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Javier Castillo: “Una desaparición tiene que ser la pesadilla más grande que pueda vivir cualquier padre”
Y asusta más que el coronavirus
Javier Castillo se ha convertido en uno de los autores consolidados del thriller en nuestro país. Más de 650.000 ejemplares vendidos de sus novelas, le avalan. Su bilogía de la cordura y Todo lo que sucedió con Miranda Huff nos pusieron sobre aviso ante un talento narrativo que sabe jugar con los tiempos, sabe enganchar con historias que te mantienen en vilo y sabe mostrarnos el amor en matices en los que no siempre reparamos.
Ahora regresa con La chica de nieve, una historia donde la maternidad y la paternidad se ponen en jaque cuando una pareja pierde a su hija de tres años, Kiera, durante la cabalgata de Acción de Gracias.
Miren, una estudiante de periodismo, marcada por un traumático suceso, se propone descubrir toda la verdad de lo ocurrido y dedica su vida a una investigación que, con el paso de los años, han abandonado casi todos.
Los miedos toman protagonismo y nos recuerdan el poder que tienen, no hay más que ver el momento actual con esta crisis sanitariaque estamos viviendo y que ha provocado la cancelación de la presentación presencial en Madrid y la gira de firmas de libros que tenía prevista a partir de esta semana.
Se ha quedado en Málaga, pero sigue tan accesible como siempre, en esta ocasión, a través del teléfono. Hablamos de miedos, incertidumbres, paternidad y amor, entre otras cosas. Y cómo no, del coronavirus.
Menudo escenario para presentar nueva novela…
Se han alineado los astros para traer el coronavirus justo la semana de presentación del libro, es impresionante. Pero tengo la esperanza de que la gente lea mucho ahora que está en casa. Ahora petará el digital, porque con tanto tiempo libre…el problema es que la gente no pueda ir a la librería, pero no pasa nada.
Lo del coronavirus daría para un thriller, ¿no crees?
Hay muchas novelas sobre pandemias y demás, pero nada tan real, esto nos prepara para todo lo demás. La gente se lo ha tomado, al principio, un poco a broma y ahora todo el mundo se ha dado cuenta de que no es tanta broma. Se ha declarado pandemia, se han cancelado vuelos de Europa a Estados Unidos… nos quedaremos todos en casa hasta que pase la marea.
Como dices, había mucha novela sobre pandemias pero, hasta ahora, era ciencia ficción… eso ha cambiado.
Ahora te llegan vídeos e imágenes de cómo está la cosa en Italia y tal, y madre mía, da más vértigo que en una novela.
Hablando de miedos, tu novela recoge uno que tienen muchos padres, el de que nuestros hijos desaparezcan un buen día y no logren dar con ellos. Coronavirus o desaparición, ¿qué te da más miedo a día de hoy?
Sin duda, la desaparición de mis hijos, mucho más. El coronavirus, si hay que lidiar con él en casa, se lidia, pero una desaparición tiene que ser la pesadilla más grande que pueda vivir cualquier padre. Te puede destrozar por dentro, por fuera, por todas partes y no sólo cambiarte a ti, sino también a tu familia. La chica de la nieve arranca con el drama más grande que le puede suceder a una familia.
¿De dónde salió esta historia?
Salió de un momento muy concreto en el que yo estaba con mi mujer, estábamos con la calle andando y yo iba con Gala de la mano y se separó de mi mano para agarrarse a la de mi mujer y en ese momento vi las dos manos separándose y me imaginé todo lo peor, mi mente es que viaja muy rápido… fue el instante más revelador de cuánto había cambiado mi vulnerabilidad, ni siquiera mi mundo, sino lo que ahora me hace sentir vulnerable. Y a partir de ahí se empezó a fraguar toda la novela.
Cuando encontraste la trama y te basaste en un secuestro, ¿te fijaste en algún caso real?
