Especial
‘After Hours’: La catarsis de The Weeknd
El artista canadiense publica su nuevo álbum, una odisea donde se enfrenta a sus ya conocidos demonios: la fama, la droga y el (des)amor
Corren tiempos difíciles para todos/as y, sin duda, también para los/as artistas. Conciertos y giras aplazadas, eventos musicales pospuestos y un gran número de lanzamientos musicales que, estando previstos para las próximas semanas, ven peligrar su fecha de publicación a causa de la crisis mundial del coronavirus. No ha sido el caso de After Hours, el nuevo álbum de The Weeknd que, aún arriesgándose a ver reducido considerablemente el número de ventas, ha visto la luz este viernes 20 de marzo tal y como estaba previsto.
Abel Makkonen Tesfaye regresa cuatro años después de publicar Starboy (2016), un LP con el que obtuvo una muy buena recepción por parte de la crítica y el público (entre otros hitos, consiguió posicionarse en el puesto número 1 del chart de Billboard) y logró el Grammy a Mejor Álbum Urbano Contemporáneo en 2018. Ese mismo año, como interludio entre estos dos proyectos musicales de larga duración, el artista canadiense lanzó su EP My Dear Melancholy, adentrándose a través de las canciones que lo componían en la faceta más oscura de su personalidad y jugueteando con una producción característicamente electrónica.
Si bien After Hours también apuesta por incorporar sonidos y recursos típicos de este género y por ahondar aún más en las sombras de The Weeknd, la ambición que esconde este comeback es mucho mayor. A continuación, te damos las claves para que no pierdas detalle de este tan esperado lanzamiento.
Primer disco sin featurings
Desde que Abel se estrenase en 2015 con Kiss Land involucrando en el track-list a Pharrell Williams, Drake y Kavinsky, las colaboraciones se convirtieron en un nexo común en sus álbumes. Feautirngs, además, que podríamos clasificar como de alto standing, teniendo en cuenta que ha unido su voz con la de grandes estrellas como Lana Del Rey, Kendrik Lamar o Daft Punk.
Sin embargo, en After Hours el artista decide no compartir protagonismo. Al menos en lo que a la parte vocal se refiere, pues a pesar de que a lo largo de las 14 canciones que componen el disco solo le escuchamos a él, brillan en cada uno de los temas los nombres de los más de diez productores que han trabajado mano a mano con The Weeknd.
Algunos, como Metro Boomin (favorito de pesos pesados del hip-hop como Drake, 21 Savage o Future), DaHeala, Frank Dukes (que firma créditos en hits como Havana de Camila Cabello, Green Line de Lorde, Wow de Post Malone y varios de los temas que componen Lover de Taylor Swift), Illangelo o Max Martin (otro capo de la industria pop al que podemos relacionar con Backstreet Boys, Katy Perry, Britney Spears o Ariana Grande), ya le son de sobra conocidos.
Pero este nuevo álbum involucra también a nuevas e interesantes figuras como Kevin Parker de Tame Impala (que firma parte de la letra y producción de Repeat After Me (Interlude)), Oscar Holter (figura destacada del pop alternativo o pop new age de artistas como Charli XCX, Sigrid o Troye Sivan), Dre Moon (cuyo inconfundible toque podemos encontrar en temas de Offset, Future, James Blake y ahora también en el track Heartless) o el artista de música electrónica experimental y compositor de bandas sonoras Daniel Lopatin aka Oneohtrix Point Never.
Si algo queda claro es que el canadiense sabe de quién rodearse. La selección de este elenco de productores contribuye a que After Hours, pese a ser un álbum prototípicamente pop, cuente con texturas, recursos y matices típicos de la electrónica ochentera y estilos urbanos como el trap o el hip-hop, a lo que se suma ese toque R&B que aporta la propia voz de Makkonen. Esta mezcla resulta en un sonido general envolvente, enigmático y emocionalmente oscuro.
Una estética tan retro como actual
Además de dichas características y en comparación con sus anteriores trabajos, en After Hours destaca una estética que bebe tanto del pasado (de la música en general y del estilo del artista en particular) como del presente. Ya os hablamos de que no son pocos los cantantes que están apostando por recuperar ciertos rasgos sonoros típicos de la década de los 80' y la música disco. Y entre ellos está The Weekend.
