Black Mirror 5X01: Los videojuegos van a acabar contigo

O al menos con la idea que tienes de una vida perfecta

Un fotograma de Striking Vipers / Netflix

ESTE TEXTO PUEDE CONTENER SPOILERS.

Charlie Brooker vuelve a volcar sus ideas apocalípticas sobre un futuro controlado por la tecnología en la quinta temporada de Black Mirror y arranca ésta con Striking Vipers, un capítulo en el que toma prestados elementos de varias ficciones pasadas como USS Callister o San Junipero. En los dos capítulos anteriores la historia se desarrrollaba en un mundo generado a partir de la realidad virtual y en este primero de la quinta temporada también.

Netflix

Una realidad virtual que vuelve a unir a dos amigos de la universidad que se reencuentran, diez años después de terminar los estudios, en unos mundos a lo Street Fighter – pues esa es la referencia más directa de este videojuego ficticio – en el que 'el juego simula cualquier tipo de sensación física'. Danny (Anthony Mackie) y Karl (Yahya Abdul-Mateen II) pueden desconectar a través de esta tecnología de sus vidas que intuimos aburridas y monótonas.

Y, como suele pasar siempre en las ficciones que plantea Black Mirror, esa desconexión se va un poco de madre.

Danny es un padre de familia casado con Theo (Nicole Beharie), un hijo y la búsqueda de un segundo. Karl es un fucker que va de flor en flor buscando no se sabe muy bien qué. Cuando juegan, sus vidas quedan atrás. Siempre eligen a los mismos personajes en su realidad virtual. Danny se esconde tras Lance y Karl tras Roxette.

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Striking Vipers propone la libertad absoluta para el jugador que sentirá los golpes del contrincante en carne propia, pero también muchas otras cosas.

Esta nueva trama de Black Mirror pone sobre la mesa el paso del tiempo en las relaciones. Y aquellas relaciones que nunca se construyeron bien por no decir las cosas que se deben decir en el momento que toca. Ni Karl ni Danny están contentos con el momento vital que les ha tocado vivir, pero tampoco parece que estén dispuestos a hacer nada por cambiarlo que vaya más allá de las partidas de videojuego a medianoche.

Si en Black Mirror se pueden distinguir los capítulos que auguran un futuro muy lejano y otras que podríamos verse hacer realidad en unos cinco años, ésta es de las últimas. Tan dura como que muchos de los espectadores que se asomen irremediablemente a los cuarenta instalados en un complejo de Peter Pan, pero con obligaciones de adultos insalvables se verán cuanto menos reflejados.

Owen Harris, quien estuviera detrás de la maravillosa Misfits, dirige este arranque de temporada haciendo auténticas filigranas para trasmitir a quien mira todo lo que sus protagonistas provocan y desean que pase. Eso sí, si la historia pretendia retratar una historia prohibida, no lo ha conseguido sin caer en clichés y estereotipos que pueden ofender a más de uno.

Como curiosidad, la corporalidad virtual de Roxette está interpretada por Pom Klementieff, la actriz que da vida a Mantis en Guardianes de la Galaxia y demuestra, una vez más, que es capaz de robar todo el protagonismo a los demás cada vez que aparece en la pantalla.