Carmen Mola mantiene su carácter gore en ‘El Clan’: “Los tres podemos ser francamente brutos a la hora de plantear lo cruel”
La novela con la que cierran su saga de la inspectora Elena Blanco que comenzaron con 'La novia gitana'
La Bestia, que ganó el Premio Planeta, desveló una de las grandes incógnitas de la literatura de los últimos años en nuestro país: ¿Quién era Carmen Mola? En ese momento descubrimos que no había una mujer, ni siquiera un hombre, sino que había tres: Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero. Tres veteranos guionistas de series que habían decidido unir fuerzas para crear algo nuevo.
Y juntos crearon a Elena Blanco, la mandamás de la BAC, un departamento muy especial de la policía a la que le hemos cogido cariño a través de las novelas que nos han ido contando sus aventuras. La primera fue La novia gitana que acabó convertida en serie de televisión.
Tras un parón para escribir La Bestia y El Infierno, el trío volvió a retomar la saga para publicar Las Madres. Un libro que ya nos presentaba a El Clan, el sistema al que se enfrenta la inspectora en su última novela. Son conscientes de lo mucho que les ha dado este personaje, pero ha llegado la hora de decirle adiós.
Porque sí, Carmen Mola lo ha dejado bien claro. Con El Clan, se acabó Elena Blanco. Es la mejor despedida que podían darle y no quieren ni oír hablar de una entrega más. La BAC se ha terminado para siempre. Y de eso, entre otras cosas, hemos querido hablar con ellos.
Carmen Mola, los antisistema del momento, ¿el partido político para cuándo?
Jajajajaja…
Agustín: Vamos a empezar fundando un bar primero, en lugar de partido político y bar, vamos a hacer un bar, solo.
Antonio: Venimos de incendiar el Congreso y nada, aquí estamos.
Venía por Gran Vía y miraba a los manteros negros de otra manera y es porque acabo de leer vuestra novela. ¿Remover conciencias es un objetivo cuando escribís vuestras historias?
Antonio: Nuestro objetivo no ha sido remover conciencias nunca. Nuestro objetivo ha sido entretener al lector y hacer novelas potentes, originales y que les enganchen. Reivindicar la literatura como disfrute real que puede competir con Netflix. Eso es lo que nosotros reivindicamos, ¿qué pasa? Que el género de la novela negra se presta a hacer un retrato social, por lo menos a lanzar alguna pregunta o poner un tema sobre la mesa y dejar ahí coleando alguna que otra víscera a ver qué piensa la gente.
La novela arranca con una imagen muy potente de los niños soldado, ¿habéis visualizado esa imagen tan carnavalesca en algún sitio o es fruto de la imaginación?
Jorge: Parte de una fotografía que cuando empezamos a hablar de la novela hablamos de esa fotografía que los tres teníamos en la cabeza y que, probablemente salió en aquellos años. Era la fotografía de un grupo de preadolescentes que iban disfrazados. Uno llevaba un vestido de novia, otro una peluca, otro una chaqueta de general e iban divirtiéndose y disfrutando con ametralladoras en la mano. Cuando te enterabas de dónde venía la foto es que acababan de arrasar un pueblo y las cosas que se habían puesto eran las que habían encontrado en las casas de la gente a la que habían asesinado y que, además, habían asesinado de manera muy cruel como era en aquellas guerras. Usaban a niños, les despersonalizaban por completo, les drogaban, les hacían beber, les obligaban a hacer cosas que a ellos mismos les hacían sentir como enemigos de sí mismos, mataban a su madre. ¿Qué es lo que más quieres? ¿A tu madre? Pues la tienes que matar. ¿Qué va a hacer ese chico después de eso? Ya no tiene humanidad. Los tres nos acordábamos de esas fotografías y los tres la teníamos en la cabeza, nos había marcado de alguna manera. Fue cuando decidimos ir a Liberia en la novela. A partir de ahí empiezas a documentarte y vas encontrando cosas, pero la imagen inicial es esa fotografía.
