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Diferencias entre ‘La Sirenita’ de Hans Christian Andersen y la de Disney: más ambición, pero menos horror
Analizamos el cuento original y el nuevo live-action de la historia que lleva cautivando generaciones durante siglos
"Pero una sirena no tiene lágrimas, y por eso es mayor su sufrimiento". Con esta frase abre el nuevo live-action de Disney que lleva a la vida el clásico animado de la factoría de 1989, cuyas palabras están sacadas del cuento de 1837 y firmadas al autor original de La Sirenita, Hans Christian Andersen. Pero, ¿cuánto se parece a esta versión de 2023?
Es obvio que Disney se ha querido fijar en su propia película, aunque con algunos notables cambios. Ariel está interpretada por la magnífica Halle Bailey —algo que contrasta con la blanca tez de la Ariel animada—, se han cambiado las letras de Pobres almas en desgracia y Bésala para adaptarlas a nuevos tiempos y, además, se ha añadido hasta 45 minutos de metraje. Pese a esto, y comparada con la obra original, son prácticamente iguales.
Y es que si de casi los años 90 a 2023 ha llovido bastante, ni que decir tiene que ha pasado un largo tiempo desde el siglo XIX. Cualquier lector puede descubrir que la versión de Andersen dista bastante de la contada por Disney, y pese a mantener la historia troncal básica que todos conocemos, es un enfoque más oscuro, dramático y, en curiosamente, mucho más lógico y certero. Si quieres saber cuáles son sus diferencias más notables, te las contamos:
Un mar sin nombres
Ariel, Tritón, Úrsula, Eric... Nadie puede pensar en los personajes de La Sirenita sin pensar que tienen los nombres ideales. Sin embargo, todos los lectores del cuento pudieron imaginarse la historia sin ellos, pues Andersen no detalló el nombre de ninguno de ellos.
Menos personajes, más familia
Mientras que la película vemos que el Rey Tritón de Javier Bardem tiene siete hijas —representando a los siete mares—, en el cuento tiene tan solo seis. Tiene a una abuela viva, eso sí, que ayuda a su hijo a educarlas y les explica que hasta los quince años no pueden salir a la superficie. De Sebastián, Flounder y Scutter no hay ni rastro.
El mundo humano, más accesible
Mientras que en las películas podemos ver que Ariel se encuentra con la fuerte oposición de su padre a salir al mundo de la superficie, en el cuento se lee que es lo primero que hace cada hermana al cumplir la edad mencionada, quince años. A ninguna de sus hermanas, todas mayores que ella, por lo que suben antes de que ella pueda —como curiosidad, la frase sobre las lágrimas que abre la película y este artículo viene por esa envidia de la joven hacia sus hermanas—; pero impresiona tanto como Ariel. Aun así, todas son asiduas a coleccionar objetos de la superficie, algo que en el filme solo hace la protagonista. El detalle más tierno del cuento es que su tesoro favorito es la estatua de un bello niño, que coincide con la versión infantil del príncipe del que se enamora después.
Unos cambios de look
Algo típico de las profundidades es adornar con conchas las colas de las sirenas, un elemento distintivo del cargo que ostentan en la jerarquía marina. En cuanto al color de su piel, que tanto revuelo ha causado desde que se anunció el fichaje de Halle, es cierto que solo hace referencia a ello al nombrar algunas de sus extremidades —por ejemplo, "vio que su cola de pez había desaparecido, sustituida por dos preciosas y blanquísimas piernas"—. En cuanto a Eric, se detalla que tiene los ojos negros; no azules como las dos versiones de Disney.
Más ambición que amor
Tal vez uno de los temas que más chirríe de toda la película es que Ariel lo sacrifique todo por amor, y en el cuento no es exactamente así. Es cierto que vive encandilada de su príncipe, aunque el verdadero motivo que le obliga a convertirse en humana es buscar la inmortalidad. En el mundo de Andersen, las sirenas viven hasta 300 años, pero luego se convierten en espuma de mar; mientras que los humanos consiguen elevar su alma a la vida eterna. La única manera que tiene Ariel de eso es que un humano la ame de manera sincera, algo que solo puede lograr con el matrimonio.
