Mélani Olivares: Hablamos de maternidad, abortos, salud mental, ‘Aída’, 'Amar es para siempre', sexo o música
La actriz se abre como nunca en su primer libro
Mélani Olivares es una mujer que ha destacado por llevar su vida personal lo más alejada posible de los focos, pero sin esconderla. La naturalidad y normalidad han marcado esa faceta suya que ahora podemos conocer mejor gracias a Momento Re, un libro que no podemos definir como biografía, pero que sí recoge esa manera libre de vivir que tiene la actriz, madre de una niña adoptada y dos biológicos que cría de manera monoparental.
De sus inicios como modelo siendo una adolescente, de sus dos abortos, de su faceta de madre, de salud mental y de su forma de entender la vida en general, entre muchas otras cosas, habla en este libro de una manera coloquial y directa.
Y si ya el mensaje cala porque nos permite acercarnos a parcelas de su vida que había mantenido reservadas para ella hasta ahora, la forma también enamora con dibujos y unas fotografías que muestran su realidad. Algunas, incluso, de esas que censuraría Instagram.
Después de leer el libro he pensado, con qué libertad vive esta mujer, ¿cómo lo hace?
Me lo estáis mostrando vosotros ahora porque yo lo he vivido así siempre con lo cual, lo estaba haciendo de una forma muy inconsciente, quizás por bicharraco que soy. He tenido la suerte de tratarme bien y no juzgarme demasiado. He sido benevolente conmigo y no me he destrozado viva y esa es la base, la aceptación, para vivir más libre con respeto a los demás.
También he agradecido que una mujer diga en alto que nos podemos permitir tener momentos de bajón, que parece que siempre tenemos que ser super womans.
En los bajones hay un gran aprendizaje, en las crisis hay un gran aprendizaje. Cuando estoy interpretando un personaje, en el momento en el que no sé nada, es cuando más cosas salen porque es cuando más estoy abierta y escuchándome dónde estoy y en qué momento me encuentro y cuál es la auto crítica que hago. El libro habla de vivir en círculo, porque si vives en picos de subidas y bajadas, cuando bajas es la miseria absoluta de uno. Y si no hay un círculo que te ayude a ver de lo que puedes aprender de esa crisis para volver a subir para arriba no hay aprendizaje, y si no hay aprendizaje, te vas a la mierda.
No es una biografía sino un compendio de instantáneas y reflexiones de tu vida. ¿Qué es lo que más te ha costado compartir?
No me ha costado nada y yo creo que porque el libro es como yo hablo. Bea que es la otra mitad del libro, que ha hecho todo el diseño y ha reorganizado todas las conversaciones que hemos tenido, es amiga mía y no me ha costado porque le estaba contando a una amiga, de lo que yo no era consciente es de que eso iba a acabar en un libro.
Y, ¿cuál fue tu reacción cuando lo viste escrito?
Es que a mí no me sorprende porque lo he vivido. Pero mi tía, que es una sabia, después de hablarme del libro y decirme cosas muy bonitas, me dijo, ‘¿tú te das cuenta de la sobreexposición que vas a tener ahora - tú que no has tenido nunca eso porque nunca has entrado en tu vida personal- por la manera en la que lo cuentas y cómo te abres?’. Y fue como, ‘hostia, pues es verdad, no lo había pensado’. He contado mi experiencia y mi verdad y no tiene por qué ser la de todo el mundo.
Arrancas hablando de tocar fondo en pandemia, pero el regusto que deja el libro es positivo. A día de hoy, ¿a qué lado te acercas más?
En la expansión más absoluto, si estuviera ahora como pandemia, lo teníamos claro. Forma parte del proceso, no estás todo el rato en expansión y de puta madre y encantada de la vida y todo es guay, sino que a lo largo del día pasas por distintos momentos. Intento chequearme en el aquí y ahora para no angustiarme. Sí que estoy en un buen momento profesionalmente, en una serie de época, Las Beguinas, y con un personaje muy oscuro que el equipo es como, ‘no pareces tú’, y eso es un halago gigantesco parar una actriz. Y personalmente estoy rodeada de la gente que quiero, tengo hijos sanos que me caen bien, porque, vete tú de viaje con unos niños que no te caen bien.
