Javier Castillo: Hablamos de su nueva novela, miedos paternos, desapariciones infantiles o finales complicados
‘El juego del alma’ ha agotado su primera edición en un día
Si hablamos de autores super ventas de nuestro país, en nuestra lista no puede faltar Javier Castillo. Hace apenas cinco años iba a trabajar en tren escribiendo las novelas que imaginaba en su cabeza y ahora, poco después, está entre la élite literaria española.
Su bilogía El día que perdí la cordura fue un fenómeno editorial y sus siguientes novelas no han hecho más que consolidar su éxito fruto de un talento, una pasión y una ilusión por lo que hace que son palpables en cada charla con él.
Acaba de lanzar El juego del alma y los lectores han vuelto a demostrar su fidelidad por sus thrillers. Recupera a dos viejos conocidos de su novela anterior a los que cede todo el protagonismo en una historia de desapariciones juveniles con polémicas religiosas por medio.
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Encuentran el cuerpo de una joven estudiante crucificada y la periodista se ve involucrada tras encontrar conexión con un caso anterior. Eso le llevará a investigar poniendo su vida en peligro. Y lo hará con dos compañeros de aventuras a los que ya conocemos también. Y todo mientras sufre un cambio vital que le hará reflexionar sobre su vida.
Tu anterior novela la presentaste en los inicios de la pandemia y esta la has escrito durante…
Todos hemos tenido un año complicado y a unos les toca de una manera y a otros, de otra. Yo lo he pasado muy mal, como muchos, con nuestros abuelos y nuestros padres. Gala, mi hija, no se acordaba de su abuela. Mi abuela no sabe usar el móvil y se ha tirado un año sin verla. Fue ir a su casa, ella con miedo de su abuela, mi abuela llorando si tenía que llorar porque la niña no se acordaba de ella, bueno, bueno, bueno…
¿Te has acostumbrado a ver tu obra en grandes pancartas publicitarias?
No te acostumbras, al menos con la personalidad que yo tengo no me quiero acostumbrar porque se disfruta mucho sintiendo que es la primera vez, sinceramente. Puedes decir, ‘merezco estar ahí’, pero en realidad hay que sentir de verdad que puede ser la última vez. Disfruto más sintiendo esa emoción así que poniéndome una máscara de lo que no soy, con el ego absurdo.
Segunda edición en un día… En tu caso parece algo fácil, porque no es la primera vez, ni mucho menos, pero no todos consiguen eso.
La primera edición es monstruosa. Cuando me han dicho eso, me he quedado como ‘no puede ser’. Nunca he tenido una primera edición tan grandísima y la primera edición en un día solo me pasó con El día que se perdió la cordura y era de 8.000 ejemplares. Ahora es como 20 veces más. Agradecido con la acogida de El juego del alma que está siendo abrumadora. Siempre lo digo, pero con esta está sobrepasando todo. Yo creo que la gente está leyendo con mucha ilusión. Ha retomado la lectura porque faltan otros planes, también. Es el gran refugio y eso tiene mucho que ver.
85 ediciones ya de todas tus novelas… y recuerdo que la primera vez que hablamos todavía te estabas planteando si dedicarte al cien por cien a la escritura o no… Cómo han cambiado las cosas en relativamente poco tiempo, ¿no?
Me acuerdo de esa conversación porque salí de la entrevista pensando ‘pues la verdad es que no sé qué hacer’. Es algo que no me solían preguntar, lo de si iba a dedicarme a esto por completo y tú lo hiciste. Era mediados de 2017 y tengo la sensación de estar viviendo un sueño que espero que dure mucho. Me gusta tener la sensación de que sigo aprendiendo e innovando.
Está bien lo de seguir innovando, pero lo cierto es que tú ya tienen una seña de identidad que te hace muy reconocible, ¿no crees?
El estilo de capítulos y giros al final del capítulo tiene un componente muy mío. Otra gente lo está haciendo y funciona, pero creo que puedo seguir tensando la cuerda e innovando y arriesgando un poco más.
El pasado 2020 alcanzaste la cifra del millón de ejemplares vendidos, ¿eres la envidia de los escritores?
Seguro (risas). Me siento un afortunado, soy una excepción, un rara avis. En España es verdad que hay pocos autores que alcance esa cifra, yo creo que seremos seis, siete, diez como mucho, que hayamos llegado ahí y agradecido de que la gente lea lo que uno escribe. La escritura es muy solitaria y lo que pasa está fuera de tu control. Te tiras un año, y más este que ni siquiera has salido a la calle para ver caras e inspirarte y cuando ve la luz y la gente te lea con este fervor y esta ilusión, es super agradecida.
Tú lo has dicho, un año de trabajo que gente como yo nos ventilamos en uno o dos días, ¿qué te hace sentir eso?
Es impresionante. Es como cuando cocinaba para amigos, que soy muy cocinitas, me pasaba toda la tarde cocinando, llegaban por la noche, se lo comían super rápido. Esto igual, pero es bonito. Esta novela tiene mucha relectura y en una segunda lectura la gente va a encontrar mensajes que no han leído en esa primera lectura por la voracidad.