Y eso es lo que quiero, besos
Si bien la película busca el beso de los protagonistas a toda costa —hay hasta una canción dedicada exclusivamente a ello—, el cuento está plagado de ellos. Ya en el primer encuentro de ambos, cuando Ariel tiene que reanimar a su príncipe, le besa en la frente hasta en dos ocasiones; mientras que en la película le canta. Después, antes de que éste parta a conocer a una princesa de un país vecino con la que tiene concertado el matrimonio, también besa a Ariel en sus "rojos labios" como prueba de que se mostrará indiferente al cariño de su prometida, porque dice estar ya enamorado de la sirena.
Una bruja discreta
Mientras que en la película es Úrsula quien sigue el rastro de Ariel, en el cuento solo tiene que esperar a que ésta acuda a ella. Sin embargo, no vive encerrada en una prisión por mandato de Tritón, sino que lo hace en una casa hecha de esqueletos humanos. No parece guardar parentesco con ella, y deja de aparecer cuando sellan su pacto. Por ende, no se indica en ningún momento que ella sea la prometida del príncipe.
Un contrato de sangre, pero flexible
En ambas versiones Ariel pierde su voz, pero las consecuencias del trato son diferentes: la poción que le da para transformarse en humana es inmediata, pero deja que se acerque a la playa para tomarla; además de ser totalmente irreversible. Con Disney vimos que después del atardecer volvería a ser una sirena condenada a estar encerrada como Úrsula, pero aquí dispone de todo el tiempo del mundo... A no ser que el príncipe se case con otra. En ese caso, se transformaría en espuma a la mañana siguiente. Además, en toda su vida de humana sentirá que se le clavan cuchillos en los pies —sangre incluida— cada vez que camine, pese a que sabe caminar con un estilo y elegancia que llaman la atención de todos.
Una cita menos romántica
Todos recuerdan la escena de la barca en la laguna, aunque Andersen lo describió de manera muy diferente. La cita romántica fue subiendo un monte, lo suficientemente alto como para ver las nubes. Todos los presentes ven sangrar los pies de la sirenita, aunque no les llama demasiado la atención. El vestido también desaparece: el príncipe ordena que la vistan como una amazona.
La familia al rescate
Mientras que en la película las hermanas de Ariel son figurantes, en el cuento luchan por su hermana. La abuela de la sirenita y Tritón solo salen a la superficie a saludarla, mientras que sus hermanas hacen un pacto con la bruja —en esa ocasión intercambian su pelo— por el cual pueden ir con la protagonista y darle un cuchillo. Con él, tiene que apuñalar a su amado y, cuando su sangre le toque los pies, volvería a su forma de sirena y viviría los 300 años de su especie.
El final más trágico posible
El príncipe se casa con otra princesa, por lo que la vida de la sirenita peligra: en cuanto amaneciera —que no al atardecer, como el fin del pacto de la película— se transformaría en espuma de mar y su vida acabaría. Le puede el amor que tiene por el monarca, por lo que tira el cuchillo y se tira al mar. Allí se funde con el agua convirtiéndose en espuma marina.
Una nueva oportunidad
Sin embargo, Andersen no esquiva del todo ese "felices para siempre" y le da un desenlace algo más feliz a la sirenita. Las hijas del aire, unos seres encargados de llevar brisa allá dónde van y que se muestran impresionadas por la dedicación que ha tenido la protagonista en su labor. Como recompensa, tendrá que pasar 300 años al servicio del aire, pero después podrá ver su alma elevada al Reino de los Cielos. Bizarro, sí, pero abierto a que consiga su gran objetivo.
La Sirenita ya está en cines.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me encontrarás en todo tipo de saraos cubriendo todo, desde...