Hice terapia 15 años seguidos porque necesitaba un buen chute de realidad y de conocerme y saber con qué contaba y con qué, no.
— Mélani Olivares
José Sacristán te recomendó un psicoanalista que te salvó la vida. Ahora que se habla tanto de salud mental no choca tanto, ¿cuándo tú empezaste?
Hace 28 años que yo empecé a hacer terapia. La interpretación tiene mucho que ver con el psicoanálisis, con el analizarse a uno, con el no juicio, porque si juzgas a un personaje, no lo puedes interpretar, es imposible. Tiene que tener unas circunstancias que te lleven a actuar como alguno actúa. Realmente, desde que empecé a estudiar, estaba haciendo terapia sin que lo supiera. Empecé a hacer teatro y a los seis meses empecé con la terapia. Por el entorno del que me rodeaba, no era un bicho raro, tenía esa suerte. Era necesario porque había cosas que yo no quería hacer y no quería repetir de mi madre, en este caso. Para mí era importante el saber por qué me pasaban esas cosas, para mi salud mental y para mi trabajo. Hice terapia 15 años seguidos porque necesitaba un buen chute de realidad y de conocerme y saber con qué contaba y con qué, no. Pero siempre rescato a Ágatha, que ha sido mi psicoanalista durante mucho tiempo y tengo un coach que, de repente, en momentos puntuales en los que las herramientas no son suficientes, echo mano.
Aseguras que ahora te has colocado en el centro y viendo el retrato de mujer entregada a los demás que hay en el libro, supongo que te habrá costado, ¿qué supone ser el centro?
No poner a los demás por delante, sino yo ir acompañando a los demás, también. Lo que me pasaba en las relaciones es que yo era solucionadora del otro, yo me hacía cargo de las responsabilidades del otro porque yo podía más que nadie. Suficiente tienes con lo tuyo y si puedes acompañar y dar la mano al otro, pero no tirar porque se me comía todo el espacio que tenía para mí y por eso las relaciones me duraban tan poco, porque acababa saturada del otro y me echaba de menos a mí.
Transmites la idea de mujer valiente que se atreve con todo y se tira a la piscina sin pensarlo mucho, ¿le tienes miedo a algo?
No, miedo, no. Pero tiene que ver con el aquí y ahora. Hombre, me daría miedo que a mis hijos les pasara algo. Pero ahora están en el colegio, están sanos, qué cojones hago yo pensando en lo que les pudiera pasar. Y ese es un ejercicio que a mí me va bien, para los miedos fundamentalmente, ¿qué puede pasar?
Con 16 años te fuiste con tu novio a Milán. Si Martina te llegar ahora con esa noticia, ¿cómo te lo tomarías?
Con mucho orgullo. Con mis hijos e intentando siempre tener una confianza plena porque he intentado darles las responsabilidades que les tocaba en cada momento y las herramientas. Más no podemos hacer. Cuando uno cree que los hijos necesitan de los padres para continuar, si fuera mi caso, pensaría que estoy equivocada porque yo me he esforzado mucho para que mis hijos tengan un cierto nivel de autonomía, de responsabilidades, cada uno con su edad. Y si ella cree que está preparada para hacerlo, yo le daría la mano y la acompañaría siempre donde lo necesitara. Yo voy a estar ahí siempre para sostenerla cuando lo necesite. Para mí fue una maravilla estar trabajando desde los 16 hasta los 21 viajando por todo el mundo, es algo que me ha enriquecido mucho.
Fue la época del modelaje, ¿qué sacaste de esa etapa?