No, sí es verdad que he leído y he buscado muchísimos casos reales y he investigado muchísimo sobre eso y he intentado ser como muy correcto y no tocar ninguno que sea conocido. Hay algunos que son tan relevantes que parece que podrían serlo, el caso de Kiera se convierte en el caso más mediático de Estados Unidos y en este caso, el primero que me viene a la mente es el de la pequeña Madeleine pero no está basado nada en ella. El caso de Madeleine sucedió de una manera como muy extraña, complejo, que desapareció en una habitación, y este es en un ambiente festivo, es algo que le puede pasar a cualquier persona.
Precisamente eso acentúa el miedo, pensar que le puede pasar a cualquiera.
Eso es. Lo otro es raro, desaparece de la habitación… te da miedo esa desaparición, pero te inquieta, pero la de Kiera, ocurre en un ambiente tan cotidiano, tan festivo…pensando que en un segundo, todo se puede complicar en una muchedumbre, hace que lo vivas todo mucho más intensamente.
En este libro, el caso se convierte en una obsesión para una estudiante de periodismo que va evolucionando con esta historia que se alarga en el tiempo, ¿una oda a la perseverancia o una crítica a las obsesiones?
Es una oda a la perseverancia y es una especie de homenaje a esa gente que nunca deja de buscar, que siempre buscan la verdad sobre el morbo. Hay muchos periodistas que deciden no contar una historia con un ángulo concreto para no caer en lo que luego cae todo el mundo, en el sensacionalismo. Y de los que no caen, nunca se habla, nunca se les premia ni se les reconoce en ningún sitio. En este caso es un mensaje de ilusión para los que perseveran y no solo eso, sino una especie de tributo al periodista de verdad. Una crítica al malo y un tributo al buen periodista.
Ella está marcada por un suceso que vivió una noche, que, irremediablemente nos hace pensar en La Manada. De no estar marcada por eso, ¿su perseverancia no habría sido la misma?
Pues no lo sé. A ella ya la conocemos cuando ya ha cambiado y por eso te da la sensación de que es fruto de ese suceso. Miren nace justo en ese momento. Si ordenas todo lo que sucede en la novela, su primer momento es ese instante y no sé cómo sería antes. Es así por lo que le ha sucedido, no sabría cómo sería de otra manera. Y tal vez por eso es tan distinta a todo lo demás, destaca entre sus compañeros de clase precisamente porque elije un tema distinto y por esa manera solitaria de trabajar.
Ella también plantea una posible historia de profe y alumna, en la que se acaban marcando unos límites, ¿pensando en que esto lo va a leer tu hija cuando sea mayor?
Que va, al contrario. En esa relación de amor que ocurre dentro de la novela todo es muy natural, muy inevitable. Existen esa tensión siempre no resuelta y la paraliza por sentido común, es lo normal paralizarlo. Lo que más me preocupaba en la novela era tomar decisiones ilógicas de los personajes y todos se compartan en base a unos valores que en este caso deciden, de una manera muy emocional, lo lógico. Era inevitable.
¿Puedes llegar a entender al verdugo de esta historia?
Sí y está planteado para eso, para plantearte si las motivaciones del verdugo son suficientes para hacer lo que hizo y si actuó mal o no. Si actuó mal o no, sabemos la respuesta, pero la emotividad o no y el razonamiento o no, y el qué haría uno en esa situación en la que es lo único que quieres y es imposible de tener, qué harías. Esa pregunta cuando empatizas y lo logras ver de esa manera, te hace plantearte qué es ser madre.
El poder de la maternidad en el buen y mal sentido…
El poder de la maternidad en un modo muy sorprendente y en un modo en el que uno no se plantea, quiere ser madre y quiere ser madre. Si no puedes ser madre de ninguna otra manera y sientes, de repente, que alguien te quiere y que una niña te coge de la mano y te sonríe, se convierte al culpable en una víctima.
A lo largo de tus novelas si hay algo que hemos aprendido de ti, aparte de que te gusta jugar con los flashbacks es que eres muy de detalles y de guiños a tus anteriores novelas. En este caso hasta te mencionas en la novela.
