25 años del desastre de Aznalcóllar que puso en peligro a Doñana
El 25 de abril de 1998, un vertido tóxico se convirtió en el mayor desastre medioambiental de la historia de España.
El parque nacional de Doñana es noticia estos días debido a los planes del gobierno andaluz de regularizar la situación de las fincas ilegales de la zona y aumentar los terrenos de regadío. Pero hace 25 años, este paraíso natural también abrió los telediarios. El motivo: el vertido tóxico causado por la rotura de la balsa minera ubicada en la localidad sevillana de Aznalcóllar.
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La empresa suecocanadiense Boliden era propietaria de la balsa de residuos. La madrugada del 25 de abril, se rompió dejando escapar seis millones de metros cúbicos de agua y lodos tóxicos. La riada legó a alcanzar hasta tres metros de altura en algunos puntos, desbordó los ríos Agrio y Guadiamar y contaminó un total de 63 kilómetros de cauce y 4.634 hectáreas de terreno. Los residuos recorrieron entre dos y tres kilómetros y comenzaron a descender por el río Guadiamar hacia las marismas de Doñana.
Aunque muchos citarían el hundimiento del Prestige como el mayor desastre medioambiental de la historia de España, lo cierto es que lo ocurrido en Aznalcóllar tuvo unas dimensiones mucho mayores. El vertido tóxico fue unas cien veces mayor que el del buque hundido frente a las costas gallegas. El accidente también fue costoso: la Junta de Andalucía y el Ministerio de Medio Ambiente destinaron 165,3 millones de euros a la limpieza y restauración de la zona.
El vertido tuvo consecuencias directas sobre el entorno y la biodiversidad. Murieron 37 toneladas de peces y los acuíferos sufrieron una contaminación devastadora. Además, se perdieron 5.000 empleos.
Hoy, las principales organizaciones ecologistas alertan de que el peligro sigue estando ahí. Ecologistas en Acción y Greenpeace denuncian que la minería es uno de los principales productores de residuos y supone una gran amenaza para la vida en el planeta. En los informes La impunidad del sector minero y Una catástrofe de la que no hemos aprendido, ambas organizaciones recuerdan las causas que provocaron la rotura de la presa y los acontecimientos tras el desastre ecológico, poniendo de relieve que “lo sucedido no es un caso aislado fruto de la fatalidad, sino la consecuencia del modus operandi del extractivismo mundial”.
El peligro, Riotinto
Actualmente, y tal y como señalan desde Ecologistas en Acción y Greenpeace, el mayor peligro reside en las balsas mineras de Riotinto (Huelva), donde están los mayores yacimientos de cobre del país. Allí, 182 millones de metros cúbicos de residuos permanecen en tres gigantescas balsas, en la que supone una de las mayores amenazas medioambientales.
Por ello, activistas de ambas organizaciones han desplegado una pancarta en el río Tintillo con el lema: “Ayer Aznalcóllar, mañana Riotinto” y advierten de que la historia se puede volver a repetir “debido a la actual autorización para recrecer el muro de contención de las balsas de residuos mineros de Riotinto, que alcanzaría la cota de 417 metros sobre el nivel del mar, para albergar 161 millones de toneladas de lodos, que se añadirían a los 182 millones de metros cúbicos de lodos tóxicos ya acumulados”.
Las balsas de Riotinto están “a punto de colapsar”, según las organizaciones ecologistas. Y pese a ello, “la empresa que gestiona esta mina, con el visto bueno de la Junta de Andalucía, quiere seguir recreciéndolas, a pesar de que varios informes científicos concluyen que la probabilidad de que las balsas de Riotinto se rompan en los próximos 20 años es del 95%”, denuncian.