Keyla Suárez, la soltera trans de ‘La isla de las tentaciones’, comparte, entre lágrimas, su dura historia
“Me hicieron sentir un monstruo”, asegura sobre el infierno que tuvo que vivir en el instituto
Keyla Suárez se ha convertido en una de las solteras con más protagonismo en la sexta edición de La isla de las tentaciones. Ya desde el inicio llamó la atención al convertirse en la primera mujer trans del programa. Y luego, siguió dando contenido por su química con Adrián, el novio de Naomi.
Ahora ha aterrizado en mtmad para hablar de cómo fue su transición y para contar detalles de su vida que nos permiten conocerla un poco mejor.
No ha dudado en contar que nunca llegó el momento en el que se dio cuenta de que no era un chico sino una chica. Sufrió disforia de género, que como ella ha explicado, es cuando te miras al espejo y no te ves reflejado en tu cuerpo. Ha enseñado, incluso, una foto de cuando era pequeña y ya se sentía niña.
El infierno
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Pero llegó un momento en el que se dio cuenta de que la gente no la veía como ella se veía y “ahí es donde empezó vamos a llamar esa etapa como el infierno, porque realmente ha sido como la peor etapa de mi vida, la etapa más oscura, la etapa más triste, y de la que ahora estoy pagando muchísimas de las secuelas”. Fue el cambio del colegio al instituto.
Empezó a hormonarse en secreto. Solo lo sabía a su familia, pero llegó el día en el que se dio cuenta de que no quería vivir esa vida de mentira y a escondidas y lo hizo público. “Eso fue darle a todo el mundo el poder de ponerme en una pared y coger una pistola y que empezaran a dispararme como ellos quisieran”, asegura.
En este momento del relato ha sido imposible que no le venciera la emoción. “Hicieron de Keyla el monstruo que ellos quisieron, quisieron meter en mi cabeza los miedos que ellos tenían y quisieron al final hacerme sentir el bicho que ellos pensaban que yo era. Literalmente pensé que mi vida se acababa en la etapa del instituto”, admitía antes de relatar lo duro que fueron aquellos momentos.
Los profesores la recomendaban que se hiciera invisible. “Me hicieron sentir un monstruo”, insistía. Ahí empezó una depresión que todavía acarrea. Pasó de ser una niña llena de amor a una niña llena de odio.
Punto de inflexión
“El día que nunca se me va a olvidar fue el día en el que a causa de la depresión se me quedaron ataques de epilepsia y siempre se me va a quedar el momento en el que me dio un ataque de ansiedad en el instituto cuando un chico me gritó en el pasillo, ‘maricón, ojalá te mueras’”, relataba con lágrimas en los ojos.
En aquel momento rodeada de compañeros, profesores y una ambulancia vio a su madre rota al ver cómo estaban destrozando la vida de su hija por ser. Fue un punto de inflexión. Llegó a pensar en suicidarse para dar calma a su familia, pero ellos no le permitieron rendirse.
Ser mujer
Ha querido explicar lo que es en realidad la transexualidad porque sigue habiendo muchos conceptos erróneos y ha intentado desmitificar la cirugía como la solución de todo.
“No piensen que por estar operadas van a ser felices porque ser mujer no es tener dos pechos grandes y bonitos, no es tener una vagina, no es tener las uñas más largas del mundo”, aseguraba.
“Yo me he dado cuenta de que después de tener todo esto que tengo, después de hacerme todos los retoques que yo pensaba que iban a hacerme sentir mujer, me he dado cuenta que ser mujer se trabaja y para ser mujer te tienes que ver tú mujer”, reflexionaba.
No ha dudado en defender la terapia.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...