Especial
Sol Macaluso, tras volver de Ucrania, comparte su difícil pasado familiar: “Era escribir un día y llorar tres”
La reportera de guerra publica su primer libro
Sol Macaluso es un nombre que empezó a sonar fuerte cuando estalló la ofensiva de Rusia contra Ucrania. Ella estaba cubriendo el conflicto allí y se vio atrapada en el caos y el dolor que supusieron aquellos primeros días.
Nos descubrió un nuevo perfil de reportera, la que se implica en lo que está sucediendo y muestra su lado más humano y vulnerable mientras narra lo que está viviendo y lo que sucede a su alrededor.
La vimos llorar ante el horror del que era testigo, algo que muchos aplaudieron y que otros criticaron. Pero por salud, decidió volver a España y es aquí donde ha comenzado nuevos proyectos. Uno de ellos, escribir su primer libro: La guerra de mamá.
Y es que Sol ya sabía lo que eran los conflictos antes de viajar a Ucrania. La bipolaridad de su madre ha marcado su infancia y su adolescencia y ha marcado la mujer que es hoy en día. Un ejercicio de valentía y sinceridad que nos muestra una Sol a pecho descubierto con la que hemos querido profundizar un poco más sobre el tema.
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Primer libro y te lanzas con lo difícil, hablar de ti misma en el ámbito más íntimo, ¿te ha costado o una vez decidido ha fluido?
Una vez que tomé la decisión y que lo hablé con mi familia fluyó, pero sí es verdad que fue un proceso bastante largo en el sentido de que era una historia tan íntima y sensible, que quería ser muy cuidadosa y respetuosa a la hora de hablar de esto y como me toca tan de dentro y se movían todas las fibras, era como escribir un día y llorar tres. Y luego continuar.
En la presentación estuviste rodeada por tu familia que tuvieron ciertos reparos de entrada, ahora, ¿más tranquilos?
Sí, ahora más tranquilos y disfrutando y acompañándome mientras ven lo bonito que es que muchas personas se sientan identificadas con este libro o que digan que es una herramienta, incluso para los que no les toca de cerca. No es necesario tener tú mismo o alguien de tu entorno con una patología de salud mental. Es un libro que puede inspirar a cualquier persona que se haya sentido solo alguna vez.
Supongo que la lectura más difícil habrá sido la de tu madre, la que padece el trastorno bipolar, ¿ha descubierto algo que no supiera leyendo el libro?
Por su trastorno ella no ve las situaciones de las que yo hablo en el libro y le ha gustado mucho verlo con otros ojos que no sean los de ella. De todas formas, el libro no es tanto de su patología y de su historia sino de cómo una niña, que vengo a ser yo, lo vive y lo afronta y se cría sin saberlo.
Pero más allá de acercarnos a esta enfermedad, nos sumerges en cómo vive el entorno de un enfermo mental esta situación, ¿qué ha sido lo más duro?
Lo más duro de todo ha sido no poder hablarlo y creo que justamente por eso hago este libro, porque creo que los familiares de una persona que tenga cualquier tipo de trastorno mental nos sentimos muy solos y no sabemos con quién compartirlo porque no nos educan para hablar de las emociones. Es muy difícil saber elegir con quién y cuándo poder sentirte cómodo para hablar de algo tan íntimo y tan privado y sobre lo que hay tantísimos prejuicios y muchísimo tabú. Se habla de cualquier cosa si tienes un familiar con cáncer, con diabetes, o con cualquier tipo de enfermedad física, pero cuando es una enfermedad de las que no se ven, cuesta muchísimo.
Separas lo que es tu madre de lo que es el monstruo, ¿crees que se puede hacer sin convivir de cerca con la enfermedad?
Yo creo que es muy entendible sobre todo analizando que esa comparación la empieza a hacer una niña de 5 años para tratar de identificar que cuando mi madre estaba con el polo depresivo o el polo maníaco de su trastorno, no era mi madre porque estaba fuera de sí. Era lo que encontró con las herramientas que tenía a disposición para poder sobrellevar esa infancia y esa adolescencia de la manera menos dolorosa posible.
Retratas una infancia y adolescencia muy duras con cambios constantes de colegios e institutos y con la ausencia de tu madre en muchas ocasiones. Muchos pensarán que así no se puede crecer bien.
Yo creo que sí, a la vista está. Yo estoy muy orgullosa de la mujer que soy y creo que soy como soy porque mi madre es como es. Crecí en una casa en donde la empatía, el respeto y la paciencia eran necesarias para poder convivir en un ambiente pacífico y amoroso para mi madre, para acompañarla de la mejor manera que podíamos. Si a mí no me hubiese pasado todo lo que tuve que atravesar, no podría trabajar de la manera en la que lo hago y empatizar tanto con las historias y contarlas de la manera que a mí me gusta.
