Un 21 de mayo de 1993, Los Rodríguez cambiaron para siempre el rumbo del rock latino
Aquel día, la banda hispanoargentina publicó su influyente ‘Sin documentos’

Los Rodríguez, con Andrés Calamaro, Ariel Rot y Julián Infante en el centro de la imagen. / Imagen promocional
Ni siquiera Benita (Maestro Joao) en su mañana más lúdica habría vaticinado el éxito y el impacto que tuvo entre la comunidad de músicos el disco Sin documentos, de Los Rodríguez. Salió el 21 de mayo de 1993, con todo en contra. Sin embargo, no se sabe muy bien cómo —seguramente por la excelencia de las canciones y lo novedoso de su sonido— terminó siendo un álbum clave en el rock en castellano de los noventa; tanto, que marcó a muchas bandas posteriores, entre las cuales baste citar El Canto del Loco o Los Cucas.
En las casas de apuestas nadie se habría jugado un euro a que Los Rodríguez serían grandes. Grupo formado de retazos, nació sin muchas pretensiones, como un reencuentro de amigos. Julián Infante, exguitarrista de Tequila, estaba reuniendo una nueva banda. Invitó a unirse a ella a su excompañero y también guitarrista Ariel Rot. Este acababa de regresar de su país, Argentina, donde había pasado tres años dejando a un lado el consumo de drogas. Rot aceptó, e insistió en que también se incorporase a la formación su compatriota Andrés Calamaro, cantante, teclista y con un don natural para escribir canciones de aire canalla.
Y así surgieron Los Rodríguez, cuyo nombre hizo gracia a Calamaro (se refiere a las personas que se quedan solas en la ciudad mientras su familia se va de vacaciones). Al principio, Infante, Rot y Calamaro vivían juntos en un pequeño piso de Madrid, lo cual facilitó que pudieran escribir y ensayar nuevas canciones. Cuando tuvieron un pequeño repertorio, lo movieron por algunas compañías discográficas, y fue una muy modesta, Discos Pasión, la que se hizo con sus servicios.
LOS40 Classic
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Pasión, creada por Paco Martín, en cuyo currículum destacaba el haber descubierto a Hombres G y Danza Invisible y haber relanzado a Los Secretos en 1986, cuando estaban en el peor momento, duró solo dos años; los gastos en las producciones superaban los beneficios. Pero en ese breve intervalo tuvo tiempo de presentar a Antonio Vega como solista y de dar a conocer a este grupo, Los Rodríguez, hispanoargentino, cuyo rock latino encajaba mal entre los rescoldos del pop festivo de la movida madrileña, que a finales de los ochenta aún coleaba. Además, el nombre de Tequila sugería naftalina y, de hecho, Ariel Rot había publicado antes dos discos en solitario de los que casi nadie se había enterado. Pero era Martín un tipo con olfato, y esta vez tampoco le falló.
El primer disco de Los Rodríguez, Buena suerte, salió en 1991, y tuvo escasa repercusión. Si a eso añadimos que poco después de ver la luz, el sello quebró, podrá el lector darse cuenta de que todo apuntaba a que fuese un lanzamiento frustrado. Pero otra discográfica, Gasa, que pertenecía a DRO, la cual, a su vez, acababa de ser adquirida por Warner Music, tuvo fe en el proyecto y fichó a Los Rodríguez. Entre medias, la banda había publicado un disco en directo, Disco pirata (1992), a través de RTVE.

De modo que nos plantamos en 1993, cuando se pone en circulación Sin documentos. Constituía la prueba de fuego: ¿eran Los Rodríguez flor de un día o realmente tenían mucho que aportar? El público tardó poco en descubrir que la respuesta correcta era la segunda. Producido por Nigel Walker y grabado en Madrid, contenía sobre todo canciones compuestas por Calamaro, entre las que sobresalía la que daba título al disco (coescrita con Rot). Hablaba de amor (“Porque en esta vida no quiero pasar un día entero sin ti”) y pasión exacerbada (“Quiero ser el único que te muerda la boca”) con un toque de rebeldía (“Déjame atravesar el viento sin documentos”). Se convirtió en un clásico instantáneo.
Había otros temas clave, como “Dulce condena”, “Salud (dinero y amor)”, “Me estás atrapando otra vez” (canción que Rot había escrito diez años antes)… Pero, sobre todo, lo que voló la cabeza de la gente fue ese estilo propio, nuevo a oídos españoles, que mezclaba rock clásico con los guiños arrabaleros de la música latina. Las letras parecían tangos o rumbas, pero los ritmos y las guitarras eran de rock. Los Rodríguez pasaron a ser el grupo más molón de la escena nacional y aún pudieron publicar un disco más, Palabras más, palabras menos (1995) e incluso embarcarse en una gira junto a Joaquín Sabina. El creciente protagonismo de Calamaro precipitó la disolución de la banda, dando lugar a que tanto él como Rot siguieran como solistas. Julián Infante falleció en 2000 y el bajista Daniel Zamora en 2007.