meses desintoxicado, pero en noviembre de ese mismo año, el propio Enrique comenzó a dar síntomas de que su abstinencia estaba llegando a su fin, y él mismo se puso en contacto con su hermano Álvaro para ingresar en un centro de desintoxicación y pasar unos días controlado y alejado del alcohol y las drogas. En cierto momento de su estancia, dos días antes de su fallecimiento, pidió el alta voluntaria y aquella vez, hubo algo que truncó su suerte. Como estuvo ingresado menos del tiempo por el que pagó, le reembolsaron un dinero. Ese fue el principio del fin. "Se vio en la calle, con dinero en mano, con documentación, cosa que no tenía desde hacía un año y, con ese remanente, fue a visitar a su camello en un piso del barrio de Malasaña", cuenta su hermano Álvaro. Dos días más tarde, era hallado muerto.
Con su muerte se especuló hasta la saciedad y muchos apuntaron a una sobredosis de heroína como el detonante del fatal desenlace. Sin embargo, su hermano Álvaro en su libro 'Siempre hay un precio' lo desmiente y además subraya en todo momento que la muerte de Enrique fue completamente accidental, pues no hubo ninguna intención del artista por quitarse la vida: "No fue una sobredosis de heroína. Fue una combinación de barbitúricos y de coca base que le causó una parada cardiorrespiratoria. Eso, y la mala suerte. Nadie quiere tener un subidón, se toma unas pastillas para que se le pase y nunca llega a casa".
Desnudo en los escenarios
A Enrique le importaba muy poco el dinero. Profesional, perfeccionista y muy enamoradizo. En sus composiciones plasmaba su vida, cada palabra de sus canciones las ha sufrido su cuerpo. Enrique se quedaba 'en pelotas' sobre el escenario al desnudar sus sentimientos. Sus letras no eran enrevesadas y con ellas transmitía sentimientos puros y sencillos. Tenía una sensibilidad fuera de lo común y era muy meticuloso con los arreglos de sus temas para conseguir que todo sonara lo mejor posible. Huía de la imagen del éxito y odiaba hacer playback, de hecho, "lo llegaba a hacer mal aposta", como ha reconocido su hermano Álvaro en alguna ocasión.
Un legado musical eterno
A día de hoy, la dimensión artística de Enrique Urquijo sigue viva y es recuperada por los músicos actuales y por sus hermanos, que continúan recordándolo sobre los escenarios. No solo fundó Los Secretos, uno de los grandes grupos de los ochenta, sino que también se coló en los corazones de todos aquellos que alguna vez escucharon su música, con esa capacidad única que él tenía de estremecer y conmover con la genialidad de todas sus letras.
Ana de la Morena
Periodista y redactora de LOS40 Classic.