Llama la atención que nunca hablaste con tu padre o tu hermana del primer ingreso psiquiátrico de tu madre, ¿hablarlo lo hace más real o era su forma de protegerte?
Creo que fue la manera que mi padre encontró para protegernos porque él tampoco sabía cómo. Y es curioso porque él también es médico, no es psiquiatra ni psicólogo, pero sí que convive y ha visto muy de cerca patologías similares a las de mi madre y sabe cómo tratarlas. Pero es diferente cuando eres médico y cuando eres la persona que convive bajo el mismo techo y la mujer que padece eso es la madre de tus hijas. Fue su herramienta, desde su ignorancia o desconocimiento, o tal vez desde el miedo para protegernos a mí o a mi hermana. No sé si fue la más adecuada, pero es la que pudo aplicar en ese momento y es lo que, a mí, en lo personal, me causó tantas preguntas y tanto desentendimiento durante muchos años.
¿Hay alguna forma de explicarle a una niña lo que es la bipolaridad?
Yo creo que sí, a mí lo del monstruo me ayudó mucho. Una niña nunca va a tener las herramientas para entenderlo, pero sí se le puede explicar que una persona, por un desbalance, por algunas cositas que van en aumento o disminución en el cerebro, no les permiten pensar y actúa como el resto de seres humanos que no padecemos esta patología. Si se permite, si cabe, el paralelismo que yo pude hacer con la historia que viví en Ucrania cuando se les explicaba a los niños lo que es una guerra y cómo se vive una guerra. Les decían que los malos estaban en la calle y que no podían salir porque había malos. En este caso hay un monstruo que viene a por esa persona y en ese momento no es ni tu papi, ni tu mami, ni tu hermano, sino alguien ajeno a nosotros que no le permite quererte como ella sabe.
El suicidio ha estado muy presente en tu vida. Tu madre intentó quitarse la vida y tú también, ¿ha dejado de ser tabú hablar de estos temas?
Afortunadamente se va avanzando un poco en cuanto al suicidio también porque es necesario. La tasa de suicidio sube. Hubo un pico después de la pandemia en un montón de países y creo que se están empezando a dar cuenta de que por mucho tabú que haya son cosas que hay que hablar porque no estamos educados no solo para que alguien lo viva en primera persona, sino para que alguien que conocemos lo viva y nosotros poder ayudar desde nuestro lugar.
Últimamente, mucha gente conocida escribe libros contando su relación con la enfermedad mental. Da la sensación de que el que más o el que menos, ha pasado por algo.
Yo creo que sí, inevitablemente todos hemos pasado por algo en mayor o menor medida y la cosa es eso, que no lo hablamos y me estoy dando cuenta con el libro porque me llegan muchos mensajes y no hay persona que no lo haya leído y me haya dicho ‘en este punto, o en este otro me he sentido identificado ya sea por mí o por un tercero’. Creo que hace falta eso, hablar más.
Mariah Carey, Catherine Zeta Jones, Jim Carrey, Mel Gibson... y solo son unos pocos, ¿por qué crees que algo tan extendido es tan desconocido?
Es una buenísima pregunta, pero creo que, una vez más, nos lleva a la respuesta de los prejuicios, del tabú, los miedos, la vergüenza. Cuando yo hablo con mi familia acerca de que quería escribir este libro, de que siempre había estado latente mi deseo de compartirlo con el mundo, mi madre no tenía ningún problema con la historia, pero le preocupaba lo que pudieran decir los demás sobre ella, cómo la pudieran ver. Yo intenté explicarle que, en realidad, este libro era para ayudar a otras personas bien sea como ella, bien sea como yo que no hayan sabido con quién hablarlo. Estos libros, me lo dijo un psiquiatra con el que hablé hace unas semanas, son necesarios no sólo para los pacientes y su entorno familiar sino para la sociedad con la de cosas que estamos viviendo tan fuertes, tan brutas y con la falta de empatía que hay en la sociedad que vivimos hoy en día.
Hubo un momento en el que tú te viste sobrepasada, un cumpleaños y decidiste tomar la peor decisión, ¿ahora cómo lo ves, desde la posición de eso superado?
Fue un antes y un después para mí. Yo siempre digo que en ese cumpleaños de 2016 volví a nacer. Cambiaron muchas cosas en mi cabeza porque toqué fondo, llegué a un límite. Gracias a Dios, a la terapia, al apoyo de mi familia y mi trabajo personal, no he vuelto a pasar por una situación en la que sienta ese deseo de hacer aquello que hice. Creo que fue muy importante a nivel personal llegar a ese punto para entender que mi bienestar no dependía de la condición que tuviera o no mi madre. Mi bienestar iba a depender siempre de mí misma y yo podía elegir cómo afrontaba y cómo vivía, o no, lo que tenía mi madre, pero tenía que aceptar que aquello era lo que había y que, por mucho que duela, y por mucha impotencia no lo iba a poder cambiar porque no depende de mí. Entender eso a mí me salvó la vida.
