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Rocío Carrasco: Así ha sido el escalofriante relato de la agresión de su hija, Rocío Flores
Fue el último día que vio a su hija hace más de 10 años
Si hay un día que ha marcado la vida de Rocío Carrasco y que no podrá olvidar en su vida es el 27 de julio de 2012. Ese fue el último día en el que vio en persona a su hija Rocío Flores y el día en el que sufrió una agresión que todavía no ha logrado superar.
Ya había avisado en su paso por el plató de Rocío: Contar la verdad para seguir viva, que no íbamos a escuchar todo el relato que había grabado. Vista la repercusión que estaba teniendo la docuserie y la reacción de su hija, había decidido censurar 11 minutos que, según ella, no iban a aportar nada y podían hacer más daño que otra cosa.
Cambio de custodia
Ya hemos podido escuchar el escalofriante relato de la agresión que sufrió por parte de su hija que terminó con ella en el suelo. Todo empezó el día en el que Antonio David Flores decidió solicitar una modificación de medidas para quedarse con la custodia de su hija y, además, pide hacerlo de manera urgente. Por lo visto, había llevado a la niña a un psicólogo al que Rocío explicó que su madre la maltrataba.
Llegó el día de la vista y Rocío Carrasco se encontró a su hija arreglándose cuando fue a despertarla. Hasta ese momento su hija, consciente de lo que iba a suceder, no le contó nada a su madre. “Se está maquillando un ojo y planchándose el pelo con la plancha, como que era su momento, le dije ‘ha llegado tu gran día’ y ella me dijo, 'ahora voy a desayunar'”, contaba en la docuserie añadiendo que no podía creerse la sangre fría con la que se comportaba sabedora de lo que había hecho.
Fueron juntas al juzgado. Llegó Antonio David con su mujer, Olga Moreno, y una enorme maleta. “Sin mediar palabra, se fue con el padre, se vino arriba, el padre me miraba diciendo ‘jódete, que se va a venir conmigo’”, recordaba en su relato.
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A diferencia de lo que Rocío pensaba que iba a suceder, el juez, pese a todo lo que contó la niña, no vio motivos para quitarle la custodia de su hija y dejó las cosas como estaban e instó a realizar informes psicosociales. A la salida, Antonio David se le enfrentó: “Él me increpa y empieza a decirme ‘Rociíto, como mi hija me llame y me diga que ha tenido algún problema contigo no te salvan ni los geos’”.
Según su historia, los días posteriores, la convivencia con su hija fue un infierno. Había insultos, gritos y hasta su hermano David le pedía que no gritara a su madre. “Me decía ‘¡Pégame Rociíto, no tienes huevos!”, aseguraba.
Las amenazas y las faltas de respeto se convirtieron en la tónica general del día a día. Un día, la pilló fumando en su habitación y le pidió que dejara de hacerlo. “Lo apagó en el colchón y me dijo la ‘próxima vez lo hago contigo y quemo la casa contigo dentro’”, recuerda.
El día clave
Llegó el 27 de julio. Rocío tenía que llevar a su hija a clase y después ya se iba con su padre. Llevaba varios días mal del estómago y llevaba varios días sin ir al baño y le sugirió que se tomara una ciruela. Pero la niña quería una nectarina. Un desencuentro tan simple que desencadenó uno de los episodios más dramáticos de todos los que ha contado hasta ahora.
“Me desafía, se guarda la nectarina y al ir a coger la nectarina que ella se había guardado, me cruza la cara… de lado a lado. Empieza… yo no me creía lo que estaba pasando… empieza a pegarme, pero mientras ella me pega, ella va gritando ‘¡no me pegues!’ ‘¡no me pegues!’, ‘no me pegues’ y yo la miraba ahí y era ella la que me estaba pegando a mí y cuando la veía a ella gritar ‘no me pegues’, se me pasó como una película por toda la cabeza. Yo sabía que obedecía a algo que no era normal”.
Rocío siguió contando el suceso entrecortadamente. “Lo siguiente que recuerdo es a Fidel reanimándome, poniéndome un aparatito de pulsaciones, cuando volví en sí yo le decía ¡Fidel, la niña! y tenía las pulsaciones en 140. Él me puso un lorazepam bajo la lengua, medicación que ya tenía pautada y la niña se fue”, relataba.
Confiesa que la niña se asustó cuando la vio caer a plomo al suelo. Y cuenta cómo la niña entró al coche diciendo: “‘Paco, mi madre, Paco, mi madre y una nectarina’”. El chófer entendió que le había dicho neftalina y pensó que Rocío se había tomado un bote de neftalina. Cuando pudo comprobar que estaba atendida por Fidel, se fue con la niña que “de repente se transforma, saca un móvil, no sé de dónde lo saca y dice: ‘Papá, ya está hecho’”.
Ahora queda ver si esta versión coincide con la que recuerda Rocío Flores que había pedido por la mañana que se emitiese todo el relato, sin censura, porque no le tenía miedo a nada.
Cristina Zavala
Periodista enamorada de todo el entretenimiento. Enganchada a la tele, los libros, los últimos lanzamientos...