Hablas de unas imágenes que os impactaron a los tres y ya es difícil en unos tiempos en los que parece que nos hemos acostumbrado al horror tras ver tantas en los informativos diarios.
Antonio: Esa imagen la recordábamos porque había algo muy grotesco en ella. Era una celebración del horror. También encontramos al personaje de Francisco Molins que es en el que está basado el personaje de Saipeeni, un narcotraficante de armas que viene del batallón vasco español que se vuelve incómodo para la policía. Lo mandan a la embajada de Liberia para quitárselo de en medio y ahí parece que fallece en la guerra y se le pierde la pista, pero empieza a cundir la sensación de que está funcionando con otra identidad y se convierte en un personaje de leyenda. Eso es real y en ese personaje nos hemos basado. Había una imagen y una historia real de un personaje muy chulo.
¿Crees que realmente es tan fácil acostumbrarse a ese horror?
Agustín: Yo creo que todo el mundo se acostumbra al horror. Por conocidos que han estado, por desgracia, metidos en guerra. Siempre recuerdo a un conocido que era de Yugoslavia en plena guerra y le preguntas cómo viviste eso. Y es como, ‘follaba mucho con los cascos azules’. Dentro de todo ese horror y ese bombardeo continuo, necesitas seguir viviendo, acostándote con alguien, enamorándote, teniendo una vida cotidiana. La gente que vive en Gaza o Ucrania, no pueden estar todo el día sufriendo esa guerra, tienen que encontrar un hueco para su vida. Así que creo que, por desgracia, el ser humano se acostumbra al horror. Es cuestión de supervivencia. Igual ocurrió en Liberia que fueron creo que 15 o 20 años de guerra civil completamente desbocada. Nadie puede vivir 20 años aterrorizado. Dentro del terror encuentra normalidad y da un poquito de miedo eso.
Narráis el viaje que tienen que hacer los inmigrantes desde el punto de vista de alguien de aquí y eso le da un punto de cercanía que no siempre tenemos, ¿imaginación o testimonios reales?
Jorge: Siempre se mezcla lo que vas encontrando de testimonios con la parte de que tú te pones en los pies de un personaje. Cuando me preguntan cómo soy capaz de ponerme en los pies de una mujer para escribir… y es como que, me pongo en los de un asesino y nunca he matado a nadie. Además, no conozco asesinos y sí conozco mujeres. Vas leyendo experiencias, recorridos, viendo documentales y películas y lo pasas por tus ojos para sacarlo como lo ves tú.
Agustín: Hay una historia de la que sí pillamos bastante documentación que es un chaval de 20 años ghanés que decidió hacer el viaje para denunciarlo e hizo este viaje que contamos con una cámara oculta. Su intención era grabar todo lo que pasaba en el camino para luego denunciarlo. Pero no lo consiguió porque en la última etapa lo pillaron y tuvo que salir huyendo al desierto y perdió todas las grabaciones, pero él contaba todo este periplo que es terrorífico.
Hablando de terror y acostumbrarnos a cosas, vosotros lo estáis haciendo al componente gore, ¿hacéis apuestas a ver a quién se le va a ocurrir la escena más brutal?
Antonio: No rivalizamos, pero sí es verdad que ha habido un poco efecto contagio. A principio empezó Agustín. El autor de los gusanos es Agustín. El modus operandi de la primera novela, La novia gitana, que es la que nos pone en el mapa y ya nos obliga a seguir subiendo la apuesta es esa. Pero luego ha habido un efecto contagio y cualquiera de los tres podemos ser francamente brutos a la hora de plantear lo cruel, pero también hemos descubierto que los lectores son muy psicópatas y nos encanta. A nosotros nos reclaman. Si te pones un poco blando te lo afean. Ya es marca de la casa, estamos como obligados, si no queremos decepcionar a los lectores, a tener algo de eso.
Ah, que lo hacéis por los lectores, claro…
Jajajajaja…
Agustín: Nos gusta un poquito.