El pasado 28 de marzo celebraste tu último cumpleaños y fue todo lo contario: con un libro a punto de salir, enamorada y acompañada por amigos y familia... la de vueltas que da la vida, ¿no?
Gracias a Dios la vida da vueltas porque si no qué aburrido sería estar siempre en el mismo punto. En este momento me encuentro en un punto, a nivel personal, que estoy super contenta, en el que mi madre está estable y disfruta conmigo cada logro. A nivel profesional lo que me está sucediendo, ahora me acompaña con lo del libro, me pregunta qué dice la gente, se interesa. Ella misma va con el libro a todos los lados y dice, ‘esto lo ha escrito mi hija’ y es mi historia. Aunque mi madre no tenga la capacidad de expresarse muy profundamente, a veces con muy pocas palabras me ha hecho saber que está muy contenta y muy agradecida por lo que hemos vivido como familia.
El lanzamiento de tu libro coincidía con el de Ana Obregón en el que también habla del suicidio, ¿la has entendido?
No he estado siguiendo lo de Ana, pero le he pedido a la editorial que me dé una copia de su libro porque quería empaparme bien de la historia y de la polémica que ha habido, pero una vez más, intento ponerme en el lugar de ella sin conocer mucho su historia y es que es muy duro que todo el mundo esté juzgando tu vida personal y tus decisiones sin saber realmente por lo que has atravesado. Mi libro habla un poco de eso, qué poco conocemos sobre los demás y cuánto nos permitimos hablar sin entender lo que significa para las demás personas estar en el camino que están y cuánto trabajo les ha llevado.
Hay canciones que han marcado este viaje con tu madre como Los caminos de la vida de Vicentico que recoges en el libro, ¿qué sensaciones tienes cuando escuchas canciones como esta?
Fue curioso porque en la primera presentación del libro que hicimos, una persona vino y me dijo, ‘tengo una canción para este momento’ y con su móvil puso esa canción. Es una canción que me ha marcado, no solo en mí, sino en mi madre, en mi padre y mi hermana y ahora la escuchamos con alegría porque no es una canción triste. Es muy curioso el mensaje que, a lo mejor, inconscientemente, nos estaba dando mi madre en aquella época y nosotros no lo podíamos ver.
A la enfermedad de tu madre hay que sumarle el coma de tu padre... ¿sobrevives, te resignas, maduras...qué consecuencias tiene enfrentarte a situaciones tan duras?
Eso da para otro libro porque fueron tres meses que mi padre estuvo en coma. Maduré de la noche a la mañana. Estaba en un período de mi vida como cualquier joven de 17 o 18 años, pensando en salir de fiesta y vivir la vida y, en ese momento, mi padre deja de poder respirar por voluntad propia y yo sentí que no quería hacerlo más. Pero una vez más, la fortaleza que creo que Dios me ha dado, me ayudó a poder llevar a cabo esa situación y poder acompañarlo. Afortunadamente mi madre nos pudo acompañar muy bien a mí y a mi hermana, pero fue una etapa muy dura porque se hizo muy largo. Si un día de cualquier persona que ames, en coma, te parece una eternidad, imagínate tres meses. La cantidad de veces que los médicos nos pidieron que nos despidiésemos de mi padre. Siempre, de mi parte, aferrándome a la vida y confiando en Dios, la medicina, el universo y la fortaleza de mi padre que, en su caso, uno de cada diez se salva. Es como que ha vuelto de la muerte.
También hablas en el libro de tu experiencia en Ucrania, sumando momentos duros en tu vida.
Sí, pero soy una afortunada porque he vivido cosas que hay personas que no las viven ni en sesenta ni en setenta años y todo me lleva a ser la mujer que soy en el presente, de la cual no hay que tener vergüenza y estoy muy orgullosa de los valores que tengo y de la clase de persona que soy y se lo debo a las experiencias que he atravesado, sin duda. Todo me ha hecho más fuerte y de todo he aprendido algo.
Es que yo leía el libro y pensaba que, si nada ha podido contigo con lo que has pasado, ya nada podrá contigo.