Una amplitud de miras, ver cómo viven otras culturas, cómo se vive en otros países, idiomas, relaciones personales, un enriquecimiento real y muy de calle, que luego me ha ayudado mucho a la hora de trabajar de lo que trabajo.
También hacías anuncios de televisión, algo que con el paso del tiempo despierta mucha nostalgia. ¿Cuál es el más surrealista que recuerdas?
Jajajaja, me los mandan por Instagram. Hay una cuenta con los anuncios de los 90 y yo me hinché a hacer esos anuncios. El otro día me llegó el de Zumosol, que era una cosa extrañísima. Hice el de Cola Cao con Micky Molina. Hice uno para el dolor de regla. Tenía 15 o 16 años cuando empecé a trabajar y ahora, que salga todo eso es como, qué mayor soy.
Se puede decir que con el primer actor con el que yo trabajé fue con Tony… jajajajaja…
— Mélani Olivares
Luego llegó Leña al mono que es de goma donde coincidiste con Tony Aguilar. Ahora que no nos escucha, ¿cómo era nuestro compañero en esos años?
Era una lagartija, flaco, flaco, flaco… era muy simpático y muy buen compañero. Hicimos muy buenas migas los tres, Paco Pil, Tony Aguilar y yo. Paco también saca libro. Siempre se queda en mi casa cuando viene, es de la familia, mis hijas le adoran, mi hijo también. A mí me enseñó un montón porque yo no tenía ni idea de cómo hablar a cámara, para mí era ciencia ficción y ahí fue cuando me tocó el gusanillo de la interpretación porque estaban los sketches. Se puede decir que con el primer actor con el que yo trabajé fue con Tony… jajajajaja…
Luego te centraste en la interpretación y dices que esta profesión es como vivir un Gran Hermano detrás de otro con cada rodaje... a ver si Mediaset te va a apuntar para su próximo reality.
No, no, no, no, me echan a los dos días. Cada vez que acaba un rodaje es un drama. Es como cuando acabaste EGB y te ibas de viaje de fin de curso y ya no vas a estar con esas personas. Yo me acuerdo, que me lo hizo recordar mi hija el otro día, porque estuvo en la graduación de una amiga y le sorprendía lo que había llorado. Yo me acuerdo el viaje de Venecia a Barcelona que íbamos en autocar y lo que llegamos a llorar todos. Es esa sensación de que acaba una etapa, son pequeños duelos. Ese equipo junto nunca va a volver a estar.
La gran familia en ese sentido ha sido la de Aída que ocupó una década de tu vida. Para alguien que valora la inestabilidad y los cambios en la vida, ¿cómo lo llevaste?
Me dio la oportunidad de poder criar a mis hijas, mi hijo todavía no estaba, de tener una estabilidad económica y, además, profesionalmente, trabajar con los mejores. Y hacer teatro en televisión, que las sitcoms era con público. Era ir a hacer una función de teatro todas las semanas con público y los mejores actores. Bienvenida la estabilidad haciendo lo que te gusta. Si la estabilidad se convierte en estar en un sitio en el que no quieres estar, la estabilidad, no.
Dices que tu personaje de Paz te ayudó a descubrir la sensualidad... ¿tu etapa de modelo no te aportó eso?
No era lo mismo. La sensualidad y la femineidad. Yo iba a un casting de modelo e iba tapada, con un vaquero y una camiseta. No era como ahora. Igual que los photocalls. Las actrices a los photocalls no íbamos arregladas porque eso era de Miss. Había esa cosa de que las actrices somos actrices y no necesitamos ponernos así. Te estoy hablando del principio de los photocalls. No tiene nada que ver ahora. A mí me costó mucho entrar en la industria y en la venta del cuerpo. Me costó porque era como desmerecer el talento o el sacrificio, las horas de rodaje o las de ensayos. Era algo más de modelo, no es que lo dijera yo, era la mentalidad.
