A pie, en bici o en transporte público: así deberíamos movernos, según la UE

La Unión Europea ha publicado una pirámide invertida que explica cuáles deberían ser las prioridades en materia de movilidad. ¿La estamos cumpliendo?

La movilidad, a debate. / Getty Images

A nadie le sorprendería saber que el avión es el medio de transporte más contaminante que existe: no en vano, se calcula que el tráfico aéreo supone el 2% de las emisiones globales de CO2 emitidas por el ser humano a la atmósfera. Pero, ¿qué otras maneras de movernos deberían ser prioritarias, especialmente en las grandes ciudades, de cara a que vivamos en lugares más habitables y sanos?

A esta pregunta ha tratado de dar respuesta la Unión Europa con la publicación de una infografía tan sencilla como elocuente: una pirámide invertida en la que se especifica qué maneras de desplazarse deberían primar sobre otras. Y basta un solo vistazo para darse cuenta de que dista mucho del modelo urbano actual en buena parte de las ciudades españolas.

Las prioridades de movilidad, según la UE. / Share-north.eu

En lo más alto de la pirámide, como no podía ser de otra manera, la forma de movilidad más limpia que existe: nuestras propias piernas. Tal y como recuerda la UE, los peatones deberían ser los reyes, y las ciudades tendrían que estar diseñadas y construidas pensando en ellos por encima de todos los demás medios de transporte.

En segundo lugar, las bicicletas y la llamada micromovilidad, como los patinetes eléctricos que tanto han proliferado en los últimos años. Dos formas de moverse cuentan con importantes ventajas: ahorras en dinero y ganas en salud. De hecho, las grandes capitales europeas están apostando con fuerza por ellas, especialmente por las bicicletas, tomando como referencia a las pioneras en este ámbito, como Amsterdam o Copenhague.

Ciudades para todos

Tras las bicicletas y los patinetes se sitúa el transporte público. Y es que existen pocas maneras más rápidas y eficientes de moverse que el autobús, el metro o el tranvía. Por ello, las autoridades deben tener muy claro que apostar por el transporte público es hacerlo por una ciudad mejor y más inclusiva. Al fin y al cabo, no todo el mundo quiere (ni puede) moverse en bicicleta. Y no todos los destinos son asumibles a pie.

Después del transporte público, la UE sitúa los taxis y otro fenómeno que se ha multiplicado en los últimos años: los vehículos compartidos. Tras ellos, el vehículo privado, sólo superado por el mencionado avión, que se encuentra en la parte inferior de la pirámide invertida.

Los datos parecen dar la razón a los responsables de diseñar esta imagen tan gráfica: hace falta un cambio urgente en la manera de movernos. Porque en materia de eficiencia, nada menos sostenible que abusar del coche: en torno a la mitad de los desplazamientos urbanos son de menos de tres kilómetros, una distancia perfectamente asumible a pie o en bicicleta. En ciudades como Madrid, y pese a sólo usarlos un 30% de la población, ocupan un 80% del espacio público. Y se calcula que un coche pasa el 95% de su vida útil aparcado, a menudo también ocupando la vía pública.

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