Es la idea, que a veces uno se olvida, pero miro para atrás y pienso, ‘si yo he pasado por esto, por esto y por esto, qué voy a estar aquí perdiendo el tiempo, perdiendo mi energía y estando triste por algo que no tiene sentido cuando las cosas que de verdad tienen sentido, que de verdad duelen, me han pasado casi todas’. Hay otra cosa de la que no he hablado en el libro y es que, entre un ingreso de mi madre y el coma de mi padre, mi hermana estuvo ingresada por drogas, que la tuvimos que denunciar a la policía, estuvo en rehabilitación un año y fue otro episodio super duro que nos marcó como familia. Es como cuando vas a jugar al bingo, tengo casi todos los casilleros marcados para cantar bingo.
Volviendo a lo de Ucrania, te ha marcado de por vida como no puede suceder de otra manera con experiencias así, pero, ¿en qué punto estás ahora con este conflicto?
Estoy en un punto en el que echo mucho de menos a mis amigos, a la familia que hice en Ucrania. Tengo muchas ganas de verles, aunque estoy en permanente contacto con ellos y me mantienen al tanto de cómo están viviendo el día a día y lamentablemente se han acostumbrado a vivir así. Desde mi lugar que ahora me toca estar aquí, en España, sigo acompañando y haciendo lo que puedo y se me permite desde aquí.
¿En alguna ocasión te has arrepentido de haber vuelto?
No, entiendo que toda decisión que tomamos es la correcta porque en ese momento lo sentimos así. De hecho, tengo un tatuaje en el brazo que una frase de una canción de Edith Piaff que se llama, Je ne regrett rien, que significa, en francés, no me arrepiento de nada. Todo lo que atravesamos en la vida nos enseña, nos prepara, nos mejora o nos hace pensar. Al final, en ese momento, decidí volver a España por mi salud e hice lo correcto y luego llegaron, también, compañeras maravillosas que han hecho un trabajo fenomenal.
Hay una palabra que podría resumir cómo lograr afrontar todo esto y es: Empatía. Vamos faltos en este mundo de eso, ¿no?
Mucho, creo que vivimos en un ritmo de vida muy estresante, muy egoísta. Vamos todos mirando hacia delante y nos olvidamos que la vida está cuando miramos al costado, cuando nos paramos a agradecer. Somos egoístas y no nos detenemos a pensar en el camino del otro, solo nos interesa nuestro bienestar, nuestras experiencias, nuestros beneficios y es muy difícil que la gente entienda que todos venimos de lugares diferentes y no por eso somos ni mejores ni peores, simplemente diferentes, pero tenemos que convivir todos en el mismo mundo.
Al final, el libro es un intento de aportar herramientas emocionales y trasladar esa idea de que siempre llega la luz, ¿qué te queda a ti por superar?
Día a día, la vida nunca hay que darla por sentado, por eso es tan importante agradecer en cada momento que nos encontramos al despertar y al irnos a dormir. Es algo que intento hacer en mi día a día y ahora, afortunadamente, con mi pareja, lo hacemos, rezamos todas las noches antes de irnos a dormir. No hace falta que uno sea católico o le rece a Dios, sino simplemente agradecer por lo que estás viviendo. Damos por sentado tener una casa, una cama, un plato de comida, tener familia sana y hay tanto por lo que agradecer que, hasta que no te pasan las cosas como las que me han pasado a mí, de verdad no valoras en detalle y como se merece la vida que cada uno de nosotros tiene.
A tu vuelta de Ucrania te vimos por Mediaset, pero últimamente te hemos perdido un poco más la pista. Supongo que el libro habrá tenido mucho que ver, pero ahora, ¿cuáles son tus planes?
El libro tiene mucho que ver porque no podía con todo y era un libro tan especial que quería dedicarle el tiempo que merecía y mis planes ahora, estoy con dos proyectos propios, pero siempre ligado a lo periodístico y también, si te puedo dar un spoiler, a la empatía, que es el tipo de periodismo en el que yo creo.
Eres nómada, ¿tienes pensado asentarte?
Sí, soy bastante nómada, pero ahora esto de estar en pareja, uno tiene que pensar las cosas dos veces, así que, por el momento, aquí en Madrid muy contenta y experimentando esto de la vida de a dos.
Siempre has tenido la música muy presente, ¿qué tal la escena urbana de Argentina a la que estás tan unida?
Increíble, creo que lo que está pasando en Argentina quedará sin duda en la historia. Los shows que hizo Bizarrap que para nuestro país en ese lugar y de la manera que los hizo son muy importantes no solo por lo que representa para la industria musical sino para nosotros en contexto país con las desgracias que está pasando. Siempre ligada a mis amigos y apoyándolos y muy contenta no solo de que mi país sea campeón del mundo en el fútbol sino también de que estén dando ejemplo e inspiración a muchísimos artistas.
Ahora que ya te has lanzado a escribir, ¿cuándo te lanzarás a cantar?
Buena pregunta, no sé, cuando alguien me toque la puerta y me diga ‘a ver, ¿cómo lo haces? ¿Probamos?'.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...