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Crítica ‘La Sirenita’: Disney firma otro clásico que emociona a Millenials y conquista a la Generación Z
Con cambios notables aunque con la misma esencia, se estrenará el 26 de mayo
"No es igual que la original", "esa no es Ariel", "no la veré", "se lo han cargado"… Todas eran frases que no pasaron la criba de escuchar ese Parte de él —Part of your world en su versión original— y terminaron por caer rendidos ante el fenómeno que lleva conquistando generaciones desde 1989 gracias a sus primeros adelantos. El próximo gran live-action de Disney es La Sirenita, y para muchos, el que esperaban con más ganas.
No tienen de qué preocuparse: esta nueva versión consigue plasmar toda la esencia de la animada para llevarla a un nuevo vistazo realista, sin renunciar a ese toque naif y tierno que tanta gente ha revisitado a través de sus años en sus VHS —luego DVD, luego Disney+— . Y sí, Ariel es negra, aunque curiosamente es lo que menos importa de toda la película.
Este live-action repite el patrón de calcar escenas, algo que les ha funcionado muy bien hasta ahora; aunque también cambiando elementos que la sitúan como una película de rabiosa actualidad. La historia, cómo no, vuelve a centrarse en una sirena adolescente obsesionada con el mundo de la superficie que vende su voz a cambio de un par de piernas con la que ir en búsqueda de su príncipe.
Pese a una sinopsis que apenas ha cambiado en más de treinta años —para ser justos, es parecida a la del cuento de Hans Christian Andersen que lo basa—, sí que es cierto que plantea una visión fresca, agradable y que corrige ciertos aspectos que las nuevas sensibilidades podrían identificar rápidamente. Y no, no afecta al resultado final de la misma.
Cambios necesarios en la superficie
Ateniéndonos a la filmografía Disney, no es ninguna novedad que las películas de acción real muestren cambios. Pueden ser de trama o de diseño, y en La Sirenita vemos dos ejemplos de lo más sonados: el de Mulán y el de Aladdín. Afortunadamente no han querido darle una visión realista a la película suprimiendo animales como ya hicieron con Mushu —hubiera sido de lo más cómico justificar que los cangrejos no hablan teniendo a una sirena nadando por el Pacífico—, aunque no han dudado en quitarle a Sebastián y Flounder su estilo animado. Sí que dota de un estilo más realista a la película, pero provoca la pérdida del desparpajo del cangrejo y el adorable miedo del pez.
Los cambios en la trama, en cambio, sí que son más discretos. Cualquiera que se haya fundido la BSO a través de los años habrá visto que Bésala protege mucho más el concepto del consentimiento, mientras que Pobres almas en desgracia elimina directamente una de sus estrofas. En esta última era prácticamente obligatorio: ¿Quién quiere escuchar en pleno siglo XXI una canción sobre lo poco que le interesa a los hombres lo que digan las mujeres?
Más allá de lo más significativo, la ampliación del metraje es lo que más incógnitas genera. Pasar de 90 minutos a 135 conlleva la inclusión de ciertas escenas, y en este caso no son otras que más canciones y un desarrollo mucho más profundo de la moraleja de la película. Si en el clásico de Disney era sencillo captar que Ariel es una chica que sueña con algo que se le niega, a la par que Tritón es un padre con miedo a dejar de serlo; aquí te lo muestran perfectamente explicado y en bandeja, con cuchillo y tenedor. O mejor dicho, artilugio.
Un espectáculo bajo y sobre el mar
Partiendo de todo ello, La Sirenita no deja de ser una película entretenida, familiar y bonita, en un sentido que solo Disney sabría darle. La fórmula de princesas es simple, incluso evidente y predecible, pero la factoría lo vuelve a presentar de una manera en la que termina dando igual si Eric y Ariel acaban juntos; porque tú solo quieres ver cómo se miran en la barca a la luz de las luciérnagas.
Casi sobra decir que Halle Bailey está espléndida como Ariel, tanto que cuesta imaginarse a otra actriz en el rol. Lo que sí sorprende es Jonah Hauer-King como príncipe, sobresaliente en su tarea de encandilar a su amada y al público; mientras que Melissa McCarthy y Javier Bardem resultan comedidos en sus respectivos lugares. Como mención especial, Awkafina como la gaviota Scuttle es todo un cambio definitivamente a mejor.
Pese a esto, será de las pocas películas que no ganen en versión original. Al menos en España, claro. Las interpretaciones del reparto —por no hablar de sus canciones— no pueden encajar más, aunque el doblaje en castellano le aportará la guinda a todos aquellos que se acerquen a ver la película buscando ese componente nostálgico que termina por convertir el visionado en toda una experiencia.
La Sirenita vuelve a repetir en risas, amor, diversión y belleza visual —buenas noticias: ¡la película es de lo más colorida!—, aunque dejándole el testigo a una nueva generación que crecerán con una Ariel inclusiva y que mira hacia el futuro, no solo al presente. Sin duda, la princesa ha pasado a formar parte de este mundo por la puerta grande. Y el público le terminará dando la razón, incluso habiendo sufrido polémicas que a día de hoy se han diluido como espuma en el mar.
- CRÍTICA 'LA SIRENITA'
La Sirenita se estrena el 26 de mayo en cines.
Javier Rodrigo Saavedra
Cine y música. Música y cine. Y más, claro. Me encontrarás en todo tipo de saraos cubriendo todo, desde...