¿Has vuelto a escribir en un tren?
El otro día fuimos a grabar un mini documental y me dijeron, ‘vamos a recrear el momento de tus inicios, vamos a ir a un tren para grabar unos planos’. Fue curioso porque, en teoría, solo íbamos a hacer como 15 minutos para grabar el plano que iba en el tren y como me llevé el ordenador, me puse a escribir y fue como ‘me dejáis cinco minutitos que estoy en la gloria’. La verdad que me trajo mucha nostalgia, lo sentí muy hogareño. A veces escribo en el AVE, pero no vibra igual.
Hablamos de La chica de nieve ya en pandemia, pero esta la has escrito en ese escenario, ¿ha influido en algo?
Ha influido en mi entusiasmo con garra de verdad para querer sorprender. Quería creer una novela muy explosiva para que nos ayude a olvidar, a desconectar de todo, que sea muy atrayente y que casi sea imposible parar de leer y creo que ha sido la novela que más pasión he puesto en ella. Horas de dedicación, ha sido completamente absorbente, han sido meses de acostarme a las dos y tres de la mañana.
En casa, con niños y escribiendo… eso sí que es una locura.
Muy complicado hacer malabares con los peques en casa. Escribía por la mañana, tarde de niños porque me coordinaba con mi mujer para que ella pudiera trabajar de tarde, y luego cuando ellos se dormían, vuelta a escribir hasta que no me quedaban fuerzas. Al principio me costó mucho escribir, abril y mayo.
Eso le pasó a mucha gente.
Te falta vitalidad, también la presión exterior y no parar de pensar que te puede pasar algo hace que la creatividad desaparezca. Pero una vez que tuve la trama construida fue todo más rápido.
Hablando de La chica de nieve, recuperas a la periodista y el profesor, ¿tanto cariño les cogiste?
Muchísimo. Eran dos personajes que experimentaban en La chica de nieve un viaje exterior, cada uno estaba en un punto de su vida y cambiaba de profesión. Uno era estudiante y acaba siendo periodista, el otro era periodista y acaba siendo profesor. Resuelven el caso, pasan muchos años, pero conocemos muy poco de su viaje interior y en esta novela era esa evolución interna de Miren y cómo afronta ese drama interno que vive y en el caso de Jim, cómo de su amor por el periodismo, necesita volver a ese mundo que le apasiona. También conocemos parte de su vida personal y cómo intenta reconstruir su vida. Está divorciado, tiene una hija, está perdido, non tiene muchas relaciones al margen del trabajo y Miren es como su némesis de amor. Tienen un tira y afloja con mucha historia.
Por cierto, que le cedes a Miren Triggs la autoría de La chica de nieve. Se convierte en un bestseller con el que gana 1 millón de dólares… cualquiera diría que ya eres multimillonario con la literatura.
No te creas. Es verdad que me he cambiado de casa, pero quería con Miren enfrentarla a cosas que a mí me inquietan. Sales de tu vida, algo que no controlas, es como una especie de mini alter ego mío en algunas facetas que también tiene su historia.
Vuelves a las desapariciones infantiles, un tema que ya me confesaste en su día que te impacta mucho.
Me preocupa mucho. El caso de Miren es muy particular. Al ser su historia, que ya conocemos por La chica de nieve, sabemos que tiene un trastero lleno de expedientes que está investigando. Retoma uno de esos casos que parecen olvidados y que cobra fuerza con esa polaroid que le llega. Las desapariciones infantiles me preocupan, al tener hijos, es algo que nos pasa a todos. Escribiendo este tipo de novelas soy un tipo de persona que piensa que la niña pasa por detrás de un parque infantil y cuando va a pasar por el otro lado, ya no sale. A mí ese tipo de cosas me atormentan.
Y tú que eres tan cinematográfico, seguro que hasta lo visualizas.
Es que lo veo perfectamente, estoy viendo a mi hija esconderse detrás de un parque infantil para subir la escalera y, de repente, no sale por el otro lado. Me inquieta mucho y creo que tiene mucha fuerza en esta historia porque convierte a Miren, que es una persona que se ha perdido a sí misma, en algo externo. Necesito encontrar jóvenes perdidas, para encontrarme a mí.
Una vez más vemos la religión como uno de los temas centrales, también hay reflexión sobre el aborto. Ambos temas que generan siempre mucha controversia, ¿te paras a pensar la repercusión que puede tener tratar temas así?
No lo pienso. Lo hago como me nace. Intento que los personajes se comporten como personas reales y que planteen dudas ellos, no yo. Levanto esos temas y son ellos los que deciden y se pueden equivocar, pueden acertar y es lo bueno de las historias, enfrentar a los personajes a situaciones muy límites y que tengan que decidir y uno se plantee si ha hecho lo correcto o no. En este caso hay una reflexión sobre si tengo al niño o no, es una situación muy límite y tiene que decidir esa decisión tan complicada una adolescente. Yo no soy quien toma la decisión, lo hace ella, con sus consecuencias y basada en su amor.
