Especial
Elísabet Benavent: “Estamos quitándole romanticismo a la toxicidad de las historias de amor”
Vuelve con ‘El arte de engañar al karma’ que une dos de sus mayores pasiones
Elísabet Benavent es una de las autoras más vendedoras de nuestro país que ha superado los tres millones de ejemplares vendidos de sus novelas. La literatura romántica tiene una voz propia que huye de clichés y tópicos y está transformando un género que ahora tiene a unas protagonistas más empoderadas e independientes.
La última es Catalina, una actriz frustrada que por cierto malentendido acaba teniendo que representar el papel, en la vida real, de una artista emergente. Por el camino conoce a Mikel, un artista real, con trayectoria consolidada, que la ayudará a enfrentarse a muchos cambios en su vida.
“A Catalina le debo algunas de las mejores horas de este año”. Esta afirmación de la autora nos da una idea de lo mucho que ha disfrutado construyendo su último personaje que tiene mucho de ella misma y que le ha proporcionado muchas risas.
Como cada vez que comparte una de sus historias, hemos hablado con ella para volver a comprobar la ilusión con la que vive la literatura y en esta ocasión, también el arte. Una nueva historia que nos ha dado pie a hablar de esa mirada más feminista de la literatura romántica que abandera y de todo eso y mucho más hemos charlado con ella.
Te recomendamos
Un libro escrito en la pandemia, ¿ha sido más fácil o difícil?
Lo ha hecho un poco más difícil. Yo pensé que la situación era ideal para escribir porque no tienes otra cosa que hacer y te tienes que concentrar por narices, pero resulta que fue todo lo contrario. No salía nada. Tuve que esperar un poco a que nos dejaran salir y pudiera quedar con mis amigos. Me he dado cuenta de que todo lo escribo se alimenta de vivir y si estás metido en casa vives poco.
Sitúas tu historia en un tiempo post pandemia, ¿nos ves en esa normalidad dentro de poco?
No sé dentro de cuánto, pero soy optimista. Quiero pensar que el año que viene vamos a vislumbrar una normalidad. No sé si el tema de las mascarillas se va a ir del todo de nuestras vidas, pero ojalá a finales de año estemos todos vacunados y la vida pueda volver un poco a su cauce.
Literatura y arte en una misma novela… te has dado un buen atracón artístico, ¿no?
Son mis dos pasiones, en realidad. Vine a Madrid a estudiar un máster de comunicación y arte, pero los últimos años lo había dejado un poco porque estaba más enfocada a los libros. Ahora, escribiendo este libro, he podido unificar mis dos pasiones y ha sido muy guay. Puedes recuperar creatividad, repasar la historia del arte, volver sobre técnicas y me ha recordado lo mucho que me gusta.
Tú querías trabajar en una galería de arte, pero, no las dejas en muy buen lugar en el libro, ¿qué ha pasado?
Dejo en mal lugar al personaje de Eloy, no las galerías. Se habla de un mundo artístico muy plural, hay de todo, como en botica. Cuando el personaje de Mikel habla de Marlborough o de su experiencia como artista lo habla siempre en positivo.
Lo del arte contemporáneo no lo entiende todo el mundo, la típica frase de ‘eso también lo hago yo’. ¿Cómo concibes tú este tipo de arte?
A mí el arte, en general, da lo mismo en qué momento histórico se haya creado, creo que tiene como propósito emocionar. No hay que entender, creo que te tiene que provocar una reacción. Habrá cosas que me gusten más, cosas que me gustan más, pero yo lo respeto siempre.
Lo de que La Finca se llena de grandes lienzos que siguen las tendencias, ¿tiene algo de crítica?
(Risas) Es mi visión, pero no tiene por qué ser la realidad. Es mi realidad subjetiva. Me da la sensación de que hay mucha gente que está invirtiendo en arte, que se tiene que hacer, porque el arte es un negocio y es un mercado, y no sé hasta qué punto todo el mundo que está invirtiendo en arte lo hace por pasión o por inversión.
En el último año te hemos visto pintando, ¿inspirada por la novela?