Aunque el uso de los que fueron los arpegiadores y síntes favoritos en las grabaciones de bandas míticas de aquella época (como Michael Jackson, Génesis o incluso Madonna) está audiblemente presente en todos los temas que integran este cuarto álbum de estudio del canadiense, este synth pop o electropop gana protagonismo en la segunda mitad (a partir de Blinding Lights) y alcanza su máxima expresión en In Your Eyes (que, corriendo el riesgo de resultar efectista, incorpora un curioso solo de saxo, siendo este prácticamente el único instrumento que tiene su momento de gloria) o Save Your Tears.
Por su parte, en las primeras canciones son otros los rasgo que más llaman la atención. En Alone Again nos encontramos con los característicos ritmos trap; Too Late resulta en un tema EDM con algo de dub pasado por agua; Hardest To Love se asienta sobre una base drum&bass; el beat de Scape From LA posee esa capacidad envolvente del ambient y Faith (una explícita oda a las drogas con claras referencias a Losing My Religion de R.E.M y a Pray For Me, su colaboración con Kendrik Lamar) cierra con un maravilloso epílogo que conecta narrativamente con Blinding Lights.
Sin duda, el tema más ambicioso del álbum (en cuanto a composición, longitud y producción) una vez disponible todo el tracklist sigue siendo After Hours, que durante sus 6 minutos nos sumerge en una atmósfera entre hipnótica y claustrofóbica donde la única guía que nos lleva a través de este laberinto electrónico es la seductora voz de Abel. A modo de cierre, el artista nos presenta Until I Bleed, que funciona como último respiro y nos deja flotando en ese estado que podríamos describir como el momento en el que el sueño, por fin, invade nuestro cuerpo tras una psicodélica noche de descontrol.
A pesar de la clara evolución respecto a sus anteriores trabajos (y todo el esfuerzo comercial por recalcar el comeback del artista con una nueva imágen), este álbum parece retroceder en la discografía de The Weeknd y recuperar un estilo más parecido al de sus primeros discos. Lo mismo sucede en las letras, la mayoría de las cuales giran en torno a una retrospectiva obsesiva de todo el camino recorrido desde sus inicios en la industria hasta ahora.
La Santísima Trinidad de The Weeknd: Sexo, fama y drogas
Para aquellos/as que empatizan con las truculentas historias de placer carnal, adicción, lujos y crisis existenciales producto de todo lo anterior a las que nos tiene acostumbrados/as The Weeknd, tenemos buenas noticias: en After Hours sigue habiendo mucho sexo, mucha fama y muchas drogas.
De hecho, para dejar claro que existe un hilo narrativo entre los tracks, Makkonen estrenaba junto a sus tres singles adelanto, dos videoclips (el de Blinding Lights y Heartless) y un short film (After Hours) con una misma temática: su odisea durante una noche desenfrenada en Las Vegas (I choose Vegas if they offer Heaven's gate) donde atraviesa momentos de éxtasis, miedo, desesperanza y psicosis. Estos visuales parecen inspirarse directamente en Uncut Gems, la película de Josh y Benny Safdie protagonizada por Adam Sandler donde podemos encontrar un cameo del propio Abel.
De hecho, el alter ego que The Weeknd crea para este nuevo álbum mantiene muchas similitudes con el personaje principal del film, un hombre cuyas obsesiones y adicciones le llevan a estar en constante lucha consigo mismo.
Los 14 temas que componen After Hours hablan tanto del amor que el canadiense siente hacia otra persona (¿Bella Hadid?) como del que no puede evitar profesar a las drogas (Light a blunt up with the flame/ Put that cocaine on a plate/ Molly with the purple rain/ 'Cause I lost my faith). Las canciones construyen la historia de un romance condicionado por la mala vida de una de las partes involucradas que, aún así, no puede evitar desarrollar una dependencia emocional por miedo a la soledad (I don't know if I can be alone again / I don't know if I can sleep alone again).
Por supuesto, hay también referencia explícitas al sexo (You don't love him, you're just fucking/ You're just fucking, it means nothing to me), las opulencias (I'm in the Spyder Porsche cruisin' down the street/ Black on black venom colored seats/ Keanu Reeves, the way a nigga speed/ Diamond cross hangin' off of me) y episodios concretos de su vida personal (I was singing notes while my niggas played with six keys/ Walking in the snow before I ever made my wrist freeze) y carrera musical (We was at Coachella going brazy/ Stack a couple M's like I was Shady/ Now I'm in Tribeca like I'm Jay-Z).
Con una actitud a veces excéntrica, a veces arrogante y otras autocompasiva, The Weeknd se sincera en un álbum catártico que demuestra, una vez más, que lo que da la felicidad no es la fama o el dinero (ni siquiera el amor), sino la paz interior. Y Abel todavía no la ha conseguido.