Jorge: Y siempre trabajamos mucho el primer capítulo, acuérdate de La Bestia con un perro con la cabeza de una niña. En esta, la barbaridad de los soldados con el bebé. A mí, un amigo que cogió la novela, me mandó un mensaje que me decía, ‘pensé que os habíais ablandado, menos mal que seguimos así’.
Antonio: La gente quiere emociones con las novelas y también esa de la crueldad extrema necesita sentirla, necesitamos emociones en esta vida tan uniformada.
Lleváis ya varias novelas y estáis familiarizados con el tema forense, ¿habéis aprendido algo nuevo con esta novela en este terreno?
Jorge: Venimos de hacer tantas series de televisión policiales, hospitalarias, de asesinos, de psicópatas… que es un tema que tenemos muy trabajado. Pero siempre aprendes cosas y en esta novela hay unas escenas en el depósito de cadáveres en la Facultad de Medicina, que te enteras cómo ha ido cambiando desde esa piscina famosa donde habían descubierto los cadáveres, que hubo un escándalo hace 20 o 30 años a ahora que está más organizado. Vas aprendiendo cosas que quizás salgan otra vez en un guion o novela. Antonio y yo hicimos Hospital Central y siempre bromeábamos con que éramos capaces de hacer un transplante.
Agustín: Ahora hemos pasado a ser capaces de hacer una autopsia.
Lo que no sé si tenéis tan aprendido es el tema de la IA que ha hecho inservible esa frase de ‘tengo que ver para creer’, ¿cómo lleváis esta desconfianza hacia la que nos lleva la inteligencia artificial?
Agustín: Es inevitable esta irrupción de la inteligencia artificial. La frontera entre lo que es real y lo que es mentira se diluye. Empiezas a ver imágenes en movimiento creadas por IA y no ves el defecto. Lo que antes se daba como prueba fiable, una imagen, deja de serlo.
Antonio: Todo puede ser un fake. Hasta la voz te la replica la IA. No hay cómo escapar de eso, tenemos que vivir en el recelo.
Jorge: Es curioso porque hace un par de novelas, hace un par de años, en todas las entrevistas nos preguntaban por la IA, que hasta ese día nunca había salido. Pero igual que nos preguntaron, después desapareció. Y creo que ahora es la primera vez que alguien nos habla de la IA.
Antonio: Bueno, es que, en nuestra novela ya no es ver para creer, ya ni eso.
Agustín: Ha pasado la sorpresa. Ya forma parte de nuestro día a día, lo que no sabemos ninguno es a dónde nos llega, nadie es capaz de predecirlo.
Jorge: El Clan sí lo sabe.
¿Creéis que alguien que ha sido un asesino cruel es capaz de arrepentirse y transformarse acercándose, por ejemplo, a la religión como uno de vuestros personajes?
Antonio: Supongo que te refieren al general que se convierte en predicador, hay un vídeo de youtube que es fascinante, es la historia de uno de los generales de la guerra de Liberia, el general Culo Desnudo, real, que se convierte en predicador. él mismo en sus homilías dice: ‘He violado, he matado, he sido un monstruo, pero Dios me ha acogido’. Pone sobre la mesa sus delitos y se ponía como ejemplo de que cualquier hombre es rescatable, si lo ha sido él, por el Señor. Era un delirio, daba mucho miedo ver esas escenas y por eso lo hemos puesto en la novela. ¿Es posible? No lo sé si alguien que ha cometido crímenes aterradores puede, no lo sé, me cuesta un poco. ¿En qué punto de recuperación? Puedes seguir con tu vida, ser indulgente, no matar más…
Agustín: En gente como la de Liberia o la de la Alemania nazi hay gente que ha cometido crímenes terroríficos y no son malas personas. A lo mejor, el general Culo Desnudo no es tan distinto de ti, pero ha caído en un determinado momento en el que pasaban determinadas cosas. O esos chavales que han tenido que violar a su madre y arrancarles el corazón, que es la depravación absoluta, a lo mejor si estuvieras ahí harías lo mismo. Tiene que haber redención posible para ese tipo de gente porque a veces es un cúmulo de circunstancias las que provocan ese tipo de violencias.