Tu último duelo ha sido Amar es para siempre, aunque has estado bastante menos, pero ¿qué te ha aportado?
Primero a Itziar Miranda, la prota, que para mí ha sido la salvación en esa serie, me lo he pasado bomba con ella y con Antonio Durán ‘Morris’, también. Luego, es muy duro hacer una serie diaria. Era la primera vez que hacia una y son muchas páginas al día, mucho estudio en casa y mucho resolver en el momento. Con lo que me quedo es con la gente, sobre todo, Itziar que ha sido un descubrimiento, una tía con dos hijas, escritora y lleva 18 años así y no se le ha quitado ni un ápice la ilusión, las ganas, la generosidad. Me gusta rodearme de gente así.
También hablas en el libro de tu vida más personal con especial mención a la maternidad. Lo primero es un aborto con 7 meses, ¿eso se supera?
Sí, me pueden tachar de lo que sea, pero, para mí, en ese momento y en esas circunstancias –acababa de morir mi padre, mi pareja estaba en Estados Unidos, yo no tenía trabajo estable-… Cuando me quedé embarazada dije, ‘yo lo voy a tener y si no lo tengo que tener, no lo tendré’. No tenía la fuerza como para tomar esa decisión. No fue y recuerdo esa sensación de decir, ‘hostia, pues no tenía que ser’.
No he cometido ningún delito. Lo digo porque como me han llamado asesina y esas cosas.
— Mélani Olivares
Luego llegó otro, pero el segundo lo decidiste, es distinto.
Ese fue decidido, pero me tomé una pastilla. Lo expulsé. Fue decidido utilizando mi derecho al aborto, que muchas otras mujeres han bregado mucho para que podamos tener una planificación familiar y podamos decidir cuándo y cómo podemos tener hijos. No he cometido ningún delito. Lo digo porque como me han llamado asesina y esas cosas. Han sido cuatro. En aquel momento, me parecía brutal, que la vida me estaba poniendo delante la decisión de qué es más hijo, si una célula que no es, porque cuando tú lo deseas, ya es, pero, cuando tú no lo deseas ni lo planificas, no es. Y lo que sí eran fundamentales eran los dos años de proceso de adopción de mi hija. Tenía su foto desde hace un mes en mi mesita de noche, esa era mi hija.
¿No te planteaste tener a los dos?
Es que te cortan el proceso de adopción si te quedas embarazada. El embarazo no era nada, no me hicieron ni un legrado, me tomé una pastilla. Pero había habido un proceso de dos años en los que había hecho estudios psicológicos, sociales, de todo, y esa era mi hija. Lo otro no era mi hijo. He tenido dos biológicos más y han sido mis hijos porque es una decisión que he tomado yo con los padres de mis hijos. Eso sí, pero lo otro, no, y como tengo el poder de decisión, decidí que no es el momento y que es mi hija a la que voy a ir a buscar.
Elegiste a tu niña de Etiopía, Martina, ¿fue la maternidad lo que esperabas?
Si hay algo bien es que dejo que me sorprenda, porque si espero, hay decepción, ya me ha pasado. Cualquier cosa que esperas del otro, si el otro no te lo da, es una decepción y una derrota, de alguna forma. No tenía ni puta idea de lo que era la maternidad. Yo quería ser madre y desde que era un mico sabía que iba a ser madre. Tenía instinto y eso se tiene o no se tiene, yo tengo amigas que no lo tienen, es igual de lícito, pero yo sí lo tenía y sabía que quería ser madre y sabía que la maternidad no iba de la mano de una pareja, era mía. Por eso con los padres de mis hijos, tampoco espero que ellos lo hagan.
Luego llegaron dos hijos biológicos. Tú que venías de ser madre monoparental, ¿cómo llevaste lo de la custodia compartida?
No, la custodia es mía. El nivel de exigencia lo tienen que tener los hijos con los padres y los padres con los hijos, yo, ahí, me lavo las manos. Yo sé el compromiso que yo adquiero con mis hijos, el que adquiera el otro, no depende de mí.