Por cierto, que en los agradecimientos hablas de Ana Lozano que dices que “este año ha sufrido mis dudas e inseguridades”, ¿cuáles han sido?
Es mi editora correctora y tenía fecha de entrega el 31 de diciembre y mitad de enero se complica todo, esas dos semanas son mortales. Tenía dudas al final, encajando distintas partes de la trama y que todo quedara cerrado en el epílogo. Ha sido mucha incógnita en ese final que ha de infarto. Mi editora lo llama edición extrema, como Planeta Calleja, pues eso, todo muy al límite.
Esperaba otro final para Miren Triggs, ¿no te planteaste otros finales?
Me planteé varios. Cuando estoy planeando la trama intento hacer un árbol de decisiones y a mitad de la trama te encuentras con que si tomas una decisión concreta el personaje ya no puede acabar donde tú querías y es el final más redondo para todos porque vemos la evolución dramática de Miren, un cambio radical. Lo vemos especialmente en la última palabra antes del epílogo, ese último aliento y tiene mucha fuerza en un personaje como ella que está tan bloqueada que es incapaz de amar, de sentir que alguien la pueda querer y a raíz de sentir que lo pierde todo, sale y se da cuenta de que su vida es como es y es maravillosa a pesar de todas sus sombras.
Volviendo a los personajes, al profesor le introduces en el mundo podcast, ¿es algo ya imparable?
Además, lo meto en 2011 que es cuando lleva dos, tres años, muy incipiente. El programa que se usaban, el podcast studio, tiene muy pocos oyentes porque era un mundo como muy nuevo y me parecía muy curioso. Ir introduciendo ese avance tecnológico que ahora está tan a flor de piel, está en todas partes, todo el mundo escucha podcast y es un guiño bonito.
¿Cuál es el último podcast que te ha sorprendido?
Escucho mucho Entrena tu mente, que son podcast de psicología, me gusta mucho.
Para aceptar el juego del alma, ¿hay que ser muy pasional, inconsciente o ficticio?
Hay que ser muy inconsciente y estar muy al límite. Que te den igual las consecuencias, que es lo que le pasa a Miren. Hay un punto en el que pierde el control y tiene que ir hasta el fondo para poder resolverlo.
¿Has tenido banda sonora para esta novela?
No banda sonora concreta, pero uso la banda sonora de Interstellar, la de Dark…son como melódicas, notas muy largas, inquietantes un poco, por lo menos.
Por cierto, ahora que lo de viajar está tan complicado, siempre nos quedará el Nueva York de tus novelas, ¿no?
Sí, además aquí he querido llevar a una parte de Nueva York que es un poco desconocida y es una zona muy curiosa, una península alargada que protege a Queens del Atlántico y es muy desangelada. Había un antiguo complejo militar y hay varios pueblecitos, como vecindarios a los que solo se accede atravesando toda la península o por un solo puente que va a Queen que es por el que desaparece Gina.
¿Te has pateado Nueva York buscando escenarios?
Me lo pateé en su momento, para sentir el feeling y en este caso recurro a Google Street View que es mi seña de cabecera. Una vez que veo la zona y veo que me encaja dentro de la trama, leo mucha prensa local que te habla de las actividades del fin de semana y te empapas un poco de la cultura. Para ambientar una novela no es necesario ese viaje de ir, conocer a la gente. Necesitas ser capaz de transmitir emociones.
Acabas una y ya estás pensando en la siguiente, ¿tu mente no para?
Estoy pensando en la siguiente, tengo los post it ordenados, estoy en esa etapa bonita de disfrutar, pero no quiero empezar a escribir como tal. Tengo algún párrafo y alguna paginilla suelta de alguna escena que sé que tiene que acabar, pero estoy planeando.
Pero, no será saga Miren Triggs, ¿no?
Va a depender de la gente. Si la gente sigue demandando mucho a Miren, sigue queriendo leerla, lo haré encantado. Pero creo que Miren ya ha tenido su arco y su evolución.
Tu primera bilogía tendrá serie, ¿en qué punto está y cuál va a ser tu implicación?
Estoy como consultor externo, me preguntan sobre la trama. Leyendo y releyendo guiones que me están pasando. Espero contar mucho más dentro de poco porque está siendo todo muy lento. Cuando pueda contar un poco más, lo haré.
Pero ¿tiene buena pinta?
Tiene muy buena pinta. Me han pasado unas gráficas del inicio, ya te puedes imaginar cuál es el inicio y es espectacular. Creo que va a sorprender muchísimo cuando la gente lo vea.
Lees 80 o 90 libros al año, ¿cuál te ha sorprendido de los que has leído en este año de pandemia?
Me leí uno que me gustó muchísimo, Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, espectacular. Es thriller, suspense, un poco más literario y tiene ese componente de secta, oscurantismo, una madre huyendo de casa con su hijo…lo tiene todo. Esa parte de secta te vuela la cabeza. 1793, de Niklas Natt Och Dag, también me gustó muchísimo. También acabo de leer el de Dolores Redondo, su primera novela con la que empezó. Muy evocador, me gusta cómo ha tratado la infancia, la muerte…
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...