Era algo que siempre había querido hacer porque en el máster nos hacían trastear con el arte en nuestras propias manos para entenderlo mejor y me había quedado con el gusanillo, llevaba tiempo diciendo que tenía que apuntarme a clases de pintura, pero no veía el momento. Y justo cuando nos encierran en casa en marzo vi la oportunidad para ver qué me salía. Lo hago bastante mal, soy consciente de ello, pero cumple su función.
Ahora que la novela está publicada, ¿sigues pintando o lo has dejado?
No, sigo, estoy haciendo una serie de mis amigos y son terroríficos. A ellos les hace mucha gracia porque me quieren, pero son terroríficos.
En esta historia se habla mucho de musas e inspiración. En la literatura también existen, o no, ¿qué piensas de esto?
No creo en las musas porque creo que el históricamente el papel de la musa se ha usado para relegar a la mujer de creadora a inspiradora. Creo que se ha escondido en la historia del arte a mucha co-creadora tras el papel de la musa. Creo en la inspiración como estado mental, o estás o no estás.
Los artistas tienen esa imagen de bohemios y personajes en sí mismos, ¿has conocido a muchos así?
Hay de todo. Hay artistas que tienden a cumplir con esa idea de artista parisino, como un poco encerrado en sus ideas y que solo le importa el arte, así como muy bohemio. Y he visto artistas muy profesionales, no es que los otros no lo sean, pero que se toman esto de manera muy rigurosa, con horarios que cumplir, como si trabajaran en una oficina. Creo que depende del carácter de la persona, no del arte.
¿Qué tal te ha tratado el karma? ¿Crees en él?
Me cuesta darle tanta responsabilidad a algo intangible. Creo que más bien hay una atracción, que si haces el bien acabas atrayendo el mal y viceversa. Yo no me puedo quejar, en los últimos años la vida me ha tratado muy bien. Como todo el mundo con altos y bajos, pero estoy contenta porque no todo el mundo puede decir que vive de su sueño y lo ha podido cumplir.
Tú siempre has cuidado mucho el estilismo de tus novelas. ¿De dónde salió la idea del kimono como disfraz para Catalina?
Yo siempre voy con kimono en casa y fue construyendo el personaje de la tía Isabel, se me ocurrió que era bonito que ella heredara esos kimonos. Cuando escribes una novela vas hacia delante y hacia atrás muchas veces y para disfrazar a Catalina de artista con kimonos fui hacia atrás, a la tía Isabel la vestí con kimonos y pendientes de plata, la quería hacer una adelantada a su tiempo, una mujer que no se quedaba contenta con lo que se supone que tenía que hacer, sino que ella hacía lo que le daba la gana. También era un guiño hacia mí porque creo que Catalina tiene muchas cosas mías, era como decirle ‘hija mía, eres digna hija de tu madre’. Me parecía bonito que ese kimono fuera para ella a la vez, disfraz y anclaje familiar.
Seguimos disfrutando de increíbles historias de amor. ¿Crees que está cambiando la manera de entender el amor?
Creo que estamos quitándonos de encima ciertas leyendas sobre el amor que nos hacían bastante daño. Estamos descubriendo que eso de que los amores más reñidos son los más queridos no es verdad, existe el amor sano y el amor tóxico. Estamos quitándole romanticismo a la toxicidad de las historias de amor y estamos defendiendo un amor más sano y un amor más independiente. Hace tiempo que hemos descubierto que no somos la media naranja de nadie, no somos la mitad de nada, somos completos nosotros mismos y en pareja pasa igual. La literatura romántica defiende que no necesitas a nadie, que lo romántico es elegir, no necesitar.
Lo que sí han cambiado son las protagonistas, cada vez más empoderadas e independientes, ¿estamos en el punto o nos queda algo?
Nos sigue quedando. Igual que queda por hacer en la calle, queda por hacer en la literatura porque al final los personajes son un espejo en el que mirarnos. Quizás en algunas cosas las protagonistas de los libros van por delante porque es bastante común hacer que nuestras ellas hagan lo que nos gustaría hacer a nosotras, hacerlas más seguras, que vean las cosas más claramente. Estamos en el camino, pero queda por hacer.
Mujeres que dicen que les gusta el sexo, ¿empieza a entenderse?