Ahora aseguras que no necesitas una pareja, eso no es lo convencional.
¿Tú crees? Me lo paso bomba, es que no tengo necesidad. Tengo los afectos super llenos con la gente que comparto. Cuando me apetece estar con alguien lo estoy, a nivel sexual y siempre hay una relación previa. No es con alguien con quien no conozca, que eso ya no me pone nada. Estoy enfrascada con mil cosas, me lo paso bomba y no quiero dar explicaciones a nadie.
Hablas de poliamor, drogas, libertad... algunos pensarán que tu vida es un escándalo.
Que piensen lo que quieran. Cuando intentas vivir en el no juicio, como yo no voy a juzgar, no tengo nada que opinar.
Pero vivimos en la era del juicio permanente.
Ya, pero me desvinculo, no quiero, no me aporta una mierda, fundamentalmente. ¿Qué haces con eso? ¿Hay una solución? Afortunadamente el aprendizaje tiene que servir para algo. No lo he vivido así siempre. A mí claro que me han afectado muchas cosas, aunque también es verdad que la gente ha sido muy benevolente conmigo, que tampoco me conocían.
Probablemente no he hablado de música porque los dos padres de mis hijos son músicos y he querido desvincularlo totalmente porque no quería que esto se convirtiera en algo de corazón.
— Mélani Olivares
De lo que no hablas en el libro es de música, ¿está muy presente en tu vida o no?
Está muy presente. Probablemente no he hablado de música porque los dos padres de mis hijos son músicos y he querido desvincularlo totalmente porque no quería que esto se convirtiera en algo de corazón. Ya suficiente chicha he dado. Pero sí, tiene mucha importancia. La música suena en mi casa todo el rato, tengo amigos que tocan instrumentos, yo no, pero ellos sí.
En algún momento leí que les ponías Extremoduro en el coche.
Muchas veces. Ahora con la adolescente, fíjate. Pero se escucha de todo, flamenco, jazz, funky, tecno… depende del estado anímico que tengamos.
¿Se escucha reguetón?
No, yo no. Ellas, sí. Tampoco son muy reguetoneras. A veces las oyes decir unas barbaridades que flipas.
¿Has ido a algún concierto con tus hijos?
Sí, desde que eran pequeñas con Tini. Estuvimos en el de Rosalía…vamos mucho. Ahora la pequeña quiere ir al de Bad Bunny que viene el año que viene. Luego a los conciertos de Coca Cola le pedimos entradas a Tony, que se enfada porque dice que solo le llamo para eso. Luego voy a conciertos que me gustan a mí, el último, cuando estuvieron tocando Fangoria y las Nancys, que estuve con ellos, que son amigos. Me encanta la música. Estuvimos en el de Beyoncé… Nos vamos a ver a Madonna, con Asier. Me gustan los festivales también.
Si pudieras elegir un videoclip en el que salir como actriz, ¿de quién te gustaría que fuera?
Sin cantar… De Extremoduro, pero está complicado. Soy muy fan, me han acompañado desde siempre.
Si le pudieras poner una banda sonora a este libro, ¿cuál sería?
No lo sé… sonaría a algo parecido a Extremoduro porque es muy yo, porque tiene baladas con letras muy bonitas, tiene rockeras a saco y tiene mucho taco también, que a mí me gusta mucho decir también.
Ahora que está a punto de salir el libro, ¿qué es lo que más te inquieta?
Inquietarme no me inquieta nada, pero hacer una entrevista como esta me reafirma lo que estoy viviendo porque veo escucha, veo amor, veo aceptación en las personas que me habéis entrevistado y eso es el mejor regalo. El feedback que estoy teniendo es super bonito. Ahora hago firmas y tengo muchas ganas porque yo no he hecho esto nunca y es verdad que soy como soy, pero veo realmente que la imagen que yo tenía era otra.