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La Amazonia respira: la deforestación se ha reducido a la mitad
En sólo nueve meses de gobierno de Lula da Silva, el pulmón verde del planeta ha visto cómo cambiaba la dinámica de los últimos años.
La Amazonia es el bosque tropical más extenso del mundo. Una gigantesca selva cuya extensión supera los siete millones de kilómetros cuadrados repartidos en varios países (fundamentalmente Brasil y Perú, pero también Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam y Guayana Francesa). La preservación de la Amazonia resulta esencial para el planeta: además de ser un oasis de biodiversidad, de su buena salud depende la absorción de CO2, clave en la batalla contra el cambio climático.
El pasado 2022, tal y como te contamos en El Eco de LOS40, las elecciones de Brasil pusieron en alerta a quienes llevan décadas luchando por la preservación de la Amazonia. La pugna entre el ultraconservador Jair Bolsonaro y el progresista Luiz Inácio Lula da Silva no sólo estaba relacionada con lo social o lo económico: también con su manera de gestionar la selva.
En los primeros ocho meses del gobierno de Bolsonaro se registraron más de 87.000 incendios
Los datos eran preocupantes: en los tres años anteriores a la cita con las urnas, y coincidiendo con el mandato de Bolsonaro, desaparecieron 34.000 kilómetros cuadrados de bosque, una superficie superior a la de Cataluña. Los incendios, la mayoría de ellos relacionados con causas económicas, también fueron devastadores: sólo en los primeros ocho meses del gobierno del candidato ultraconservador se registraron oficialmente más de 87.000 en toda la Amazonia.
Lula se hizo con la victoria, y uno de sus primeros compromisos fue dar un giro de 180 grados a las políticas relacionadas con la Amazonia. Hoy, y cuando nos acercamos al primer año desde su victoria electoral, los números parecen responder a aquella promesa: la deforestación en la zona se ha reducido a la mitad en los primeros nueve meses de gobierno de 2023.
En concreto, la deforestación en la selva amazónica de Brasil se ha reducido en un 49,5% durante el período enero-septiembre de este año, en comparación con el mismo período de 2022, según los datos provisionales publicados por el INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil, responsable de la recogida de datos desde satélites).
Mucho por hacer
Las buenas noticias tienen también su reverso negativo. En la región del Cerrado, una sabana tropical rica en biodiversidad y cada vez más afectada por la deforestación, la situación sigue deteriorándose. La causa está, principalmente, en el avance de las explotaciones ganaderas y agrícolas. Sólo en el mes de septiembre, en la zona se deforestaron unos 516 kilómetros cuadrados, lo que significa un aumento del 89% en comparación con el mismo mes de 2022.
Se da la circunstancia de que la zona atraviesa una situación de acuciante sequía. El nivel de algunos ríos ha bajado considerablemente, lo que ha llevado al gobierno de Lula a prometer recursos económicos adicionales para garantizar el suministro de agua y alimentos a las poblaciones afectadas. Los expertos achacan la escasez de lluvias y las altas temperaturas al fenómeno natural de El Niño, agravado por el cambio climático.