Creo que es una realidad y que cada día lo va a ser más. Ya no es tanto un prejuicio, sino que históricamente se nos ha planteado como la deseada y no la deseante. Estamos poniendo el foco en el deseo femenino, en toda la ficción, la audiovisual y la literaria. Estamos defendiendo y poniendo de manifiesto la naturalidad del deseo femenino. Me da mucho gusto escuchar a la gente más joven que yo hablar porque lo hacen con más libertad, lo que significa que lo estamos consiguiendo.
Aunque la idea que más cala últimamente es la de que antes de querer a alguien hay que aprender a quererse a uno mismo. Tú lo has conseguido, ¿te ha costado?
Estoy en ello, creo que es un trabajo a jornada completa 24/7, 365 días al año. Creo que nunca nadie alcanza el estatus de ‘ya está, he conseguido quererme’. Creo que hay días que te levantas mejor y otros peor, nos pasa a todos, pero estoy en ello. A ciertas edades te das cuenta de que no tienes que ser la prioridad para nadie sino para ti misma y eso a veces cuesta. En el momento que decides que mi valía no depende de una talla, ni de la opinión de los demás, sino que depende de que me acueste tranquila, me considera buena e intento hacer el bien. Ahí estás el camino y puedes ser feliz.
Por cierto, ¿crees eso de que las apps de citas son para tener sexo no para enamorarse?
Tengo muchas amigas que están saliendo con alguien que conocieron en una aplicación de estas. Depende de las personas. Es como conocer a alguien en un bar, no tiene que ser solo para sexo esporádico, puede ser que sea para algo más, depende de las ganas. Sí es verdad que antes pensaba que estas apps eran un fast food emocional y tenía muchos prejuicios y con el tiempo te das cuenta de que no es la aplicación sino el uso que le da la gente y cada uno buscará una cosa.
Uno de tus personajes cree que a las mujeres no les quedan bien las bebidas oscuras… quedan muchos micromachismos que superar. Dime alguno que te moleste especialmente.
Me molesta muchísimo que se diga que la mujer es la peor enemiga de otra mujer. Me molesta muchísimo. No lo creo para nada, creo que hermanadas somos más fuerte y cada vez lo estamos más. En algún momento nos lo han hecho creer. Como eso de que las niñas son más malas y los niños más noblotes. Creo que no vaya con el género, va con la educación y la persona. Me molesta bastante. Tener sororidad y creer que las mujeres somos compañeras no significa que te tengan que caer bien todas las mujeres, unas te caerán mejor que otras, pero nunca atacarás a otra mujer por el hecho de ser mujer porque creo que nos divide.
Hablan de ti como la voz de los millennials, ¿qué te hace sentir eso? ¿Mucha responsabilidad?
No me siento así. Al final soy una mujer que trabaja en pijama la mayor parte de los días. El título me viene grande. Soy alguien que trabaja para entretener que es mi propósito primordial. Me gusta que calen algunos conceptos como el de la defensa de la mujer, el amor libre y sano, hay conceptos sobre los que me gusta que gire mi trabajo, pero no me veo con tanta responsabilidad como para ser la voz de una generación.
¿Qué es lo mejor y lo peor de tu generación?
Creo que donde vamos nos encontramos. Somos personas que estamos muy acostumbradas a tener que cambiar de medio y acostumbrarnos a cualquier circunstancia y eso puede ser muy bueno porque donde vamos terminamos sintiéndonos cómodos, pero puede ser muy malo porque nos va costar más poner en duda las cosas y salir de la zona de confort. Las nuevas generaciones vienen más preparadas para romper estigmas, romper prejuicios y romper moldes. Estamos empezando, eso de saber acomodarnos muy bien es lo mejor y lo peor que tenemos.
¿Lo próximo?
Mi idea es estar un poquito en barbecho, ir dándole vueltas a la idea que tengo. Ya está presentada a la editorial y me he encontrado con algún tocón que he tenido que solucionar. Pero me gustaría empezar a escribir en junio para no procrastinar demasiado.
Si con esta novela te hemos visto pintar, ¿con la siguiente qué vas a hacer?
Voy a tener que ver muchas películas de ciencia ficción y ahí lo dejo.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...