Tráfico de armas, de órganos, de personas… aquí siempre entran dilemas morales. Si tu hijo se muere y la única opción es comprar un órgano en el mercado ilegal, ¿lo harías? No sé si es algo que os habéis planteado alguna vez.
Antonio: Con una hija que lo necesita desesperadamente… no lo sé. A los personajes nos encanta ponerles en ese punto, como a Miriam Vaquero que tiene que elegir entre la verdad o su familia, un dilema tremendo y es difícil saber cómo vas a reaccionar cuando te ponen en una situación así. El mercado ilegal porque todas las puertas se me han cerrado… puede que sí.
Jorge: Yo seguramente no, pero porque no tengo hijos.
Agustín: Al mercado ilegal no iría, pero si hubiera la posibilidad de comprarlo, lo haría.
Antonio: No puedes ir a Amazon y comprarlo, tienes que ir al mercado ilegal.
¿Quién puso sobre la mesa que esta tenía que ser la última novela de Elena Blanco?
Jorge: Yo creo que fue una decisión conjunta. Cuando acabamos Las madres, en la última escena ha desaparecido Zárate y encuentra un mensaje que dice El Clan. Ya sabíamos que nuestra siguiente novela iba a ser El Clan. Todavía no sabíamos bien cómo organizarla, pero sabíamos que iba a ser así. En cuatro charlas llegamos a la conclusión de que El Clan es el enemigo último porque es un enemigo sin cara, contra el que no se puede luchar. Puedes encontrar la cabeza de El Clan y descabezarla que, en seguida, va a salir otra cabeza. Es imposible luchar contra eso. Sabíamos que, si nos metíamos en una lucha que es imposible ganar, aunque puedas tener una sensación de victoria en algún momento, ¿qué vamos a hacer? ¿vamos a sacar otro asesino que es muy ingenioso matando? No, llegábamos al final y teníamos la sensación de que las cosas tienen su principio y su final. Hemos sido muy felices con Elena Blanco. La gente tiene mucho cariño a Elena y a la BAC, lo notamos en las firmas de libros, y no queríamos que llegara un momento en el que la gente dijera que lo había leído hasta la octava entrega, pero luego la nueve no me gustó y no he leído más. Tenemos un enemigo contra el que ya, más allá, no puede haber nada. Estábamos muy satisfechos con las cinco novelas, son buenas, ¿por qué no dejamos que en el futuro la gente cierre la novela diciendo, ojalá se arrepientes y escriban una más? Ha llegado el momento de ponerle fin y somos tan tajantes porque es muy difícil conseguir un personaje y un éxito así. Habrá un momento dentro de unos años que tendremos la tentación de volver.
Si Oasis ha vuelto… ¿por qué no Elena Blanco?
Antonio: Que parecía imposible.
Agustín: Yo por ese cheque también vuelvo.
Jorge: Por eso lo decimos tanto, no vamos a volver, porque si dentro de tres años o nos dan un cheque muy grande o tenemos nostalgia, nos dé vergüenza.
Agustín: Los Sex Pistols se reunieron para hacer una gira y se llamaba Por la puta pasta.
Jorge: Pero nosotros no queremos disolver a Carmen Mola. Volverá a sentarse e intentar conseguir un personaje así de bueno. Lo conseguirá o no. Habrá una historia que será mucho mejor o mucho peor, pero será distinta.
Agustín, decías en la presentación que Elena Blanco no te gusta, ¿por qué?
Agustín: ¿Yo dije eso?
Antonio: Es que bebe grappa y empieza a decir barbaridades.
