Israel y Ucrania en Eurovisión 2025: ¿marcará la guerra la victoria del Festival de la Canción?
Arranca otra edición del certamen marcada por el conflicto armado
El artista Eden Golan de Israel en el escenario del Festival de Eurovisión 2024 durante la gran final / Martin Sylvest Andersen
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Puede que el Festival de Eurovisión no sea una competición solo de música. A lo largo de sus más de seis décadas de historia, el certamen ha servido como espejo social y político de Europa, aunque siempre se ha primado, al menos se ha intentado, que las canciones estén por encima de todo. En esta edición de 2025, marcada por la continuidad de las guerras que sacuden al continente – la de Rusia contra Ucrania y la de Israel contra Palestina –, el debate vuelve a estar sobre la mesa, ahora que la competición está a punto de dar el pistoletazo de salida. ¿Puede el conflicto decidir el ganador del Micrófono de Cristal, el premio que alza el aclamado ganador del certamen?
El precedente de Ucrania
Para entender el peso político del festival, basta con echar la vista solo unos años atrás. En 2022, con la invasión rusa de Ucrania todavía en sus primeros compases, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) tomó la decisión de vetar a Rusia. Poco después, Ucrania, representada por Kalush Orchestra y su tema Stefania, no solo compitió, sino que arrasó con 631 puntos, muy por delante de Reino Unido y España en el ránking. Ya entonces, la victoria fue interpretada como un gesto simbólico de apoyo ante la agresión y la tragedia que vivía el pueblo ucraniano.
Kalush Orchestra, representantes de Ucrania en Eurovisión 2022, tras su victoria en la gran final / Giorgio Perottino
Kalush Orchestra, representantes de Ucrania en Eurovisión 2022, tras su victoria en la gran final / Giorgio Perottino
No obstante, esa ola de solidaridad no tuvo el mismo eco en 2023. Ucrania, aunque seguía en guerra, terminó sexta en la clasificación de esa edición. El voto del público perdió efecto, como si el conflicto se hubiera normalizado en el imaginario colectivo tan solo un año después.
El curioso caso de Israel
El tratamiento a Israel es un caso, cuanto menos, curioso. En Eurovisión 2024, ya con el conflicto en marcha, la UER no vetó al país, pese a las crecientes voces críticas dentro y fuera del festival. Hubo malestar. De hecho, la actuación israelí, formada por Eden Golan y la canción Hurricane, fue abucheada por el público durante todos los pases que llevó a cabo sobre el escenario. Eso sí, a la hora de la verdad, cuando tocó votar, alcanzó el quinto puesto de la gran final.
Sin embargo, la sensación es diferente ahora. Son muchas las voces que se han unido a esa corriente que pide a la UER que expulse a Israel del certamen dado que no pone fin a este conflicto con Gaza, conflicto que ya lamenta más de 60.000 muertos. Antiguos representantes del Festival – algunos como Salvador Sobral (Portugal 2017) Gåte (Malmö 2024) y Mae Muller (Liverpool 2023) – han acusado a la organización de ser "cómplice del genocidio contra los palestinos en Gaza". Sus argumentos no son cualquier cosa: si Rusia fue vetada por su invasión, ¿por qué no Israel en un contexto de violencia similar y con denuncias de violaciones de derechos humanos?
¿Puede influir la guerra en el resultado?
La pregunta clave es si la política internacional volverá a mover los hilos del televoto y del jurado profesional. En el caso de Ucrania, ya lo vimos: cuando la guerra era reciente, la solidaridad se traducía en puntos. Pero con Israel, la situación es distinta. El país cuenta con un bloque de voto fiel, pero también enfrenta un creciente rechazo, tanto entre los seguidores del festival como entre algunos artistas participantes, que han mostrado símbolos propalestinos en sus vestuarios o actuaciones.
Además, los movimientos de la organización podrían generar el efecto contrario y avivar el debate y movilizar el voto en contra de Israel. Y es que, por ejemplo, han eliminado las ruedas de prensa tras las semifinales, justificándose como una medida para proteger a los artistas y reducir su carga emocional. Para muchos, sin embargo, se trata de un escudo para evitar preguntas incómodas dirigidas a la representante israelí y a la postura del festival ante el conflicto.
Por eso, Eurovisión 2025 no se puede entender al margen del contexto bélico. Ucrania busca mantener su participación en un momento en el que la invasión de Rusia no da tregua. Israel, por su parte, llega envuelto en una tormenta mediática que podría marcar su destino en el concurso. En cambio, curiosamente, las casas de apuestas, un termómetro clave para vaticinar los resultados, ve con muchísimas más posibilidades a Israel que a Ucrania para hacerse con la gran victoria en el que es el festival de música más importante del mundo.