Es una sorpresa para la gente que lo lea, aparezco por ahí pero muy distante y muy de casualidad. Es un mensaje como de que todo esto está conectado. A mí me gusta sentir que todo está conectado de una manera u otra y sentir que la novela no va por sí sola, sino que es parte de un grupo de novelas que abordan el amor de distintas maneras y están conectadas.
Haces una mención a Bukowski, rescatas un par de sus frases rotundas, ¿entre tus favoritos?
Era como el autor perfecto para encontrar una frase que conectara con los personajes en ese momento y lo usé simplemente por eso, porque tiene mucha fuerza en frases muy cortas.
En esta época de Instagram, hubiera sido el rey.
Lo hubiera petado. Para conectar a dos personajes, tiene mucho poder por la frase corta y todas hacen brindis a la vida, a disfrutar y pasarlo bien y era perfecto para ese momento.
No sé si leyenda como él, pero ya te has convertido en un autor consolidado, hablando de miedos, ¿eso asusta?
Asusta un poco eso de consolidado. Yo me sigo sintiendo el mismo chico de siempre. Cada novela es mi última novela. Va de disfrutar escribiendo independientemente de lo que pase luego con las cifras de ventas porque se pueden alinear los planetas de cualquier manera para que vendas muchísimo, para que vendas poquísimo y no depender de nada. Eso de autor consolidado… afortunadamente tengo contrato con la editorial por varios libros y eso me da tranquilidad, pero lo de consolidado yo creo que en cada libro uno se lo juega todo y eso es lo bueno.
De todas formas, has escrito en redes que nunca habías sentido tanto entusiasmo por ninguna de tus novelas, ¿qué tiene esta?
Yo creo que es el drama de los padres, la evolución de Miren que me parece espectacular, es la decisión de todos los personajes, son muy dramáticos. Ese momento de que todos los medios van a poner de inocente a James Foster y Miren es la única que dice que no lo es y consigue convertirlo en culpable, cuando al día siguiente todos le ponen de víctima… el juego de las apariencias. Tiene la novela tanto drama emocional dentro…te tiene con el corazón encogido. Yo me acuerdo de terminar cada capítulo y decir ‘Dios santo, cuánta intensidad emocional’. Hacía que escribiera con un nudo en el pecho.
Al final, Miren recibe un sobre y dices algo así como que todos los autores tienen un fan loco, ¿es tu caso?
Yo tengo.
Qué miedo…
Tengo uno mío particular. Un día te contaré alguna anécdota muy graciosa pero no es locura, es una admiración muy frenética. Al final, es muy bonito, pero a la vez tienes que ser cuidadoso. Eso da para otra historia.
Eres muy prolífico, ¿ya has comenzado la siguiente?
Sí, justo ahora mismo acabo de terminar la planificación de la siguiente novela y empiezo a escribir en breve. Intentaré que esté para el año que viene, aunque esto del coronavirus lo ha trastocado todo. Ahora tengo que planificar gira, a ver si la hago al final de año, pero eso supone interrumpir la escritura. Aunque si nos encierran a todos en casa, escribiré más, supongo.
Esto del coronavirus nos va a aislar y dar tiempo para escribir o leer…
Me llamó la atención el otro día un padre que había dado positivo y estaba en casa, en cuarentana, y estaba encerrado en su habitación porque no quería contagiar a su familia y sus hijos le pasaban dibujos por debajo de la puerta. Era maravilloso, pero a la vez triste.
Pero entonces, lo próximo, ¿también va a ser amor en otra de sus vertientes?
Tal cual. Otra vista distinta del amor pero dentro de un thriller de suspense, que es lo que más disfruto yo, pero es otra de esas preguntas que se te quedan en el aire y descubres otra faceta distinta que no te planteabas. Intento escribir teniendo el amor presente que, al final, es lo que lo rige todo y ojalá a la gente le siga gustando.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...