El Regreso de Mary Poppins es mejor de lo que imaginábamos

No tiene poco de azúcar ni supercalifragilisticuespialídoso, pero no le hace falta

Cuando se anunció una continuación de la película de Mary Poppins de Robert Stevenson (1964) lo cierto es que muchos se echaron las manos a la cabeza. No había necesidad alguna de remover aquella deliciosa cinta infantil basada en uno de los libros de P.L. Travers sobre la niñera inglesa mágica. Parecía otro de esos movimientos de Disney para seguir apostando sobre seguro y haciendo buenos números. Además, la elección de Rob Marshall (Into the woods) como director tampoco hacía presagiar nada bueno.

Los temores eran infundados.

El Regreso de Mary Poppins es igual – decir mejor sería un sacrilegio – que su antecesora. De acuerdo, no cuenta con el factor sorpresa y, lo que es más importante, no tiene las canciones que en su día compusieran los hermanos Sherman. La estructura es exactamente igual a la de la primera película y, afortunadamente, sin concesiones a esos jovenzuelos que no pueden mantener la atención en la pantalla. Descuide, la mantendrán.

Con trucos de cine antiguo y con el regusto a clásico Disney instantáneo la película también apuesta sobre seguro con el elenco. De sobra es sabido que una película que cuenta con Meryl Streep entre sus filas es prácticamente infalible, pero es que aquí también están Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda, Ben Wishaw, Emily Mortimer, Dick Van Dyke, Julie Walters, Colin Firth o Angela Lansbury.

Aunque no hay ni rastro de Julie Andrews, la Mary Poppins original, quien ya cuenta con 83 años y anunció en 2017 que se negaba en rotundo a salir en la película, uno de los mayores aciertos de ésta es la elección de sus actores. Sin duda.

Eso y el hecho de hacer una película luminosa, sin complejos y que nos recuerda a la mejor época de Disney que para muchos de los nostálgicos no es otra que la que abarca desde finales de los cincuenta hasta principios de los setenta. Y que cuenta con esta Mary Poppins o con La Bruja Novata como sus producciones emblemáticas.

El Regreso de Mary Poppins es cine teatral, es exceso en la época de la contención en forma de color, pero también es retomar uno de los personajes que, la audiencia, no sabía que echaba tanto de menos. Emily Blunt borda a su niñera, alejada pero muy cercana de la sesentera, y el farolero interpretado por Lin-Manuel Miranda no se aleja demasiado del deshollinador que en su día interpretó Dick Van Dyke.

Y, no, aquí es probable que nadie salga del cine cantando ninguna de las canciones del metraje a las que tenemos que ir acostumbrándonos, pero imaginamos que nadie tampoco lo hizo cuando saltó la primera película. Volver a ese Londres, ahora en plena Gran Depresión entre las guerras, es todo un disfrute para aquellos que algún día desearon que Mary Poppins llamara a la puerta de su casa armada con su enorme bolso y su paraguas parlante.

El Regreso de Mary Poppins se estrena el próximo 21 de diciembre.