Agustín: Las tonterías que dice uno. Sí me gusta Elena Blanco, es un personaje que construimos y hay una cosa con los personajes y es que se convierten en algo más de lo que tú has escrito, cobran una dimensión más grande gracias a los lectores y el feedback que hay que es imposible de diseñar, hay un elemento mágico en la creación de esos personajes. Tú no te puedes sentar por delante y decir, voy a hacer a Elena Blanco. Nunca te va a salir, ni Elena Blanco ni otros personajes que sean muy buenos en la literatura. Claro que le tengo cariño.
Vamos, que le dais carpetazo no vaya a ser que el personaje se coma al autor, ¿no?
Antonio: La única oportunidad que yo veo es que, cuando estemos muertos, aparezca en una maleta de cuero la sexta de Elena Blanco. Es la única opción.
A mí me fascina su momento karaoke y vamos a lo nuestro, la parte musical. ¿Cómo surge eso?
Jorge: En la creación de Elena Blanco le teníamos que dar una serie de características y era eso de convertir al detective tradicional masculino en femenino. Igual que el detective tradicional bebía bourbon, le pusimos grappa que no lo habíamos probado y nos parecía una bebida más elegante y cuando lo probamos dijimos, qué barbaridad. Y una de las cosas que salió fue el karaoke. Al principio dijimos, ¿qué canciones canta? Mocedades, La chica ye-yé, pero se nos ocurrió lo de la canción italiana por la relación que tenía ella con Italia y Mina y después descubrimos que Mina es una mujer que había sido famosa como cantante, que seguía sacando discos, pero que se había retirado del mundo a vivir en su casa de Suiza y no aparecía y nos pareció que aquello tenía mucho que ver con la Carmen Mola del principio, una mujer que nadie sabe quién es. Todo nos cuadró. Esas cosas que no salen en las novelas, pero que nos divierten mucho. Escoger en cada una de las novelas qué canciones canta en el karaoke, no te puedes imaginar la de horas que hemos pasado buscando canciones italianas o brasileñas. Viendo canciones, qué letras tienen, traducirlas, para escoger lo que podía cantar en el karaoke.
Antonio: Yo creo que era una buena idea lo del karaoke porque está con una herida fortísima, la que tiene Elena Blanco de arranque y que, en lugar de irse a beber hasta mazarse que su necesidad cuando está mal y está triste, sea cantar, le quitaba un poquito de carga a la depresión porque cantar es una actividad bonita. Ella es un personaje que está muy deprimida, pero es más bonito irse a cantar, le añade algo de belleza al personaje.
Jorge: También ella va a cantar porque se acuerda de sus sueños de juventud, ganar San Remo.
Precisamente veía el otro día un vídeo de Mitski haciendo una versión de Bella Ciaoen inglés. ¿A quién se le ocurrió llenar una habitación de uno de los personajes de posters de esta artista?
Agustín: Tenemos hijos adolescentes. Un referente muy friki para un grupo de gente muy concreto. No es Taylor. En casa tengo a Taylor y Mitski, son mis hijos.
Jorge: Yo he de reconocer que esa parte de la novela no es mía porque yo cuando lo leía pensé, qué será eso.
Agustín: Es una cantante estadounidense de raíces japonesas que es como muy intensa, muy siniestra. Como la música gótica pero llevada por otro lado.
¿También es de tus hijos C. Tangana?
Agustín: C. Tangana es de todos.
Jorge: A mí me gusta C. Tangana.
Agustín: Jorge tiene alma de trapero.
Jorge: No, me gusta la parte flamenca de C. Tangana.
Antonio: Y a mis hijas les gusta C. Tangana también. A mí ni me gusta ni me deja de gustar, no estoy ahí.
Por cerrar tema Elena Blanco. ¿La inspectora Blanco os ha hecho millonarios?
Antonio: Millonarios no, pero nos ha dado éxito, algo de dinero, porque el éxito va ligado a eso. Nos ha dado lo que rara vez obtiene un escritor que es visibilidad. Eso es para estarle muy agradecido. Deberíamos haber sido, quizás, un poco más piadosos con ella.
Jorge: Y un poco más cuidadosos con el dinero, jajajaja
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...